Escribe Guido Poletti
Dos actos centrales y otros cinco menores terminaron siendo la postal del 17 de octubre. El peronismo, en todas sus variantes, sigue con el eslogan “hay 2019”, totalmente alejado de las reales necesidades populares de dar hoy la pelea contra el ajuste
El acto de mayor masividad se realizó en Tucumán. Allí coincidieron el gobernador de la provincia, Juan Manzur, junto con los de La Rioja, Sergio Casas, y Catamarca, Lucía Corpacci, y los dirigentes de la CGT Héctor Daer, José Luis Lingieri, Andrés Rodríguez y Luis Barrionuevo. Estuvieron también dos de los cuatro referentes del nuevo espacio Alternativa Peronismo Federal, Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto. Y sorprendió la presencia de Daniel Scioli, hasta ahora alineado con el kirchnerismo. Brillaron por su ausencia el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey, que prefirió difundir una foto en la que se lo ve con la gobernadora María Eugenia Vidal en la reunión de IDEA en Mar del Plata, y el cordobés Juan Schiaretti, que definió quedarse silenciosamente en su provincia. Manzur, Daer, Massa y Graciela Camaño fueron los oradores. El acto terminó siendo “ni chicha ni limonada”. No sirvió como presentación del peronismo federal, ya que faltaban dos de los principales dirigentes. Ni tampoco marcó una delimitación total con el kirchnerismo, ya que varios de los presentes, Scioli entre ellos, aspiran a unir ambos espacios.
Mientras tanto, en Merlo se dio el segundo acto en importancia, que agrupó centralmente a los intendentes del conurbano bonaerense y a las agrupaciones kirchneristas. Estuvo encabezado por Gustavo Menéndez, intendente de Merlo y presidente del PJ bonaerense, y tuvo presencia fuerte el kirchnerismo, encabezado por Máximo Kirchner. También asistieron los dirigentes de la CTA Hugo Yasky y Roberto Baradel. Pero tampoco este acto puede ser catalogado como un evento kirchnerista “puro”: de hecho, el comentario fue que, pese a las presiones del kirchnerismo, los intendentes no permitieron que Máximo Kirchner fuera orador. Otro dato de color fue que, entre los jefes comunales presentes se encontraba el de Tigre, el massista Julio Zamora. Cristina Kirchner, por su parte, no apareció en ningún acto con la excusa de viajar a Santa Cruz para ver a sus nietos.
Además de los de Tucumán y Merlo hubo otros actos menores. El presidente del PJ José Luis Gioja realizó uno en Corrientes, al que asistió el precandidato presidencial kirchnerista Agustín Rossi. Alberto Rodríguez Saá, por su parte, realizó “su” acto en San Luis. El Frente Sindical para el Modelo Nacional, con Moyano, Palazzo y Pignanelli hizo su propio evento en la sede del Smata. Y el sello de las 62 Organizaciones, que a la muerte del Momo Venegas ya se ha alejado del macrismo y aspira a reacomodarse en la interna peronista, se dividió a su vez en dos reuniones, una en Buenos Aires, en la sede de la Uatre, y la otra en Córdoba.
¿Salió algo de toda esta ensalada de actos? ¿Hubo algún llamamiento a organizarse para enfrentar el ajuste de Macri y el FMI? ¿Se planteó algún plan alternativo al de pagar la deuda con el hambre del pueblo? Nada, absolutamente nada. Solo fue “rosca” para tratar de reacomodarse hacia 2019.
No se podía esperar otra cosa. La mayoría de estos dirigentes gobiernan y aplican el ajuste en sus provincias. Muchos están comprometidos con el apoyo al acuerdo con el FMI y garantizar los votos para que salga el presupuesto 2019.
La imagen de dirigentes millonarios llegando a Tucumán en siete vuelos privados Lear Jet es la del peronismo hoy en sus distintas variantes. Los matices que los dividen se limitan a si hay que seguir mostrándose sin disimulos apoyando al gobierno, como sostienen Urtubey y Schiaretti, o si llegó la hora de asumir una imagen más “opositora”. Massa y el kirchnerismo, desde esta última posición, sostienen que hay que “revisar” el acuerdo con el Fondo. Buscan parecer duros ante la propia tropa, mientras que al hablar de “revisar” le hacen un guiño al FMI y al establishment: renegociar no significa romper ni repudiar, sino hacer lo que de cualquier manera se verá obligado a realizar cualquier gobierno patronal que asuma a fines de 2019, ya que le será imposible cumplir con las obligaciones de 2020.
Como vemos, todas estas idas y venidas están a kilómetros de lo que necesitan la clase trabajadora y el pueblo. La salida no es “esperar para votar en 2019”, sino salir a dar la pelea ahora, movilizarse contra el presupuesto y exigir un paro de 48 horas con movilización a Plaza de Mayo y un plan de lucha contra el ajuste. Hay que oponerle un plan alternativo que comience por romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa para poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. Programa que no plantea ni llevará adelante el peronismo en ninguna de sus variantes, por lo que se necesita construir una nueva alternativa política, obrera y popular, que pelee por un gobierno de los trabajadores, tal como lo venimos haciendo desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda.