Escribe Martín Fú
El gobierno postergó nuevamente el alcance de la cuarentena, esta vez hasta el 28 de junio. Un nuevo tramo que se ha definido como “cuarentena oxigenada”. Esto ocurre en medio de la multiplicación de los contagios, en donde todavía el pico de casos no ha llegado y la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense van acumulando la mayoría de los positivos, teniendo como epicentro los barrios más humildes y postergados. La extensión de los testeos e hisopados van confirmando el aumento de los contagios de Covid-19.
Las villas de Retiro, en Capital; Villa Azul e Itatí, o donde se produjo el último brote en Ensenada, en la villa José Luis Cabezas, en el sur de la provincia de Buenos Aires, son solo algunos casos que demuestran que son miles los que siguen sumidos en la miseria, sin agua ni infraestructura básica, más allá de que los gobiernen el peronismo o Cambiemos. El gobernador Kicillof y el jefe de gobierno porteño Larreta hace tiempo vienen mostrando su doble discurso, al igual que el gobierno nacional. Dicen, “por arriba”, priorizar la salud, pero por abajo van habilitando cada día más actividades mientras en las barriadas pobres y marginales los contagios van acompañados de la falta de las necesidades más básicas, como el agua corriente y un plato de comida diario.
La flexibilización de actividades que el gobierno ha anunciado en cada ampliación de la cuarentena ha consolidado los lugares de trabajo como sitios de propagación del virus, lo mismo que el transporte público, dos campos en donde cientos de miles de trabajadores están expuestos a los contagios. Los supermercados, las fábricas, los talleres y establecimientos comerciales han sido noticia por los casos de Covid-19. Coto y Carrefour tienen innumerables casos. Fábricas como Fate, Coca-Cola o Granja Tres Arroyos han registrado contagios. Mondelez Pacheco paró su producción luego de que una asamblea de trabajadores lo decidiera por los contagios y la desidia patronal, que no cumple con los protocolos de higiene y seguridad. Los lugares de trabajo son focos de contagio y lo seguirán siendo a medida que se flexibilice la cuarentena y más trabajadores retomen sus tareas sin que las patronales establezcan y cumplan con rígidos protocolos sanitarios.
Los trabajadores de la salud siguen exponiéndose más y más, la semana pasada una enfermera murió en el hospital Gandulfo, de Lomas de Zamora. En el Centro Médico Talar, de Pacheco, veinte trabajadores se contagiaron, y sus compañeros denunciaron la precarización de las condiciones de trabajo al Ministerio de Trabajo.
Es lógico que muchos trabajadores, estudiantes, jubilados y mujeres estén preocupados. Porque al riesgo de la enfermedad hay que sumarle la crisis económica que se vive y que en más de ochenta días de cuarentena se viene profundizando. Las ayudas sociales son escasas, los que las han recibido reclaman por la carestía general del costo de vida. Tienen razón, 10.000 pesos son insuficientes, si tienen la suerte para cobrarlos. Los trabajadores de la salud siguen reclamando el famoso bono de 5.000 pesos que el gobierno prometió darles, pero que según palabras del presidente Alberto Fernández “no llegó a todos los profesionales de la salud por cuestiones burocráticas”. Mientras tanto, sí les llegó la plata a Coca-Cola, Techint o Clarín, por nombrar solamente algunas empresas, en donde el gobierno paga parte de los salarios en concepto de ATP (Asistencia al Trabajo y la Producción) a patronales que nunca han parado de ganar fortunas y que no precisan la ayuda económica del gobierno. Es vergonzoso, como lo han expresado algunos trabajadores con indignación, que mientras por abajo sueltan la plata a cuentagotas, por arriba los empresarios y las multinacionales aprovechan la pandemia para maximizar sus ganancias.
Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad seguimos reclamando al gobierno la implementación de un fondo de emergencia sobre la base de un impuesto a los ricos, una ayuda social de 30.000 pesos, la suspensión de los pagos de deuda externa y que toda la plata vaya para salud, infraestructura hospitalaria y resolver la pobreza estructural que gobierno tras gobierno han cimentado en los barrios más vulnerables, que ahora están en el ojo de la tormenta. No se puede garantizar ninguna cuarentena con hambre y miseria. ¡Plata hay! seguimos peleando por una cuarentena sin despidos, suspensiones, rebajas salariales ni pobreza.