El gobierno de Macri se jugó desde el principio a derrotar a los docentes. Su estrategia de debilitar el paro y dividirlo hasta ahora le viene fracasando. Falló el intento de reclutar “voluntarios”. Fue repudiado cuando prometió 1.000 pesos a cada uno de los docentes que carnereara. Es masiva la opinión de que Macri y Vidal están “contra los maestros”. No logran convencer, ni a los docentes ni a la población en general, con la campaña de que todo es simplemente una maniobra “destituyente” del kirchnerismo, al que la izquierda le sería funcional. La realidad es que la base docente sigue muy firme porque las propuestas salariales son irrisorias. Y el plan de lucha sigue a pleno.
El gobierno se jugó al desgaste del conflicto docente, pero los que se están desgastando son Macri y Vidal. Las encuestas de “opinión pública” hasta ahora más favorable al macrismo, ya registran la caída de la popularidad del gobierno. Macri salió mal parado hasta de un programa televisivo con Mirtha Legrand, al decir que la jubilación mínima era de “9.000 y pico de pesos” y, cuando fue corregido por alguien detrás de cámara que le explicaba que era apenas superior a 6.000, replicó: “y yo que sé”. Finalmente, hasta la propia Mirtha Legrand terminó diciéndole que eran terribles los aumentos de tarifas, que había una gran recesión y que el gobierno “no ve la realidad”. Por otro lado un mensaje del presidente llamando a no parar, acompañado de la foto de un maestro enseñando entre las ruinas de Hiroshima, aumentó el repudio, ya que ponía la responsabilidad de la crisis educativa en los docentes, cuando el hecho de que la educación pública esté en ruinas es la consecuencia de planes de ajuste como el que ahora aplican el macrismo y los gobernadores (y que también aplicaron los gobiernos anteriores). Todo esto, abona a que cada vez quede más claro que se trata de un gobierno de ricos y para los ricos, lo que echa leña al fuego y agranda la bronca popular.
Al mismo tiempo sigue la ola de despidos y en muchos lugares los trabajadores afectados los resisten. Esta semana hubo una pueblada en Charlone (provincia de Buenos Aires), sede de una de las cuatro plantas cerradas de Sancor. También en Easy Palermo de la Ciudad de Buenos Aires, donde se tomó el local repudiando despidos. Los trabajadores de General Motors siguen en conflicto en la planta de Alvear. Y continúa la heroica lucha ante el cierre de AGR-Clarín.
En este marco, y luego de la crisis en que había terminado el acto de la CGT del 7 de marzo, a la central no le quedó otra que convocar al paro general. El triunvirato tuvo finalmente que ponerle fecha: será el 6 de abril. Hay que garantizarlo con fuerza desde abajo. No podemos confiar en la burocracia. El paro debe ser contundente y una acción de conjunto de la clase trabajadora que va a golpear el plan de ajuste del gobierno y fortalecerá las peleas en curso, unificando la pelea docente y de otros gremios por salario y contra los despidos. Tenemos que exigir en cada uno de los sindicatos que se realicen asambleas y/o plenarios de delegados con mandato de base, y lograr que éste no sea un paro aislado, dándole continuidad con un plan de lucha. Al mismo tiempo hay que organizar todo tipo de reuniones con el activismo y los sectores opositores y sacar pronunciamientos en el mismo sentido. Esas son las tareas que tiene planteadas en estos días el sindicalismo combativo para que la jornada del 6 de abril se transforme en un auténtico “parazo” contra el gobierno y su plan de ajuste. Nosotros plantearemos un salario igual a la canasta familiar, rompiendo el techo paritario del 18% y que la plata que hoy se destina al pago de la deuda externa se ponga para trabajo, salud y educación.
La burocracia de la CGT hace exactamente lo opuesto. Carlos Acuña, uno de los triunviros, se esforzó por hacer el planteo más tibio posible: dijo que el paro será para que “el plan económico nos incluya a todos”. “No es un paro contra nadie, sino un desahogo de los trabajadores”. Es que la convocatoria no frena la crisis de la propia burocracia, que trata de reubicarse, pero sin romper sus pactos de complicidad con el ajuste de Macri y los gobernadores, donde vienen dejando pasar los despidos, el robo salarial y la entrega del país.
Estamos en plena pulseada. El paro docente sigue firme. Vamos a otra semana de grandes movilizaciones, con epicentro en la marcha federal del miércoles y en la del 24 de marzo del viernes, en otro aniversario del golpe genocida. El gobierno está golpeado pero se sigue jugando a hacer pasar el ajuste y a no ceder frente a los docentes. Desde nuestros lugares de trabajo, estudio, con nuestros vecinos y compañeros tenemos que seguir apoyando los paros docentes y la marcha federal educativa. Acompañando las peleas contra los despidos. Y al mismo tiempo preparar el paro de la CGT exigiendo continuidad con un plan de lucha contra el ajuste. En Izquierda Socialista y en el Frente de Izquierda hay un lugar para cada uno que quiera sumarse a esta pelea.