Escribe Guido Poletti
El ministro de Economía Martín Guzmán viajó a reunirse con la titular del FMI Kristalina Georgieva, en el marco de las negociaciones para seguir pagando la deuda externa. La noticia no es novedosa. ¿Acaso no fue el propio Guzmán, antes incluso de ser nombrado ministro, quien tuvo una reunión “clandestina” con el propio FMI para asegurarle que el gobierno argentino cumpliría con los pagos de deuda?
El dato de color es que esa reunión se hará esta vez en el Vaticano, en un seminario denominado Nuevas Formas de Fraternidad Solidaria e Inclusión, organizado por la Pontifica Academia de Ciencias Sociales, y en particular por el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo. Parece un chiste, pero los “solidarios y fraternos” que expondrán son, además de Guzmán y la propia Goergieva, los ministros de Finanzas de Francia, Italia y España, que implementan los ajustes en sus respectivos países.
Se trata del aporte del Vaticano y el papa Francisco a, una vez más, lavarle la cara al FMI, afirmando que ahora “el Fondo cambió”, que “le tiene confianza a Kristalina Georgieva porque es una buena católica” y expresiones semejantes.
El FMI es uno de los principales instrumentos del capitalismo imperialista para someter a los pueblos. Nunca jamás, desde su creación en 1944, hubo un solo plan del Fondo que sirviera al desarrollo y crecimiento de los países dependientes y semicoloniales. Incluso en los últimos años, cuando ya se mentía con la expresión de un nuevo FMI “con rostro humano”, este exigía la implementación de feroces ajustes en Grecia, Ucrania, Líbano o Ecuador, los dos últimos derrotados por la movilización popular.