Esta reivindicación resulta muy reveladora sobre el kirchnerismo, que posa de anti yanqui pero ve virtudes incluso en la campaña terrorífica de Trump. Que la ex presidenta alabe al nuevo jefe político del imperialismo, quien ahora pasa a encabezar un poderoso aparato militar que invade y mantiene bajo ocupación a varios países, a un demagogo que dice defender el empleo pero que dirige toda una trama de organismos multilaterales que incluyen al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial, arquitectos de los más terribles planes de ajuste, todo ello muestra el verdadero rostro del kirchnerismo. Más allá del doble discurso de una supuesta confrontación con los intereses yanquis y consignas como “Patria o buitres”, o de un doble discurso sobre las Malvinas sin tomar ninguna medida concreta contra el colonialismo inglés o contra EEUU que apoyó a Inglaterra en la guerra. Lo mismo que se demostró en la práctica una y otra vez con el entreguismo ante Chevron y Barrick Gold, con el préstamo millonario con recursos de la Anses a la General Motors a poco de haber asumido la presidencia Cristina en 2008 y paralelamente al salvataje de Obama a la casa matriz de la multinacional. O con el envío de tropas argentinas a participar de la ocupación de Haití, con el pago de contado al FMI y los pagos a los fondos buitre; todo se ratificó con los elogios al reaccionario Trump.
Obviamente un magnate explotador y violador de los derechos de los trabajadores no practicará ningún “proteccionismo” en favor de la clase trabajadora estadounidense, sino que descargará todo el peso de la crisis sobre los hombros de los trabajadores de EEUU y del mundo. Tampoco protegió los intereses de los trabajadores el kirchnerismo durante la década que gobernó, con la mayoría de los trabajadores del país precarizados, con millones de asalariados pagando impuesto a las ganancias y con jubilaciones de pobreza.
El desarrollo de una política verdaderamente antiimperialista y anticapitalista se opone por el vértice a la política del kirchnerismo, pues implica necesariamente el no pago de la deuda externa, la nacionalización del petróleo y el gas, la expulsión de las multinacionales megamineras y la retirada de las tropas argentinas de Haití, entre otras medidas.