El ataque, cuya motivación se desconoce, fue la peor masacre con armas de fuego en Estados Unidos desde el asesinato de trescientos indígenas Lakota por parte del ejército yanqui en 1890, cerca del arroyo Wounded Knee. Aunque la tasa de homicidios por arma de fuego en ese país está muy por debajo de Honduras y Venezuela, que encabezan la lista a nivel mundial, durante los siglos XX y XXI se han llevado a cabo masacres, sin motivaciones políticas, en discotecas, universidades, escuelas, restaurantes y cines. Un método recurrente y asimilado por la cultura de la mayor potencia imperialista.
Son conocidos los estrechos vínculos de Trump con la Asociación Nacional del Rifle (NRA por sus siglas en inglés), la poderosa corporación que promueve el comercio de armas de fuego de todo tipo, y que no solo financió su campaña presidencial sino que es ideológicamente afín a los grupos racistas y de extrema derecha del núcleo duro del activismo que apoya al presidente. Se estima que hay más de 300 millones de armas de fuego en Estados Unidos, más de un arma por persona.