No son pocos los gobiernos que intentan aprovechar la desmovilización provocada por la cuarentena para aprobar proyectos reaccionarios. En 2018, las masivas movilizaciones de mujeres obligaron al gobierno ultracatólico liderado por el ex primer ministro Jaroslaw Kaczynski a archivar el proyecto sobre la limitación del aborto que ahora quiere desempolvar. Los legisladores ultraconservadores polacos rescataron ese proyecto que pretende limitar aún más el aborto, y otro para penalizar a quienes promuevan la educación sexual a niños, niñas y adolescentes.
Nuevamente, las mujeres están en pie de guerra. Han protestado en Cracovia y organizado movilizaciones contra ese debate en el Parlamento, que no cuenta con el apoyo de la mayoría de la población. “La cuarentena no va a impedir que nos manifestemos”, dice Marta Lempart, del movimiento feminista Huelga Nacional de Mujeres. “Hemos organizado hoy una protesta desde los coches, pegamos pancartas en las tiendas abiertas y hacemos acciones en internet”.
Las mujeres polacas están llamando la atención de Europa. Ya 170 parlamentarios de veinticuatro países miembros del Foro Parlamentario Europeo por los Derechos Sexuales y Reproductivos han expresado su profunda preocupación por ambas propuestas. Exigen el derecho de las mujeres a tomar decisiones autónomas sobre sus propios cuerpos y funciones reproductivas y “condenan el cambio hacia la desinformación de los y las jóvenes y la estigmatización y prohibición de la educación sexual”.
La cobardía de los legisladores ultraconservadores polacos, de aprovecharse de la “ventaja” que les ofrece la cuarentena, ya la habían utilizado hace unos días para convocar a elecciones presidenciales para este 10 de mayo aprobando la votación por correo. Un verdadero escarnio. Sin embargo, no está dicha la última palabra, el movimiento de mujeres ya los detuvo una vez. Los legisladores polacos ultrarreaccionarios están jugando con fuego, pero corren el serio riesgo de acabar quemados en la hoguera.