Escribe Felipe García
Los cambios establecidos por el gobierno en relación con la cuarentena no redundan en mejoras para la situación de la pandemia. Pasar del Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (Aspo) al Distanciamiento Social Preventivo Obligatorio (Dispo) es seguir creyendo que las medidas de aislamiento o distanciamiento por sí mismas pueden frenar la pandemia. No son un par de siglas las que van a resolver el grave problema de la salud si no van acompañadas por una serie de medidas complementarias. Prueba de ello es que el mismo día que el presidente anunciaba estos cambios, la Argentina batía el récord de muertos por cada millón de habitantes.
Después de casi nueve meses de cuarentena tenemos 1.250.486 contagios y 33.907 muertes. Son cifras altísimas. Una clara demostración del fracaso de las políticas del gobierno, que intenta colocar la responsabilidad en la población exigiendo el aislamiento social, pero no toma medidas de fondo. Desde el inicio hemos denunciado que la cuarentena sola no resuelve nada y, junto a los trabajadores de la salud y sus gremios combativos como Cicop, entre otros, hemos exigido medidas complementarias que requieren inversión, algo que el gobierno, en medio de las negociaciones con el FMI, se niega a hacer.
Dispo no es una medida concreta capaz de aliviar la situación. Es un nombre pomposo para flexibilizar la cuarentena abriendo nuevos sectores de la economía, algo que el gobierno viene haciendo desde hace tiempo en complicidad con los grandes empresarios. Por eso, aun bajo el protocolo del Aspo, mucha gente, cansada de una cuarentena que no ofrece resultados y sin contar con ayuda del gobierno, empezó a flexibilizarla por su propia cuenta, sobre todo pequeños comerciantes y trabajadores autónomos.
Muchos anuncios, pocas medidas concretas
En esta cuarentena, el gobierno peronista de Alberto Fernández y los gobernadores peronistas, radicales y de PRO se ha caracterizado por hacer muchos anuncios pero pocas medidas concretas capaces de resolver el problema. Ahora ha comenzado el período de promocionar las vacunas, cuyo principal objetivo es centrar la solución en una posibilidad futura para evitar tomar medidas concretas. Un reciente informe del New York Times sostiene que en todo el mundo existen 59 proyectos de vacunas en experimentación humana, 38 están en la fase 1, aplicada a pequeños grupos; cuatro en la fase 2, cuando se observa la reacción de los vacunados, y once están en la fase 3, pero todavía no hay ninguna aprobada para ser utilizada masivamente.
En este marco, los rusos y los chinos han aprobado para uso limitado vacunas que están en la fase 3. Es decir que no han completado su período de prueba. Una de ellas es la famosa Sputnik V, que el gobierno acaba de anunciar con bombos y platillos. Según informaron, han comprado diez millones de dosis. ¿Qué garantías le ofrecen a la población los diputados y senadores que votaron a favor una ley que otorga protección jurídica a los laboratorios ante cualquier daño colateral generado por la vacuna? Son muchas las preguntas sin respuestas.
La doble crisis, la económica y la provocada por la pandemia, está haciendo estragos entre la población trabajadora y los sectores populares. Mientras tanto, el centro de la preocupación del gobierno peronista es negociar con el FMI. De ahí solo saldrá más ajuste y sacrificios para el pueblo trabajador. Deben ser tomadas medidas urgentes para atacar estas dos crisis. Hay que establecer aislamientos selectivos y por tiempos determinados, dependiendo del grado de riesgo. Efectuar rastreos de contagiados y testeos masivos, además de medidas accesorias como la asistencia con alimentos y recursos económicos a las familias que sean aisladas y a los sectores vulnerables de la sociedad. Junto con esto, se deben centralizar en la salud pública todos los recursos destinados al sector, aumentar el salario de los trabajadores de la salud y efectuar las contrataciones necesarias para evitar el colapso humano. Para financiar ese gasto, proponemos no pagar la deuda externa y aplicar un fuerte impuesto a la riqueza, a las grandes empresas y los sectores financieros, como lo plantea el FIT Unidad.