Editorial
Tanto al gobierno como a la oposición peronista solo les preocupan sus armados electorales en vistas a las presidenciales de octubre. Centran los debates en cuánto podría sacar Macri en la primera vuelta, si se presenta o no Cristina, si el PJ va unido o quién ganaría el balotaje. A tal punto es la especulación que la unificación de las elecciones de Capital y provincia de Buenos Aires con las nacionales fue seguida por estos políticos patronales como si fuera un mundial. Quieren instalar que hay solo “dos opciones”, Macri o el peronismo, vía Cristina o Alternativa Federal con los Massa, Pichetto, Schiaretti, Urtubey y compañía. Contra esa falsa polarización está batallando el Frente de Izquierda.
Mientras tanto, las encuestas revelan la ruptura de grandes sectores de trabajadores y de importantes franjas de clase media con Macri. Cada vez son más los que dicen que esto no va más. Macri busca apoyo para seguir con el ajuste perpetuo. Pero está llevando a un cóctel explosivo con recesión, inflación y endeudamiento que quiere tapar con que “el dólar está calmo”.
La crisis económica y social se profundiza día a día. Hay 2,5 millones de nuevos pobres en el último año y 100.000 nuevos indigentes en la Ciudad de Buenos Aires de Larreta. Los salarios y las jubilaciones vienen perdiendo con la brutal inflación y los tarifazos permanentes. Ni qué hablar de los jubilados: el FMI dice que hay que bajar la mínima y subir la edad jubilatoria mientras recomienda más flexibilización laboral, como quieren hacer con los textiles y los metalúrgicos. A esto se suma el barril sin fondo de la deuda externa (se tienen que pagar 150.000 millones de dólares en los próximos cuatro años) y la fuga de capitales, que fue de 27.000 millones de dólares el año pasado. Esto nos lleva a una primera conclusión: lo urgente hoy es derrotar el ajuste de Macri y el FMI.
Pero si el ajuste macrista sigue adelante es por la complicidad de la CGT y los gobernadores y políticos patronales peronistas que le vienen votando todas las leyes a este gobierno. Es el caso de Massa, Pichetto, Schiaretti, Urtubey y compañía. Cristina Kirchner, por su parte, pidió el voto “contra el ajuste” pero sigue recluida en el Sur. Dentro de un mes va a estar sentada en el banquillo de los acusados junto a Lázaro Báez y otros corruptos por el negocio de la obra pública en el gobierno anterior y otros delitos de guante blanco. Por eso no puede ser ninguna opción “progre” contra la derecha de Macri. El peronismo kirchnerista sigue con la cantinela de que las causas judiciales son una maniobra de la derecha para “que no vuelva un gobierno nacional y popular”. Pero lo que no pueden explicar es por qué, si dicen eso, Alicia Kirchner es la niña mimada de Macri en aplicar el ajuste y el congelamiento salarial (ver página 4). Además, distintos dirigentes kirchneristas, como el propio Axel Kicillof, ya abren el paraguas diciendo que, en caso de ser gobierno, la “herencia” de Macri no les va a dejar margen para revertir la pérdida salarial o jubilatoria. Y que van a renegociar el pacto con el FMI (en ningún caso a desconocerlo) y estirar los próximos vencimientos de la deuda (en vez de suspender los pagos).
El peronismo kirchnerista, además, propone un “frente patriótico” contra Macri. Agustín Rossi habla de un frente amplio “cuyo único límite” sea el propio presidente. Con ese argumento propone la unidad con el resto del peronismo, esencialmente con Massa (socio de Pichetto y Urtubey), como si el hecho de sumar a las distintas vertientes del PJ pudiera ser salida para el pueblo trabajador. Nos preguntamos: si el kirchnerismo ya ha dicho que en caso de ser gobierno va a reconocer el pacto con el FMI y a pagar la deuda externa, se quiere unir al resto del PJ que viene acompañando a Macri, y es la propia Cristina la que habla de unir los pañuelos verdes y celestes… ¿no son argumentos suficientes para probar que Cristina y su famosa “unidad” no son alternativa?
Ante este panorama, los trabajadores siguen peleando. Los docentes de Capital, junto a los estudiantes, con un plan de lucha con paros y movilizaciones a fin de año (y ante un Larreta repudiado en pleno enero en varios lugares públicos) evitaron el cierre de las escuelas nocturnas. Un triunfo total, donde el sindicalismo combativo encabezado por los docentes de Ademys y Jorge Adaro jugaron un rol decisivo. Esto prueba que se pueden derrotar las medidas antiobreras de Macri como decimos desde la izquierda. Lo que contrasta con el rol traidor de la CGT y del conjunto de la burocracia sindical ligada al peronismo, incluso al kirchnerismo. Hugo Yasky, de la CTA kirchnerista, dijo que “no es conveniente hacer paros este año”, Pablo Moyano habló de la posibilidad de un paro... para dentro de un par de meses. Ante este vacío capitulador, el próximo 14 de febrero el sindicalismo combativo y la izquierda marcharán de Congreso a Plaza de Mayo contra el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores reclamando un paro y plan de lucha nacional a la CGT y las CTA.
Esta pelea sindical debe ir unida a la batalla política. No es cierto que las opciones son Macri, Cristina o el peronismo de Alternativa Federal. En las elecciones que se adelantaron, como en Neuquén, Río Negro y próximamente Santa Fe o Córdoba, el Frente de Izquierda ya está dando pelea contra todos los candidatos de esos sectores y sus cómplices levantando una salida de fondo para que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores.
Hay una gran franja decepcionada con quienes ya nos vienen gobernando, por eso el Frente de Izquierda viene creciendo políticamente al calor de las luchas y sus propuestas de fondo, tanto en el terreno sindical, juvenil, como en el movimiento de mujeres. El FIT señala que es posible tener salarios igual a la canasta familiar y jubilaciones dignas. Que no es cierto que estemos condenados a la recesión y la inflación. Que la plata está. Que se trata de sacársela a los que amasan superganancias y dársela al pueblo trabajador. Que hay que suspender en forma inmediata los pagos de la deuda externa y nacionalizar la banca y el comercio exterior para usar ese dinero en reactivar la economía con un plan de obras públicas (que este gobierno frenó por orden del FMI). Que hay que recuperar el patrimonio nacional reestatizando las privatizadas para evitar más tarifazos y así tener el control de la electricidad, el gas, el petróleo y el transporte para ponerlo a funcionar bajo un plan económico obrero y popular. Esta propuesta (luchar sindical y políticamente contra este gobierno y sus cómplices) es la que postulamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, y a la que llamamos a apoyar y a sumarse.