Escribe Guido Poletti
Los datos son aterradores a fines del año pasado, casi un tercio, exactamente el 31,5% de los trabajadores, cobraban salarios por debajo de la línea de pobreza (informe de del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales -Cedlas- de la Universidad Nacional de La Plata). Estos números sin duda han empeorado a causa de la inflación por las nubes de este primer cuatrimestre de 2022.
Según los números oficiales del Indec, el piso para no ser pobre es poder adquirir lo que se denomina la “canasta básica total”. Esta ascendía a fines de abril a 95.260,37 para una familia tipo. Dicha canasta no tiene en cuenta ciertos gastos fundamentales de todo núcleo familiar, como el de los propios gastos para tener un hogar, tal el caso del pago del alquiler o las expensas. Incorporando todo esto, los trabajadores de ATE Indec elaboran otra canasta mucho más realista, que establece que el límite para no ser pobre en tener un ingreso de 154.134 pesos.
La media que gana hoy un trabajador o trabajadora está en 50.000 pesos. Eso quiere decir que dos personas que habitan bajo un mismo techo con ese ingreso están muy lejos de alcanzar dicha canasta. Es urgente aumentar los salarios para recuperar el poder adquisitivo.