Pero el gobierno salió terriblemente golpeado y debilitado. Y en los trabajadores no hay sentimiento de derrota, al contrario, lo que prevalece es la bronca y las ganas de no bajar los brazos ante las futuras peleas que se avecinan. Las movilizaciones contra el gobierno ya venían en ascenso luego de las marchas contra la reforma laboral del 29 de noviembre y el 6 de diciembre. A partir del 14 se dio una auténtica rebelión popular contra la “reforma” jubilatoria. Pasó de todo, hubo dos convocatorias multitudinarias en el Congreso. Ambas fueron ferozmente reprimidas. Se dieron paros de varios gremios y una huelga nacional que fue parcial debido a la traición de la burocracia de la CGT. Incluso un masivo cacerolazo que retumbó en muchos barrios en la noche del 18, con varios miles que volvieron a marchar al Congreso. Las movilizaciones también se produjeron en varias ciudades del interior del país. Fue un golpe durísimo a un gobierno que venía de ganar las elecciones hace apenas dos meses. Incluso sectores populares que habían votado a Cambiemos para “castigar” al kirchnerismo ahora expresan abiertamente su repudio al saqueo a los jubilados. Quedó en evidencia, ante millones, que Macri no es más que otro político patronal mentiroso que no cumple sus promesas electorales y que le mete la mano en el bolsillo a los jubilados, los trabajadores y el conjunto de los sectores populares.
Lo sucedido en estos días también profundizó la crisis del peronismo. Porque el origen de la ley para saquear a los jubilados estaba en el pacto firmado entre Macri y los gobernadores. Por eso el repudio también los alcanza a ellos. Después de que los senadores peronistas le garantizaron el voto en el Senado, se borraron de la escena, con Pichetto a la cabeza. Así fue como la bronca y el crecimiento de la movilización pegaron de lleno en las sesiones de la Cámara de Diputados. Ahí fue donde muchos legisladores (el massismo, distintos sectores del peronismo) se jugaron al “circo parlamentario”, oponiéndose grandilocuentemente “para la tribuna”. Pero garantizando que, al final, la reforma previsional fuera aprobada. Más aún, en las votaciones de las leyes posteriores (reforma fiscal, presupuesto 2018 o incluso as de ajuste en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires), cuando “las cámaras de televisión ya se habían apagado”, terminaron votando junto al macrismo.
La rebelión popular también se metió en la crisis de la CGT. El triunvirato jugó un rol central para tratar de desmovilizar y mantener su pacto con el gobierno. “Amenazó” con un paro para el viernes 15, que luego levantó. Pasó todo el fin de semana tratando de desmovilizar la convocatoria del lunes 18, luego convocó confusamente a un paro nacional y horas después varios dirigentes de la central, con la UTA a la cabeza, terminaron levantándolo. Nada de esto les fue gratis, generando crisis y divisiones que hoy ponen en cuestión hasta la propia continuidad del triunvirato cegetista. El repudio a la burocracia fue masivo entre los más de 150.000 trabajadores y jóvenes que pararon y se movilizaron a pesar de la traición cegetista.
En síntesis, tanto el gobierno como el peronismo y la burocracia sindical salieron golpeados. Por eso ahora tratan de taparlo con la campaña de “los violentos”, buscando esconder la masividad de las movilizaciones.
Macri va por más ajuste. Ya están planteados despidos en varios organismos estatales. Se viene un nuevo tarifazo, que comienza en el transporte. Ya se habla de ponerle techo a las paritarias, haciendo perder a los salarios varios puntos con respecto a la inflación. En varias provincias, como Buenos Aires, quieren aumentar la edad jubilatoria de los docentes y los estatales. Y, en febrero o marzo, volverán a intentar pasar la reforma laboral. Será, sin duda, un comienzo de 2018 "caliente”. Tenemos que aprovechar el poder de movilización alcanzado, la experiencia de la unidad, los nuevos compañeros que están surgiendo en estas luchas, el hecho palpable de que somos cada vez más los que salimos contra el gobierno y eso nos hace más fuertes para pelear contra el ajuste. Exigir a la CGT que rompa la tregua y llame a un paro nacional de verdad y a un plan de lucha. Uniendo y coordinando cada una de las peleas y planteando desde el sindicalismo combativo a las CTA, a la Corriente Federal y a todas las expresiones opositoras que debemos avanzar en un plan de lucha con paros y movilizaciones.
Pero también saliendo a dar la disputa política. Porque mientras el gobierno insiste en que “no queda otra que el ajuste”, saqueando a los jubilados, pulverizando el poder de compra de los trabajadores e incluso reduciendo las ya miserables asignaciones sociales a la pobreza, nosotros insistimos en que hay un programa alternativo que pasa por dejar de pagar la fraudulenta deuda externa, por ponerle fuertes impuestos a las multinacionales, los bancos, las megamineras y los monopolios agroexportadores, para con ese dinero garantizar salarios mínimos que alcancen el valor real de la canasta familiar (hoy calculado en 18.000 pesos), jubilaciones con el 82% móvil del sueldo en actividad, un plan de obras públicas para dar trabajo a los desocupados y más presupuesto para salud y educación, entre otras medidas urgentes. Para hacer realidad este planteo, a gran tarea previa es la construcción de una auténtica alternativa política de los trabajadores. A eso estamos abocados desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda y te invitamos a que te sumes.