Escribe José Castillo
Los últimos datos oficiales dicen que al 30 de septiembre de 2018 la deuda ya ascendía a 307.656 millones de dólares. La cuenta no termina allí, tenemos que sumarle las deudas de las provincias y del Banco Central. En conclusión, la deuda externa pasa largamente los 400.000 millones de dólares.
Veamos los vencimientos más próximos: este año (2019) tendremos que abonar 37.927 millones de dólares. Para hacerlo recibiremos del FMI 22.555 millones. La diferencia saldrá del ajuste al pueblo trabajador.
Pero las cosas se pondrán peor en 2020. Ahí hay vencimientos por 25.719 millones de dólares. Del Fondo todavía quedará un remanente del préstamo (entrarán 3.875 millones). El resto se pagará con un ajuste más severo aún que el de este año.
En 2021 el monto de deuda que vencerá será más grande: 35.179 millones de dólares. En 2022 los vencimientos ya son decididamente astronómicos: 57.197 millones, entre ellos 22.206 millones que le tendremos que “devolver” al FMI por el actual préstamo. Y en 2023 vencen 49.982 millones (incluyendo la devolución al Fondo de 23.370 millones de dólares).
Esto es el “futuro” que nos ofrece la bola de nieve sin fin de la deuda externa: ajustes cada vez mayores. Pagar cada vez más vencimientos mientras, a la vez, debemos cada día más. A esto hay que sumarle la fuga de capitales que solo en 2018 ha sido de 27.000 millones de dólares. Por eso desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda sostenemos que no existe la menor posibilidad de resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda si no rompemos ya mismo las cadenas que nos atan al FMI y dejamos de pagar esa deuda usurera, un barril sin fondo por donde se saquean el trabajo y la riqueza de nuestro pueblo.