Para nosotros la respuesta es clara: se debió al rol traidor de la conducción cegetista y al apoyo del peronismo. Los gobernadores y diputados y senadores (muchos de ellos fueron elegidos por el FpV kirchnerista) acordaron con Macri el paquete de leyes de ajuste a cambio de fondos para sus provincias. A partir de allí, algunos votaron a favor garantizando así el “número” que necesitaba el gobierno para la aprobación de las leyes. Y otros, como los kirchneristas o del Frente Renovador de Massa, mientras no impulsaban ningún verdadero plan de lucha para efectivamente tratar de derrotarla (cosa que sucedió tanto con el kirchnerismo con sus lazos con la CTA o la Corriente Federal o con el massismo vinculado con la CGT vía el triunviro Acuña) votaron en contra.
El mismo rol tuvieron los legisladores peronistas, incluyendo el kirchnerismo en la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires al dar quórum e incluso con varios de los diputados K votando a favor de la reforma de la jubilación en el Banco Provincia.
La CGT fue el brazo ejecutor de esta política en el movimiento obrero. El triunvirato nunca rompió su pacto con el gobierno. Hasta hoy sigue apoyando la reforma laboral. Y su “oposición” a la reforma previsional fue meramente para disimular su capitulación. Por eso, cuando ya el repudio al robo a los jubilados era masivo y se veía venir la movilización del jueves 14 (el primer día que intentó aprobarse en Diputados), la CGT se vio obligada a llamar a un paro… en caso de que se aprobara. Prestemos atención: no convocaban al paro general para evitar que salga la ley y fortalecer la movilización, sino después, casi testimonialmente.
Pero lo peor estaba por venir, luego de la feroz represión de la Gendarmería, la CGT procedió a … levantar el paro, ya que la ley no se había tratado.
Posteriormente, cuando quedó claro que el gobierno volvería a tratarla el lunes siguiente, y mientras varios gremios ya llamaban a parar y movilizarse, el consejo directivo convocaba a una reunión el mismo lunes por la mañana. Miles de compañeros, confundidos, se preguntaban si habría paro o no. Finalmente se convoca al paro desde el mediodía, pero varios de los principales gremios de la central no hacen nada para garantizarlo. Incluso, a media tarde, y en medio de la nueva feroz represión a la multitudinaria manifestación en Plaza del Congreso, la UTA anuncia que “levanta el paro”, mientras otros burócratas, como Lingieri, explican que “nunca estuvieron de acuerdo con la medida”.
Todo esto generó una enorme crisis en la propia conducción de la CGT. El Barba Gutiérrez, de la UOM Quilmes, que sí paró y se movilizó al Congreso, renunció al secretariado de la central. Pablo Moyano directamente no estuvo presente en la conferencia de prensa que llamó al paro, ni movilizó ni paró. Otros burócratas, por “derecha e izquierda” del triunvirato, también amagan alejarse.
La realidad es que los trabajadores no podemos esperar nada de estos dirigentes. ¡Qué distinto hubiera sido si la CGT hubiera llamado a un verdadero paro y plan de lucha contra las reformas! Imaginemos cuánto más se hubiera fortalecido la pelea para evitar que salga la ley. Mientras la CGT se dedicaba a “confundir” sobre el alcance de la medida del lunes 18 y decía expresamente que no llamaba a movilizar, más de 150.000 compañeros llenaban la Plaza del Congreso y las calles aledañas, en muchos casos bajo las banderas de los distintos gremios que sí habían llamado a parar y movilizarse. El sindicalismo combativo estuvo en la primera fila de esta pelea, tanto el 14 como el 18 de diciembre. Los ferroviarios del Sarmiento, los Suteba multicolores, Ademys, el Sutna, las comisiones internas opositoras de ATE y tantos otros pararon, hicieron asambleas y organizaron a los compañeros para movilizarse. Demostrando que, para ganar en las peleas que se vienen, hay que profundizar en la coordinación de todas las luchas, al mismo tiempo que vamos construyendo una nueva dirección para el movimiento obrero, democrática y combativa.
¿Habría servido una consulta popular?
En medio de la bronca y el masivo repudio a la reforma jubilatoria, el triunvirato de la CGT se despachó con el pedido al gobierno de Macri de que se realizara una “consulta popular”. Lo hizo en la misma conferencia de prensa en que lanzó el paro general que finalmente terminaría siendo boicoteado por varios gremios de la propia central, como la UTA.
El planteo de realizar una consulta o referéndum no sirve para nada. Peor aún, confunde. Porque el repudio ya era de millones, y cientos de miles lo expresaban incluso movilizados en la calle. No decían “que se consulte al pueblo”, sino algo mucho más simple y claro, “que no se le robe a los jubilados” y “abajo la reforma”. Se trató, evidentemente, de una nueva maniobra, de muy bajo vuelo, del triunvirato cegetista para tratar de salvar la ropa mientras continúan con su pacto con el gobierno.
Lamentablemente, el PO y el PTS se sumaron al planteo, e incluso lo pusieron a votación en la Cámara de Diputados, en una acción contradictoria con el repudio que se estaba dando en ese mismo momento en las calles.
Claudio Funes