Los gobernadores que responden a distintos espacios políticos patronales de oposición también llevan adelante el mismo ajuste. Así lo hace Alicia Kirchner en Santa Cruz, Miguel Lifschitz en Santa Fe, Juan Schiaretti en Córdoba y todos los demás gobernadores. Los diputados y senadores del kirchnerismo y los demás bloques en que se ha dividido el peronismo, y los de Massa-Stolbizer, que ahora hacen “grandes discursos opositores”, son los mismos que en estos casi dos años le votaron las principales leyes que necesitó el gobierno de Macri para hacer pasar el ajuste. De idéntica forma, los burócratas sindicales de la CGT y las CTA, cercanos a esos mismos diferentes espacios, también, por distintas vías, terminaron garantizándole la tregua que necesitaba el gobierno.
El Frente de Izquierda, en cambio, puede mostrar una posición intachable de oposición absoluta a todas y cada una de las políticas de ajuste del macrismo. Ahí estuvimos, con nuestros legisladores, nuestros dirigentes y militantes, haciéndonos presentes para apoyar cada lucha e impulsarla para que ganara. Como parte del sindicalismo combativo, dimos la pelea y le disputamos la dirección a la burocracia para romper la tregua en cada uno de los conflictos que hubo. Nuestros legisladores denunciaron y votaron en contra cada una de las leyes de ajuste. Fuimos también quienes sacamos a la luz el pacto entre kirchneristas y macristas para aumentarse escandalosamente las dietas, cuestión que repudiamos y renunciamos a cobrar. Por todo eso, decimos que el voto al FIT es la única garantía para los que quieren luchar contra el ajuste de Macri.
Y también aportar a fortalecer la unidad de la izquierda, esa construcción que hemos comenzado en 2011 y que desde entonces se ha conformado como una fuerza superior a cualquiera de los partidos que componen el FIT. Es ayudar a construir una alternativa política para los trabajadores, metiendo más diputados y legisladores para que, además, puedan plantear con más fuerza la necesidad de un programa alternativo al del ajuste, que comienza por dejar de pagar la deuda externa para poner todos esos recursos al servicio de las más urgentes necesidades populares de trabajo, salario, educación, salud y vivienda.