Los triunviros de la CGT – Juan Carlos Schmid, Héctor Daer y Carlos Acuña– mostraron desvergonzadamente lo que significa este pacto de la traición el pasado 13 de julio: con las imágenes de la represión en PepsiCo aún en las pantallas de los televisores, anunciaron allí mismo, en “caliente”, una movilización para… el 22 de agosto. ¡Dentro de 40 días!
La postura de todos estos sirvientes de las patronales la resumió Juan Carlos Schmid, jefe del gremio de Dragado y Balizamiento y aliado de Sergio Massa, en declaraciones a Infobae: “Lo que nosotros tenemos que hacer es un golpeteo táctico y estratégico que permita influenciar en el resultado electoral y expresar el malestar de los trabajadores”. Y sobre los incidentes en la planta de PepsiCo, Schmid expresó: “Naturalmente le hemos transmitido nuestra preocupación a las esferas gubernamentales porque creemos que se podrían haber utilizado otros métodos para evitar esta imagen triste, lamentable, cercana a la tragedia, de Argentina”.
Una semana antes, en medio de la oleada de cierres de empresas con miles de nuevos despedidos, Hugo Yasky, líder de la CTA kirchnerista y candidato por Unidad Ciudadana, ya había sugerido que se postergara toda acción para después de las elecciones. Tomaba así el pedido de Cristina Kirchner, que había comprometido a la Corriente Federal, liderada por el secretario general de la Bancaria, Sergio Palazzo, a no realizar ninguna movilización antes de las elecciones. Se desnuda así el doble discurso del kirchnerismo, que proclama que pretende “frenar el ajuste de Macri”, pero trata de evitar cualquier atisbo real de pelea en concreto.
En síntesis: los líderes de las centrales muestran su “preocupación” postergando cualquier medida de lucha. Y nos invitan a expresar nuestro descontento con el voto por sus candidatos preferidos: Cristina o Massa. Son parte de proyectos de distintas variantes del peronismo que, en oposición a lo que sostienen en su propia propaganda electoral, no quieren pelear contra el ajuste, sino simplemente sacar algún voto del río revuelto. Así, Yasky y Palazzo están con Cristina, Schmid con el peronismo renovador de Massa y el otro traidor Daer, de la alimentación, con Randazzo.
Lo que todo esto muestra en realidad, una vez más, es la urgente necesidad que planteamos desde Izquierda Socialista y el FIT de echar a estos burócratas y reemplazarlos por una nueva conducción que se ponga a la cabeza de los reclamos de los trabajadores. Que no la mire por TV. Que baje a los lugares de trabajo, que sea democrática, organice asambleas, escuche a los trabajadores y haga lo que ellos resuelvan. Que convoque y organice la pelea desde abajo. Y que movilice a los trabajadores con acciones efectivas, buscando la unidad y la coordinación permanente de todas las luchas.
Esto es lo que venimos haciendo desde el sindicalismo combativo. Desde la Seccional Oeste de la Unión Ferroviaria, el Sutna, los docentes de los Suteba multicolores, Ademys o ATEN Capital, algunas comisiones internas de ATE –como Mecon o Ministerio de Trabajo– y tantas otras, que incluyen a la de los trabajadores de la propia planta cerrada de PepsiCo y un gran número de listas opositoras en muchos gremios.
No ponemos la excusa de que “no se puede hacer nada porque hay elecciones”. En lo electoral somos claros: llamamos a votar al Frente de Izquierda porque esto servirá, a diferencia de los burócratas traidores que van en las distintas listas del peronismo, para fortalecer la pelea por una nueva dirección y por la construcción de una alternativa política de la clase trabajadora.
