La campaña por la separación de la Iglesia del Estado va tomando fuerza y tiene su pañuelo color naranja. Este símbolo empieza a verse colgado de las mochilas junto al pañuelo verde por el derecho al aborto. Es lógico que vayan juntos, por el rol nefasto que jugó la Iglesia Católica, haciendo lobby parlamentario y con fuertes amenazas, para impedir que se apruebe un derecho fundamental para todas las mujeres, que es el de decidir sobre nuestro propio cuerpo. El movimiento de mujeres y fundamentalmente los sectores juveniles, son quienes tomaron en sus manos esta campaña que refleja el sentimiento de millones de personas que se hartaron del poder y de los privilegios que tiene la Iglesia Católica en nuestro país.
Los beneficios económicos de esta institución van desde el pago de salarios a los obispos, jubilaciones de privilegios, becas para seminaristas, exenciones impositivas y donaciones de tierras fiscales. En marzo de este año, el propio gobierno de Macri reconoció que se destinaron 130.421.300 pesos del presupuesto para pagar los sueldos de los obispos, que hoy rondan en 46.800 pesos mensuales. Parece una burla pero es así: alguien que no trabaja recibe el equivalente de casi cinco salarios mínimos. ¡Y todo ese dinero sale de los impuestos que pagamos todos!
Al sostenimiento económico que recibe la Iglesia se le suman otros privilegios como estar a cargo de la educación de millones de niños y niñas que asisten a sus escuelas confesionales, subsidiadas por el Estado. Además, la Iglesia es parte de los consejos consultivos o de los comités de ética de los hospitales y son un verdadero obstáculo para impedir el derecho a la salud reproductiva de miles de mujeres y niñas.
Tal es la indignación que miles se organizan para “apostatar” y de esta manera, borrarse de los registros de bautizados de la Iglesia Católica. A su vez, crece el repudio al uso de símbolos religiosos en las reparticiones públicas. Por ejemplo, en la Universidad Nacional de Córdoba, una asamblea masiva de estudiantes de Derecho votó a mano alzada la remoción de una estatua de la Virgen.
En la Facultad de Medicina de la UBA, pasó algo similar y se tapó un símbolo religioso con el pañuelo naranja.
Asimismo, la crisis de la Iglesia Católica con sus fieles sigue creciendo día a día y refleja la bronca que millones sienten frente a la impunidad de una institución que encubre y defiende a sus curas pedófilos en todo el mundo. Desde Izquierda Socialista impulsamos la campaña de separación de la Iglesia del Estado y exigimos que se deje inmediatamente de subsidiar y privilegiar a esta institución reaccionaria, oscurantista y ultraconservadora. Que el grito se haga de millones: ¡Iglesia y Estado, asuntos separados!