Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
La Capital de Ucrania no vive los días vertiginosos en los que todo un pueblo se puso de pie para defenderse y repudiar el posible ingreso de los tanques y soldados rusos a días de la invasión del 24 de febrero. Pero la alerta está latente. Hace días fue lanzado por parte del ejército ruso un misil sobre un barrio de Kiev, y si bien fue interceptado por la defensa antiaérea los restos del arma letal destruyeron una vivienda dando muerte a una conocida periodista. “No ignoren las alarmas antiaéreas, y si las oye siga camino hasta el refugio más cercano”. Este mensaje recibieron los habitantes de Kiev en sus teléfonos ante el riesgo de nuevos ataques. Nosotros lo vivimos estando allí. Uno de los días empezó a sonar la sirena, cuando estabamos bajando al metro (subterráneo) que suele usarse como refugio.
En la Plaza Maidán pudimos ver hierros preparados para interceptar tanques invasores, gran cantidad de bolsas blancas para hacer barricadas, resguardar edificios históricos y comercios, e impedir el paso hacia los subterráneos. También grandes hormigones en calles y accesos para obstaculizar el avance ruso.
Nos contaron que ante la amenaza de invasión, los subterráneos fueron usados como verdaderos búnkers por miles de familias para resguardarse día y noche, incluso llevando sus cosas de sus casas para sobrellevar mejor el terrible momento. El subte de Kiev es uno de los más profundos del mundo. Sus puertas de hierro están preparadas para que al cerrarse la protección sea total.
Escuchamos también el relato estremecedor sobre familias divididas, entre quienes se iban huyendo del horror y otros que se quedaban al frente. Otros que se trasladaron a distintos lugares dejando todo, pero que luego volvieron al tener la contradicción de sentirse mal por alejarse de quienes se alistaban en las filas de combate, sumándose a la pelea.
El gobierno dispuso entregar un arma y algunos pertrechos a quienes se presentaran voluntariamente con su documento de identidad, siendo parte de las denominadas Defensas Territoriales, es decir, para organizarse por sector y colaborar y vigilar para defender la dignidad de un barrio, familias, pueblos.
“La clase obrera es la que puso lo mejor. De 3.500 trabajadores mineros 800 se nos fueron al frente”, dijo un dirigente de ese sindicato. “Nuestros obreros de la construcción fueron un pilar en las barricadas y el relleno y traslado de las bolsas blancas”, señaló el de ese sector. Los ferroviarios jugaron y juegan un rol fundamental, como lo comentamos en la página 8 de esta edición. Varias estaciones como la de Kramatorsk, en el este, fueron atacadas. En esta murieron al menos cincuenta personas por un bombardeo ruso en abril. Estos ataques tratan de pegar siniestramente en el corazón neurálgico de un pueblo que resiste para no ser invadido y perder su identidad.
“Toda la izquierda está unida en esta causa”, nos dice Sergei de Operación Solidaridad. La izquierda ucraniana dejó sus diferencias a un costado y se puso decididamente en la primera fila. Una enseñanza para esa izquierda que en otras partes del mundo le da la espalda a la resistencia ucraniana, apoyando en los hechos la invasión de Putin.
Observamos también que el pueblo lucha contra la invasión sin dejar de señalar que antes, y ahora, el gobierno de Zelensky es responsable de utilizar la guerra para atacar al movimiento obrero y descargar la mayor crisis capitalista de Ucrania sobre sus espaldas.
Un dirigente del sindicato de las centrales nucleares relató la alarmante situación ante el hecho de que tropas rusas han tomado la central nuclear ucraniana más importante de Europa, la de Zaporiyia, denunciando que los jefes designados por Rusia no estarían preparados para manejarla con la seguridad que se requiere. Trabajadores de la salud denuncian que en las zonas ocupadas son obligados a trabajar bajo legislación rusa, perdiendo derechos y conquistas.
Los medios quieren dar la idea de que Kiev está volviendo a la “normalidad”. Pero no hay normalidad ante diarios ataques a ciudades en el este y sur del país. No hay normalidad ante el crecimiento del hambre y la pobreza; la caída del 40% de la actividad económica; el aumento de la gasolina al 100%; el crecimiento de la deuda externa con el FMI.
Muchos hablan de la posterior reconstrucción de Ucrania. Es tema de conversación. Es que como pasa en Argentina y otras partes del mundo, el pueblo ucraniano ya ha probado con todos los gobiernos. Solo las y los trabajadores y demás sectores populares podrán imponer una salida favorable peleando por un gobierno propio. Mientras tanto, hay que seguir luchando para expulsar al invasor. Eso lo sabe el pueblo ucraniano y para ello pide solidaridad internacional. Esto es lo que constatamos en los días que estuvimos. Por eso seguimos llamando a hacer los máximos esfuerzos en su apoyo. Es el compromiso que asumimos desde la UIT-CI.
Recorriendo la plaza Maidán en el Centro de Kiev
Imágenes en el centro de Kiev, Plaza Maidán: estructuras de hierro y bolsas que aún quedan a la vista, puestos para enfrentar a los tanques rusos si se disponían ingresar a la capital al inicio de la invasión