Escribe Guido Poletti
El lunes 19 y el martes 20 se celebró en Buenos Aires el Primer Foro Mundial por el Pensamiento Crítico, que fue propagandizado por diversos sectores cercanos al peronismo kirchnerista y la centroizquierda como una suerte de “contracumbre” a la del G20. En realidad se trató de un evento organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), donde se realizaron paneles sobre una diversidad de tópicos vinculados al “neoliberalismo” y la “globalización”.
El foro estuvo organizado alrededor de la presencia de varios ex jefes de Estado que no se destacaron justamente por enfrentar al G20. Así, las presencias estelares fueron las de Cristina Fernández de Kirchner y Dilma Rousseff. También estuvo presente el vicepresidente boliviano Álvaro García Linera.
Comencemos por lo más obvio: Cristina y Dilma nunca se opusieron ni mucho menos repudiaron a los líderes imperialistas de esos mismos países cuando formaron parte de las reuniones anteriores del G20. Es más, repetidas veces la ex presidenta argentina resaltó la importancia de ese organismo, en el que, según ella, supuestamente nuestros países tenían “una voz para ser escuchados y hacer valer nuestras posiciones”.
Pero además de ello, tanto Cristina como Dilma fueron pagadoras seriales de las respectivas deudas externas de ambos países, abrieron el camino para la explotación y el saqueo de nuestras riquezas y permitieron infinidad de negocios de las empresas transnacionales. Increíblemente, en la “contracumbre” Cristina acusó a Macri por “endeudar el país”, como si durante su gobierno la deuda no continuó creciendo a pesar de que se pagó en efectivo más que en ningún otro gobierno.
Fue Dilma quien entregó la plataforma submarina brasileña para el saqueo petrolero de los pulpos multinacionales y fue la misma Cristina la que firmó el acuerdo secreto con Chevron para la explotación de Vaca Muerta. Ambas gobernantes le dieron infinitos privilegios a megamineras como la Barrick Gold. Sus voces nunca sonaron “disonantes” en las innumerables reuniones del G20 en las que participaron.
En síntesis: no existe ninguna “contracumbre” real contra el G20. Se trata apenas de una reunión para lavarle la cara a líderes políticos del hoy alicaído espacio de la centroizquierda, “nacional y popular” o del llamado “socialismo del siglo XXI” que, en muchos casos, ya fueron castigados electoralmente por sus propias políticas de ajuste. La verdadera “contracumbre” será en la calle, repudiando al G20 masiva y unitariamente los días de su presencia en Buenos Aires.