El pasado sábado fue el número 23 en que miles de chalecos amarillos protestaron en Francia contra la política económica del presidente Macron. Aunque no tienen voceros oficiales, todos los diarios destacan sus carteles: “Macrón lárgate”, “harto de pagar impuestos”. Como en sábados anteriores, la policía reprimió brutalmente con granadas mutilantes (cortan pies o manos) y detuvo a cientos de manifestantes.
Miles de trabajadores y la clase media, por la carestía de la vida, se vieron obligados a vivir en el interior, sin servicios esenciales y sufriendo el aumento de los combustibles, por eso repudian los aumentazos en la gasolina.
Macron se vio obligado a anular la suba, sin embargo no logró frenar las protestas. El 5 de febrero hubo un paro general convocado por las centrales sindicales. Macron promete nuevas medidas. Pero la movilización continúa.