Escribe Adriana Astolfo, secretaria adjunta Adosac Pico Truncado, Docentes en Marcha
En medio del posible pico de la pandemia, con Fase 1 en AMBA y retrocesos en la cuarentena en varias provincias, el ministro de Educación Trotta presentó ante el Consejo Federal de Educación (CFE) un protocolo para regresar a las clases presenciales. En el Consejo, los ministros de Educación provinciales lo aprobaron por unanimidad. El “Protocolo marco y lineamientos federales para el retorno a clase” tiene indicaciones, procedimientos y acciones pedagógicas, organización institucional, sanitarias y de seguridad. ¿Por qué el apuro para que docentes y estudiantes arriesguemos nuestra salud y la de nuestras familias?
Ni un solo docente que está cotidianamente en una escuela fue consultado. Ni estudiantes de ningún nivel, trabajadores o familias. Salvo la burocracia kirchnerista de CTERA/CTA, que con Baradel, López y Monserrat estuvo en la reunión junto con Sadop, UDA, AMET y CEA y avalaron este protocolo.
El ministro pretende que docentes, directivos y supervisores, con “ayuda de la comunidad” y sectores “sanitarios y sociales” garanticemos el proceso de enseñanza aprendizaje, apliquemos la bimodalidad (clases presenciales y virtuales) y trabajemos en distintos horarios. Que en las aulas se dividan grupos de estudiantes de entre cinco a ocho en “burbujas” (aislados en cada aula y del resto de la escuela), limpiando todo cada quince minutos, ventilando aulas, haciendo campañas de salud, cartelería, identificando grupos de riesgo, creando espacios para “salas de salud”. Y además que logremos revertir las desigualdades educativas que se profundizaron con la virtualidad, con millones de alumnos sin conectividad, computadoras o celulares.
En vez de armar “burbujas” en las escuelas, lo que hay que hacer es sacar al ministro y sus asesores de la “burbuja” social en la que viven, parece que no tienen idea de la imposibilidad de la implementación de este protocolo. Cualquier familia sabe que, antes de la pandemia, miles de escuelas estaban en condiciones deplorables de infraestructura. Faltan aulas, cloacas, agua, calefacción, insumos de limpieza, vidrios, puertas y un gran etcétera. Faltan docentes y preceptores, estamos precarizados, debemos trabajar todo el día, tenemos alumnos de escuelas especiales que solo reciben acompañantes terapéuticos uno o dos días a la semana.
Es interesante leer comentarios y preguntas de docentes en el Facebook live de Trotta cuando presentó el protocolo. “¿Cómo mantener niños entre círculos de 2 metros cuadrados, o con sus barbijos puestos? ¿Cómo dar clases presenciales dividiendo los alumnos en un grupo primero, otro día otro y otro día otro y, a la vez, dar clases virtuales? ¿En qué momento, en qué horarios? ¿Cómo higienizar y limpiar aulas, bancos, puertas cada quince minutos si no tenemos lavandina, alcohol en gel o toallas de papel, si los baños están clausurados o falta agua regularmente? ¿Otra vez los docentes y las familias los tendremos que comprar? ¿Cómo ‘coordinaremos’ con el personal de la salud en las escuelas si ya están desbordados en hospitales y clínicas?”.
Antes de la pandemia, desde Docentes en Marcha y los sindicatos combativos reclamamos la declaración de la emergencia presupuestaria en educación para que se asignaran partidas para resolver los graves problemas de infraestructura. Nada se resolvió durante el parate en la cuarentena. Ningún protocolo puede ser viable sin inversión. Tampoco sin consultar a los docentes y las familias. La apertura de clases presenciales, además, hará explotar en muchas provincias el transporte público, con alumnos y docentes que corren de una escuela a otra.
En lo inmediato, la preocupación de docentes, estudiantes y familias pasa por evitar mayores contagios o muertes. Y, en ese marco, avanzar en lo que se pueda en la educación de manera virtual. El gobierno no garantiza los fondos necesarios para la virtualidad. Y tampoco lo hará con la presencialidad y su protocolo “burbuja”. Fernández mantiene el mismo miserable presupuesto educativo que tenía Macri en 2019 y la inflación en 2020 siguió creciendo.
Es urgente reclamar fondos para educación. Que se garanticen ya herramientas tecnológicas, computadoras, netbooks, tablets o celulares para cada estudiante y cada docente. Conectividad de calidad y gratuita para todos. Que los docentes trabajen virtualmente en los mismos horarios que cuando lo hacían presencialmente, no seguir estando pendientes y conectados las veinticuatro horas. Que se nombren los miles de cargos y módulos de docentes que el gobierno no nombró. Se quedó con millones de pesos, mientras docentes pasan miseria. Que se aumenten los salarios recuperando lo perdido en 2019 con Cambiemos y en 2020 con este gobierno. ¡Hay provincias que no recibieron un solo peso de aumento desde el año pasado, como Santa Fe! ¡Y otras que tienen meses adeudados, como Chubut! Además, la mayoría de la docencia cobra salarios por debajo de la canasta familiar y miles por debajo de la pobreza.
Para esto es necesario que se renacionalice el sistema educativo, que el estado nacional vuelva a ser el único responsable del financiamiento. Que se cobren fuertes impuestos a las grandes empresas y se deje de subsidiar multinacionales y la educación privada. Que no se pague la deuda externa. Y con todos esos fondos dar un presupuesto de emergencia para educación pública y los salarios docentes. Sólo así podremos volver a clases, después de la pandemia.