Macri sobreactúa “bronca” ante ministros, dirigentes de Cambiemos y foros empresarios. Se queja de que “no lo entienden y no lo acompañan”. Es la expresión más clara de su crisis ante la bronca popular que crece, como la inflación y el desempleo.
Escribe José Castillo
Ya habíamos visto esta actuación del presidente en su discurso de inauguración de las sesiones ordinarias en el Congreso el pasado 1° de marzo. Ahora lo volvió a repetir. No nos interesa saber si es una “sobreactuación” aconsejada por Durán Barba o no. Pero sí es claro lo que refleja: un gobierno inmerso en una crisis tremenda, con todas las encuestas de imagen dándole mal y, lo más visible, una bronca tremenda y creciente en la calle. Hay un hecho de la realidad que es palpable: aquellas franjas de trabajadores o sectores populares que, equivocadamente, lo votaron en 2015 y aun en 2017 para “que no vuelva el kirchnerismo”, hoy han roto definitivamente con el gobierno. Incluso otros sectores medios, que históricamente eran la base electoral del radicalismo, también empiezan a expresar en voz cada vez más alta su desacuerdo.
Todo esto ya va teniendo sus repercusiones en el año electoral. En la provincia de Neuquén, única donde ya se realizaron elecciones, el candidato de Cambiemos, Pichi Quiroga, intendente de la capital, con muy buenas elecciones anteriores y que se lo perfilaba hace algunos meses para dar el “batacazo” y ganar la provincia, terminó tercero lejos. Cambiemos se dividió en Córdoba, quedando fuera de toda competencia por la gobernación. Y en el radicalismo, a nivel nacional, cada vez se escuchan más voces enojadas, habiendo rumores de que incluso podría haber un sector, el de Ricardo Alfonsín, que rompería con Cambiemos y se iría detrás de la candidatura de Lavagna. Justamente Lavagna, en estos últimos días, fue elegido para estar en las bocas críticas del gobierno; es que, más allá de que termine siendo candidato o no –lo que depende de los avatares del peronismo– empieza a ser un secreto a voces que cada vez más sectores empresarios empiezan a ver con buenos ojos la candidatura del economista del peronismo.
¿Por qué pasa todo esto? La respuesta es sencilla: la bronca contra Macri y su gobierno, contra las consecuencias del ajuste del FMI es incontenible. “Ya esto no se aguanta más”, es la frase que se escucha todos los días en fábricas, oficinas, colegios, facultades. Es la conversación en todos los barrios populares y, cada vez más, también en los de clase media. La inflación de febrero, 3,8%, motorizada por los tarifazos y los aumentos de los productos de la canasta familiar, será seguida en marzo por una superior (ya se habla de 4%). La semana pasada se conoció el dato del desempleo del cuarto trimestre del año pasado: 9,1%, número frío que no refleja el drama social en plenitud. Pero si desagregamos el número vemos la realidad: se perdieron 400.000 puestos de trabajo el año pasado y la suma de desempleados, con subocupados y personas que están desesperadamente buscando otro trabajo para completar sus ingresos alcanza al 32%. ¡Una de cada tres personas en edad de trabajar está viviendo un drama para tratar de sumar un salario que le permita llegar a fin de mes! Sumémosle a esto que esta semana se conocerá otro número aterrador: el de la pobreza. Ya el indicador del Observatorio de la UCA da arriba de 30%, con 40% de pobres en el conurbano y el número vergonzoso de que el 50% de los niños viven en familias bajo la línea de pobreza.
Lo único que está “salvando” al gobierno es que las cúpulas de la burocracia sindical peronista siguen con la tregua al gobierno (ver página 4). Y que el peronismo, dividido entre kirchneristas y los que adscriben a la llamada Alternativa Federal (Massa, Urtubey, Pichetto y Lavagna) siguen deshojando la margarita por las candidaturas presidenciales (mientras se unen para las elecciones provinciales). Mientras tanto, se niegan a unificar cualquier pelea contra el ajuste (peor aún: lo ejecutan allí donde gobiernan) y les aseguran al FMI que, si ellos gobiernan a partir de diciembre, cumplirán el acuerdo con el Fondo y seguirán pagando la deuda.
Frente a este escenario, de un gobierno que profundiza su crisis política pero no pierde el norte de que “lo único que le importa” es seguir a muerte con el ajuste, y de un peronismo que, desde Cristina para abajo, pasando por Lavagna, Massa, o Urtubey, no ofrece ninguna salida al ajuste, volvemos a reafirmar que la única salida para la clase trabajadora y los sectores populares está en la izquierda. Solo ella, junto con el sindicalismo combativo, sigue apoyando todas las luchas, continúa exigiendo a la burocracia el paro general y un plan de lucha contra el ajuste y, lo más importante, tiene un programa alternativo, obrero y popular: romper con el FMI, dejar de pagar la deuda, reestatizar las privatizadas para terminar con los tarifazos y nacionalizar la banca y el comercio exterior para acabar con la fuga de capitales y la bicicleta financiera. Así, recuperando todos esos recursos que hoy se llevan los ricos, las grandes empresas y los pulpos especuladores, será posible dedicarlos a resolver las más urgentes necesidades populares: salario, trabajo, educación, salud y vivienda.