Escribe Mercedes de Mendieta, legisladora porteña y candidata a diputada nacional por Izquierda Socialista/FIT Unidad
Muchas compañeras y compañeros nos plantean sus dudas sobre las consecuencias de romper con el FMI y dejar de pagar la deuda externa. ¿Qué consecuencias nos traería?
Si seguimos pagando la deuda externa no hay futuro para el pueblo trabajador. Es una bola de nieve infernal que sigue creciendo. Más pagamos, más debemos. Las consecuencias, gobierno tras gobierno, están a la vista. En 1974 teníamos un 4% de pobreza, hoy estamos arriba del 40%. Es la foto más gráfica de las consecuencias del endeudamiento externo. A esto hay que sumarle los planes de ajuste que nos impone el FMI, justamente con el objetivo de ir pagando vencimiento tras vencimiento.
Ahora estamos otra vez a las puertas de la firma de un nuevo acuerdo con el Fondo. Como todos los que firmó la Argentina en su historia, o como absolutamente todos los que se les impusieron a los distintos países sometidos al imperialismo del mundo, sólo crearán más pobreza, marginación, desempleo, peores salarios y retroceso en la salud y la educación públicas. No hay ninguna posibilidad de un “acuerdo progresista”, aunque el gobierno de Alberto Fernández quiera vendernos este argumento.
¿Qué hacer? Desde el Frente de Izquierda Unidad somos categóricos: suspender inmediatamente todo pago de deuda externa y romper los lazos políticos y económicos que nos someten al FMI. ¡Ahí está el dinero y la independencia económica que necesitamos para lanzar un programa alternativo que atienda las más urgentes necesidades populares!
¿Qué consecuencias nos traería?
Existe una enorme y total coincidencia entre el Frente de Todos, Juntos por el Cambio y también Milei y Espert: que es imposible dejar de pagar la deuda y romper con el Fondo. Por supuesto, Juntos por el Cambio y los libertarios dicen que el pacto con el FMI nos obligaría ajustar y que eso es la salida para la economía. El Frente de Todos, con su típico doble discurso, dice que “no nos vamos a poner de rodillas con el Fondo”, afirmando que van a negociar duro para finalmente llegar a un acuerdo que no implique un ajuste. Como dijimos más arriba, eso no existe. De lo que no cabe duda es que sí pagaremos. “Siempre pagamos, somos pagadores seriales”, confesó no hace mucho la vicepresidente Cristina Fernández.
Pero, ¿y si no pagamos? ¿Y si nos vamos de la negociación y rompemos con el Fondo? Ahí de nuevo todos, peronistas, macristas y libertarios coinciden en que “nos caemos del mundo”, “vendrán las consecuencias”, “nos aislamos” y los mil y un males.
Mentira. Lo decimos tajantemente. No es cierto que no se puede dejar de pagar la deuda. Un estudio de dos economistas reconocidos a nivel internacional, Carmen Reinhort y Kenneth Rogoff, han relevado 800 casos de no pagos de deuda desde el siglo XIX hasta hoy. Hay ejemplos de todo tipo. Pero nos vamos a concentrar en uno que nos toca de cerca: en diciembre de 2001, la movilización del Argentinazo impuso el no pago de la deuda. En 2002 ese dinero que ya estaba presupuestado para entregárselo a los pulpos acreedores fue el que se utilizó para pagar dos millones de planes a quienes no tenían ningún tipo de cobertura frente a la desocupación. Y en los años siguientes, hasta que el kirchnerismo impuso volver a pagar la deuda en 2005, hubo superávit fiscal (lo que se recaudaba era más que lo que se gastaba) lo que permitió que, duras luchas mediante, se lograra recuperar un poco el salario y el empleo. Durante todo ese período, nadie “bloqueó” ni “sancionó” a nuestro país.
Por supuesto, mientras no se paga la deuda ni se arregla con el Fondo, no entran más fondos especulativos, ni aumenta el endeudamiento. Esto sólo es un problema para los que viven de las superganancias que generan esos negocios.
Lo mismo con respecto al FMI. Digamos de entrada que, cuando se creó el Fondo al final de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina no ingresó, ni lo hizo en los diez años posteriores. Recién con el golpe gorila de 1955, la dictadura de Aramburu hizo que entráramos a ese organismo. A partir de ahí, cada acuerdo con el Fondo significó un plan de ajuste. Esto se agudizó después cuando la dictadura genocida creó la deuda externa que sufrimos aún hoy. Todos los acuerdos posteriores con el FMI obligaron a feroces ajustes con el objetivo de pagar los vencimientos de dicha deuda, que siguió creciendo hasta el infinito.
La propuesta del FIT Unidad es posible y necesaria
En síntesis, cualquier consecuencia que pueda surgir del no pago de la deuda o de la ruptura con el FMI, perjudicará mucho más a los pulpos acreedores que al pueblo trabajador. Incluso, en el caso que el establishment internacional y el imperialismo amenacen con alguna sanción, desde nuestro país le opondremos el llamado a la conformación de un Club de deudores latinoamericanos, ya que el flagelo de la deuda nos afecta a todos de conjunto. Si nuestras riquezas, en vez de ser saqueadas, se utilizan para atender las necesidades conjuntas de nuestros pueblos, tendremos recursos de sobra para resolver las urgentes necesidades de salario, trabajo, salud, educación y vivienda que tenemos pendientes. Esta es la propuesta que postulamos desde el Frente de Izquierda Unidad. Te invitamos a fortalecerla con tu voto.