Los trabajadores franceses están protagonizando una de las mayores luchas de su historia. Con más de 50 días, el paro de los transportes ferroviarios, uno de los principales sectores donde se apoya el enfrentamiento a las políticas de ajuste del gobierno, es el más largo desde la creación de la empresa de ferrocarriles, SNCF, en 1938. Pero no son solo los ferroviarios, también los trabajadores del transporte público de Paris (RATP), docentes, energía y decenas de miles de trabajadores de diferentes sectores, organizados en las principales centrales sindicales, como CGT y CFDT, han obligado a sus direcciones burocráticas a sumarse a la lucha.
Escribe Adolfo Santos
Ni las festividades de Navidad y Año Nuevo consiguieron frenar las movilizaciones, huelgas y manifestaciones contra el proyecto del gobierno de reforma previsional. Una lucha justa, ya que la propuesta de Macron apuesta a quitar derechos con la intención de ajustar a jubilados y pensionados. Es inaceptable la medida de unificar los 42 regímenes existentes de pensión, que expresan las particularidades de los diferentes tipos de trabajo en un régimen único para reducir gastos, mientras Macron suprime el impuesto a las grandes fortunas. Un verdadero ajuste que la clase trabajadora francesa no está dispuesta a aceptar.
Acorralado por la fuerza de la movilización y el desgaste que le impone un amplio apoyo popular a la lucha de los trabajadores, el gobierno comenzó a hacer pequeñas concesiones, como permitir que personal policial y militar, así como los pilotos y controladores aéreos continúen jubilándose de forma anticipada. El sábado 11 de enero, en medio de grandes protestas y movilizaciones, se vio obligado a retirar, aunque de forma provisoria, el aumento de la edad mínima de 64 años, volviendo a los 62. Este avance parcial el gobierno lo viene utilizando con el objetivo de dividir al movimiento y los agentes de Macron ejercen fuerte presión para que se levante el paro, ya que “no hay razón para que este conflicto continue”.
Justamente, Laurent Berger, secretario general de la burocrática Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), que sólo entró en la lucha, por presión de los trabajadores después que el gobierno incluyó en el proyecto de reforma el aumento de la edad mínima, ahora está dispuesto a sentarse a negociar, contra la voluntad de sus bases. Justamente los cheminots (ferroviarios) organizados en la CFDT, se sumaron al movimiento de huelga mucho antes que su propia Confederación lo decidiera y ven a Berger, como un colaborador directo del gobierno de Macron. Para repudiar esta traición al movimiento por parte de Berger, este lunes 20, los trabajadores de la electricidad organizados en CGT Energía, cortaron la luz del edificio donde funciona la cúpula da la CFDT y dejaron un mensaje: “la colaboración de clases sumió en la oscuridad”.
Es solo un mensaje para avisarles que la lucha continua. En ese sentido será fundamental el papel que desempeñen los trabajadores organizados en la CGT, que tras el anuncio de reducción de la edad por parte del primer ministro Edouard Philippe, advirtieron que seguirían “más resueltos que nunca” batallando para lograr la retirada total del proyecto del gobierno. Lo mismo que han expresado otros sindicatos de centrales menores. Es evidente que la retirada de la edad mínima, de forma provisoria, es una maniobra, ya que mantiene el eje central del proyecto, que es la fusión de los 42 regímenes de pensiones actuales en uno solo, con el objetivo de igualar para abajo a partir de reducir derechos. O sea, un proyecto que apunta a sacrificar a los trabajadores para resolver los problemas financieros creados por los gobiernos capitalistas.
En Francia hay una lucha abierta que todavía no se ha definido. De un lado Macron y su gobierno de los ricos, apostando al desgaste del conflicto, tratando de mostrar a la opinión pública, donde los huelguistas cuentan con amplia simpatía, que el gobierno tiene buena voluntad y que los trabajadores sin intransigentes y no quieren negociar. Por el otro los trabajadores, muchos de ellos contra la voluntad de sus propias direcciones burocráticas, dispuestos a resistir hasta que se retire totalmente el proyecto, como lo consiguieron en 1995, cuando obligaron al entonces primer ministro Alain Juppé, a deponer su propuesta de reforma.
Las protestas de 2019/20 ya han superado las de 1995, por tanto hay condiciones de derrotar al gobierno. Las bases vienen demostrando una inmensa capacidad de lucha y si no han avanzado más es por la actitud conciliadora de las direcciones burocráticas, esencialmente la CFDT, la mayor central, que se niegan a ir a fondo contra el plan de ajuste del gobierno y acaba aceptando negociar que sean los trabajadores los que paguen por los “desequilibrios financieros” producidos por los gobiernos patronales. Por su parte, la CGT y otros sindicatos opositores volvieron a convocar nuevas manifestaciones. Desde Izquierda Socialista/FIT-Unidad y la UIT-CI, apoyamos a los trabajadores franceses en defensa de sus regímenes de jubilaciones y continuaremos difundiendo y llevando solidaridad a esta importante lucha para que consiga vencer.