Escribe José Castillo
Mientras afuera del Congreso se desataba la represión, el gobierno se apuraba para lograr la aprobación del proyecto de presupuesto en la Cámara de Diputados. La urgencia se debía a que este viernes se reúne el directorio del FMI y Macri debe llegar con los “deberes” hechos.
El peronismo, una vez más, cumple el rol de sumarle los votos que necesita Cambiemos para que el proyecto de presupuesto 2019 sea aprobado. No nos debe llamar la atención. Es lo mismo que han venido haciendo desde el mismísimo comienzo del gobierno de Macri. Así fue que, en su momento, Cambiemos logró aprobar el pago a los fondos buitres, los presupuestos 2017 y 2018 o el ajuste contra los jubilados de diciembre pasado.
En este caso, el apoyo de la oposición peronista era una exigencia del propio FMI. Por eso Macri acordó previamente con los gobernadores, que ya no solamente ajustaban en sus propias provincias, sino que firmaron acompañar el acuerdo con el Fondo.
Por supuesto que el gobierno no necesitaba que todos los bloques en que está dividido el peronismo en el Congreso votaran afirmativamente. Así, tal como pasó otras veces, hubo una “división del trabajo”.
Estuvieron los diputados del peronismo federal, cercano a los gobernadores, que incluso acompañaron con su firma el dictamen de Cambiemos para que llegue al recinto y se pueda hacer la sesión. El miércoles, los legisladores de San Luis dieron la nota de entrada, siendo los que le garantizaron el quórum a Cambiemos para que pudiera dar comienzo a la sesión.
A partir de ese momento comenzó la larga sesión, llena de discursos de todo tipo. Hubo inflamadas intervenciones de muchos diputados, que denunciaron retóricamente el ajuste, mientras ayudaban a que avanzara la sesión y Cambiemos se acercara al objetivo de lograr la aprobación.
Incluso en el momento en que se desató la represión en Plaza Congreso se generó una crisis que obligó a parar la sesión. Se montó un show televisivo de una pelea entre Massot (PRO) y Filmus (Unidad Ciudadana). Posteriormente los bloques peronistas hicieron lo posible por “tranquilizar todo” y que se pudiera continuar con el tratamiento del presupuesto. El propio diputado kirchnerista Agustín Rossi pidió que terminara la represión porque… ¡había que continuar la sesión! Sostuvieron esa posición a pesar incluso de la posición provocadora de Elisa Carrió, que respaldó abiertamente que se atacara a los manifestantes.
A posteriori se escucharon fuertes discursos opositores de los diputados del Frente para la Victoria, del Frente Renovador de Massa y del nuevo interbloque conformado por los ex renovadores Felipe Solá, Daniel Arroyo y Facundo Moyano, junto con el Movimiento Evita y Victoria Donda.
Claro que todos ellos, cuando se les pregunta cuál es la salida, proponen “renegociar” el acuerdo con el Fondo y los pagos de deuda.
Nadie, salvo los diputados del Frente de Izquierda, dijeron lo obvio: que la única salida era repudiar este presupuesto, votarlo en contra y romper con el FMI, dejar de pagar la deuda externa y poner en marcha un programa alternativo de emergencia que priorice las necesidades populares.