Escribe José Castillo
Cualquier trabajador sabe que lo que gana por mes cada vez le alcanza para menos. Basta ir al supermercado o al negocio del barrio o recibir la boleta de la luz o del gas.
Esta fue la realidad de los dos primeros años del gobierno de Macri, donde los salarios perdieron contra la inflación. En 2016 lo reconocen incluso los economistas oficialistas, que tratan de minimizarlo diciendo que la pérdida promedio fue de 5%. En realidad fue mucho más, de alrededor de 10%. Para 2017, el gobierno directamente miente diciendo que el año pasado “los salarios le ganaron levemente a la inflación”. Un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA) demuestra que, incluso los gremios que tenían cláusula gatillo, terminaron por debajo de la inflación de 24,8%. Los bancarios, por ejemplo, habían firmado por 19,5% y tuvieron que ir a la Justicia y movilizarse para que, recién en enero de este año, les reconozcan la diferencia. Comercio había acordado por 20%. La construcción por 22%. Ambos quedaron por debajo del aumento real de precios. Los de los aceiteros, camioneros y metalúrgicos apenas lograron “empatarle” a la inflación. El resto terminó por debajo. El sector público, incluyendo a los docentes, perdió muy fuertemente. Ni hablar de los trabajadores tercerizados o en negro (curiosamente, el Indec inventa un supuesto “aumento de salarios” que se habría efectivizado para los trabajadores en negro entre noviembre y diciembre para justificar que los salarios “fueron más altos que la inflación en 2017”). Se mida como se mida, el poder adquisitivo de los salarios está muy por detrás de lo que era a fines de 2015.
Para 2018, el gobierno dice que la inflación va a ser de 15%. No se la creen ni ellos mismos. Todos los economistas, incluso los que más simpatizan con el gobierno, avisan que no bajará de 20% como mínimo. Así lo demuestran estos primeros meses del año. La inflación oficial de enero dio 1,8%. Pero dejó sin contar el tarifazo del gas y la última suba de los combustibles. Por eso terminamos febrero con un valor entre 2,5% y 3%. En marzo también seguirán subiendo los precios, impulsados por la canasta escolar. Para abril tendremos el nuevo tarifazo del gas. Terminaremos los primeros cuatro meses del año con una suba de precios que ya dará 10%. ¿Alguien se cree que de ahí a diciembre se llegará con sólo 15%?
El planteo del gobierno de ponerle techo a las paritarias en 15% en cuotas y sin cláusula gatillo tiene el objetivo de que los trabajadores perdamos (y por mucho) frente a la inflación. El gobierno y las patronales están jugados a que pase esto: por eso le ofrecen 9% a los bancarios, buscando “marcar la cancha para el resto del sector privado”. A los docentes les ofrecen aumentos de miseria, como 15% en provincia de Buenos Aires o 12% en Capital, tratando también de que quede “como testigo” para el resto del sector público. Por eso resulta criminal el rol de los burócratas que ya acordaron por 15% sin cláusula gatillo o por menos, ratificando así su tregua con el gobierno. Tal el caso de Lingieri (Obras Sanitarias), el Sutecba de Genta (que firmó por 12%) o Fernández de la UTA, que firmó por 15% y en cuotas.
Nos encontramos frente a una gran pulseada. Romper o no el techo salarial de 15% que pretenden imponer el gobierno y las patronales se resolverá en las próximas semanas. Más que nunca, hay que reclamar paro general y plan de lucha para unificar y fortalecer esta pulseada.