El gobierno también pretende seguir atacando el salario real por la vía de un techo salarial del 18% en paritarias. Vidal ya acordó con la burocracia de UPCN y otros gremios estatales el 18% para el este año, mientras los economistas patronales estiman a una inflación al menos de 25% anual. Sencillamente todo subirá menos el salario real, como ya ocurrió en el 2016.
Esto es acompañado por una política de criminalización de las protestas sociales y persecución a los que luchan. Hemos visto cómo el gobierno, sirviendo de perro de presa de la transnacional Benetton, ha reprimido con brutalidad a los mapuches en Chubut. O el violento desalojo a los manteros de Once, donde el gobierno dice combatir a las mafias, pero en realidad pacta con ellas contra los manteros. El argumento de que no pagan impuestos resulta particularmente cínico y miserable, tratándose de un gobierno que eliminó retenciones multimillonarias a las transnacionales petroleras, a las mineras y a los pulpos del campo. Y que sus funcionarios, comenzando por el propio Macri, tienen decenas de cuentas clandestinas en el exterior para, al menos, evadir el pago de impuestos.
Macri evaluó su año de gobierno con un 8. ¡Hasta su padre, el patrón Franco, le bajó a 5! Para los trabajadores es evidente que está aplazado. La bronca no para de crecer frente a las desastrosas inundaciones e incendios que afectan a gran parte del país y ante los cuales el ministro Bergman recomendó “rezar”. O con la pueblada contra la comisaría de Flores por el asesinato de Brian. El gobierno intentará aplicar las medidas de ajuste rápidamente, para después meterse de lleno en la campaña electoral. Pero lo cierto es que no tiene nada qué ofrecer a la población, más allá de la demagogia, las falsas salidas al problema de la seguridad y el reciclaje de vagas promesas de inversiones y recuperación económica.
El “segundo semestre floreciente” quedó totalmente destruido, sigue creciendo la pobreza y la situación de los trabajadores es alarmante: la mitad gana menos de 8 mil pesos mensuales.
Macri va debilitado, a unas elecciones parlamentarias decisivas, y en la Provincia de Buenos Aires, la principal contienda, las encuestas lo ubican tercero.
Las experiencias de los trabajadores muestran que si se movilizan con un plan de lucha bien organizado es posible arrancarle aumentos significativos a la patronal, como en bancarios o aceiteros, o derrotar parcialmente la política de despidos como en el Ministerio de Economía.
Si el gobierno pudo avanzar en los ataques al salario y los convenios es únicamente por la colaboración que ha obtenido de la dirección de la CGT , que realizó todo tipo de maniobras para evitar una medida de fuerza nacional contra el ajuste, como llamar a un ridículo “paro sin fecha”, traicionando a los trabajadores una y otra vez. Tenemos que luchar para que se rompa la tregua y sacar un paro general y un plan de lucha.
Por su parte la CTA se volvió a dividir. Ahora hay tres sectores, producto del fracaso de un proyecto de sindicalismo burocrático de centroizquierda, apoyando variantes patronales y rechazando la independencia política de la clase trabajadora.
Sigue siendo fundamental fortalecer al sindicalismo combativo, impulsando mecanismos de coordinación y acción unitaria que lo visibilicen como alternativa de dirección de los trabajadores; que ayude a las luchas para que triunfen y que siga creciendo la confianza en nuestras propias fuerzas, ahora apoyando a los trabajadores de Clarín, los médicos de Cicop y demás luchas en curso.