El régimen sirio se ha desplomado como un castillo de naipes. De forma totalmente imprevista, se ha hundido en menos de dos semanas: el ejército, la policía y las cárceles construidos durante 54 años de dictadura criminal han colapsado. La gente en las ciudades se ha rebelado, ha vaciado las cárceles, ha tirado estatuas del dictador padre y del dictador hijo. Los presos y las presas de la dictadura han salido a la calle en una nueva Siria. Policías y soldados entraron en pánico y desertaron masivamente.
La ofensiva de la coalición opositora parecía incapaz de cambiar la situación, cuando empezó hace sólo diez días. Sus armas no eran nada al lado de las de la dictadura, apoyada por Rusia e Irán. El régimen de Bashar al- Assad había lanzado miles de barriles de dinamita contra barrios indefensos, había gaseado a su propio pueblo con armas químicas, había erigido cárceles que eran enormes centros de tortura, con crematorios incluídos como en Sednaya, había cortado las cuerdas vocales a los cantantes y los había arrojado a los ríos, que había violado a miles de hombres y mujeres, había bombardeado escuelas y hospitales.
Toda esta maquinaria de terror, odio y destrucción se mantenía en pie contra el pueblo sirio gracias al apoyo de las dictaduras de Rusia e Irán, que salieron a la salvación de Al-Assad por sus propios intereses. Estados Unidos e Israel dejaron muy claro que preferían que Al-Asad siguiera en el poder que una situación revolucionaria con potencial para desestabilizar a toda la región. Cuando el apoyo de Teherán y Moscú se debilitó, el pueblo sirio vio que el emperador estaba desnudo y que era su ocasión para derrocarlo. No ha sido sólo la ofensiva militar rebelde, ha sido un alzamiento popular. Daraa, la cuna de la revolución de marzo de 2011 se liberó sin esperar a que las columnas rebeldes avanzaran.
Una acción militar sorpresa que ha desencadenado una rebelión y ha puesto en evidencia la debilidad de un aparato de seguridad que parecía invencible. El régimen sirio era un pilar de la estabilidad en toda la región, y por ello todos los gobiernos de la región temen su caída. Es lo que declararon el sábado 7 de diciembre, un día antes de la huida de Bashar, en un comunicado conjunto los gobiernos de Catar, Irak, Arabia Saudí, Jordania, Egipto, Irán, Turquía y Rusia. Unos atacaron y otros defendieron a Al-Assad, pero ninguno de ellos quiso nunca el triunfo de una revolución que no podían controlar.
La caída de Al-Assad es una buena noticia para los pueblos de Oriente Medio y del mundo entero. La represión sangrienta de la revolución siria fue un cortafuegos para el proceso revolucionario iniciado en 2011 y muchos años después Siria seguía siendo utilizada como la demostración de que era imposible la libertad en los países de Oriente Medio y el Norte de África. En Argelia, en Egipto, en Líbano... cuando alguien levantaba la cabeza el régimen de turno, les amenazaban con otra Siria, o sea con otra masacre.
El pueblo sirio y la coalición opositora han dejado muy claro su apoyo a Palestina. También Hamás, a diferencia de Hezbollah, rompió con el asesino régimen sirio. Nadie puede entender mejor que el pueblo sirio el genocidio acelerado en Gaza porque llevan 14 años bajo bombardeos sistemáticos, asedios de hambre y sed, desplazamientos masivos. Alepo fue liberada con banderas de la revolución siria y con banderas de Palestina. Los rebeldes ya atacaron posiciones israelíes en el Golán ocupado. Una siria libre puede ser útil a la causa palestina, y no un régimen podrido y asesino que nunca ha disparado un solo tiro contra Israel, ni siquiera ahora, con el genocidio en Gaza en marcha. Israel dijo y repitió durante toda la revolución que prefería que Bashar al Assad continuara en el poder y en estos días ha amenazado a la oposición siria. Al-Assad se llenaba la boca con la causa palestina, pero en realidad era el mejor guardián de la frontera norte de Israel. En estas últimas semanas reaccionó a los ataques israelíes contra posiciones de Irán en Siria con el lacónico “responderemos cuando sea el momento oportuno”, y el momento oportuno no llegó nunca en 54 años.
La revolución siria fue abandonada por la mayoría de la izquierda en todo el mundo, anclada en los preceptos del estalinismo y el colonialismo. Ahora estos maestros de la confusión seguirán justificando lo injustificable: seguirán diciendo que hay dictaduras buenas, como los regímenes de Siria, Irán o Rusia, en las que ninguno de ellos quisiera vivir. Seguirán abonados a una estúpida lógica de bloques donde se supone que se puede ser antiimperialista y ahogar a tu propio pueblo en sangre. Tienen aparato, la propaganda de Putin y de la falsa izquierda y del falso antiimperialismo reformista de los Maduro (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua) o Diaz-Canel (Cuba)de su lado… pero nada de lo que dicen se sostiene viendo lo que ocurre en Siria. La única manera de hacer cuadrar su análisis con la realidad es tergiversándola.
La caída de Bashar es el triunfo de la revolución iniciada en marzo del 2011 como parte del proceso revolucionario que comenzó en Túnez y derrumbó dictaduras de más de 30 años de existencia.
La revolución siria no es un camino de rosas. Ninguna revolución lo es. Hay muchos retos por delante, De momento, los islamistas de HTS, que han encabezado la coalición que lideró la ofensiva militar, y el PYD kurdo están en conversaciones sobre el futuro de Siria. Sólo una Siria que reconozca a todos sus pueblos puede ser un país libre y democrático. Desde la UIT-CI, como socialistas revolucionarios, que siempre apoyamos la revolución junto a la izquierda siria, no prestamos apoyo a esta dirección ni despertamos ninguna confianza política. La salida de fondo sigue siendo continuar la lucha por una Siria Socialista bajo un gobierno de las y los trabajadores y los sectores populares. Apoyamos y nos solidarizamos con el pueblo sirio y con este primer triunfo revolucionario.
No valen ahora los llantos de sirena que desde el estalinismo y la izquierda reformista critican a la revolución siria por su dirección. Las voces de izquierda en Siria fueron silenciadas con la complicidad activa de esta izquierda internacional ciega y colonial. Esta izquierda que está hoy en el exilio y con quien, desde la UIT-CI, hemos tenido el honor de trabajar codo con codo, puede jugar un papel importante en la lucha por la construcción de la nueva Siria.
Los recientes acontecimientos que han trastocado el mapa de Siria solo pueden entenderse desde este enfoque: por un lado, el colapso de un régimen descompuesto que ha perdido su base social y que solo ha podido mantenerse con el apoyo militar de fuerzas externas; por otro, el avance militar de una coalición política que, con características reaccionarias, refleja de manera distorsionada la legítima demanda del pueblo por el derrocamiento de la dictadura. Tenemos grandes diferencias políticas con HTS (el grupo que ha liderado dentro de la coalición la ofensiva militar), con los rebeldes que se apoyaron en Turquía y con la dirección kurda (PYD). También tenemos grandes diferencias con Hamás y esto no nos lleva a restar ni un ápice de apoyo al pueblo palestino. Con el dictador Bashar Al-Assad fuera del poder la lucha entra en una nueva fase, peleando, entre otras demandas, para garantizar las plenas libertades democráticas, por el retiro de todas fuerzas militares extranjeras y por los reclamos sociales pendientes por la explotación capitalista-imperialista.
¡Viva la revolución siria libre!
¡Viva la Solidaridad entre los pueblos!
¡Palestina libre del río al mar!
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores- Cuarta Internacional (UIT-CI)
8 de diciembre de 2024