En un país donde hace algunas décadas la pobreza era del 5%, y hoy está en el 30%, la realidad es que las nuevas generaciones son las que se van llevando cada vez la peor parte, y eso es responsabilidad de quienes vienen gobernando el país. Repasemos.
La infantilización de la pobreza
Según el informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, casi seis de cada diez niños son pobres en la Argentina. El Centro de Investigaciones Participativas en Políticas Económicas y Sociales, con otra metodología, relevó comparativamente un fenómeno tétrico: si en el total de la población la pobreza estaba en un 31%, entre los menores de 18 años trepaba al 46%, o sea un 50% más. Estamos hablando de 13,5 millones de niños y adolescentes pobres, de los cuales casi un millón y medio están por debajo de la línea de indigencia.
A esa cuestión hay que sumarle otros problemas, como la falta de vacantes en las escuelas, que llega a 1.248.839 en todo el país, y la crisis de la educación en general por vía del desfinanciamiento continuo de todos los gobiernos. Por otro lado, el cierre de espacios públicos y la falta de políticas masivas de acceso a la cultura pintan las condiciones en que los pibes crecen, juegan y se educan. Ante esta realidad, y con las barriadas humildes entregadas al flagelo de las bandas ligadas al narcotráfico y los desarmaderos, con estructuras policiales partícipes de esos delitos, ¿a quién puede sorprender que existan casos como el del Polaquito?
El desempleo y la precarización laboral en la juventud
Si ahora nos detenemos en los jóvenes que salen a buscar trabajo, nos encontramos por un lado con el drama de conseguir el primer empleo, y por otro con las condiciones de extrema precarización en que se contrata.
El Indec mide una tasa de desempleo de 8,3%, que en la franja de 16 a 24 años trepa a casi el triple: 24%.
Elisa Carrió, ahora candidata a diputada, en estos días se sumó al coro de empresarios que piden una reforma laboral como la brasilera, y de la mano, una reforma educativa acorde. Afirmó: “No falta trabajo, no hay gente capacitada”, a pesar de que los propios números del Indec muestran que entre los jóvenes que buscan laburo predominan los que han terminado el secundario y/o están cursando estudios superiores.
El “Plan Maestro” que impulsa el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es la otra cara de la moneda de las políticas de ajuste, desempleo y precarización laboral. Se trata de reventar el colegio secundario: partiendo de dos ciclos, con un título intermedio los cuatro primeros años y librando el 50 año a las “pasantías”, esto es trabajo gratuito. Las cámaras empresariales y las multinacionales se relamen ante un gobierno que les ofrece como tributo “carne fresca”: sacrifican a la juventud trabajadora para congraciarse con el dios patronal de la “productividad”.
El Frente de Izquierda es la única salida para la juventud
También la vemos a Cristina Kirchner hablando en campaña de los jóvenes científicos despedidos o de los despidos en el sector industrial. Pero no hay que olvidar que estos problemas vienen de largo tiempo en nuestro país, y que en particular, fueron los gobiernos peronistas-kirchneristas los que terminaron de consolidar al máximo la precarización laboral.
Solo el Frente de Izquierda está presente en cada lucha y lleva consecuentemente la oposición a Macri en el Congreso. Y por sobre todo, solo la izquierda tiene un programa de fondo para cambiar de raíz la situación y brindar un futuro a las próximas generaciones.
Hay que dejar de pagar la deuda externa y poner esa plata en educación y en un plan de obras públicas masivo, que privilegie tomar mano de obra juvenil con un salario digno y en blanco. Hay que prohibir el trabajo precarizado e instaurar el pase a planta permanente de los contratados. Hay que reducir la jornada laboral para que todos podamos estudiar, y que nadie se quede sin empleo.