Escribe Guillermo Sánchez Porta
La lucha del Sutna por las paritarias duró cinco meses. La última semana, con la permanencia de Alejandro Crespo (secretario general) y un grupo de dirigentes en el ministerio de Trabajo, el paro total en las tres plantas, la enorme movilización obrera al ministerio, la intervención de Massa contra los obreros, fue seguida por millones de trabajadores que festejaron el triunfo. Debemos tomar sus principales enseñanzas para las luchas en curso y las que vendrán.
El conflicto del Sutna es un gran triunfo para los obreros del neumático y todos los trabajadores. El acuerdo fue aprobado en una masiva asamblea. Se cerró la paritaria anual de julio de 2021 a julio 2022 con un 66% (un 2% más que la inflación de ese período). Y de julio del 2022, que las patronales querían dar un 38% (una verdadera provocación), se firmó un 63%, cláusulas de gatillo salarial que compensará si la inflación es mayor y se dará un 10% más. Y dos bonos, de 100.000 pesos y de 34.000 pesos.
El triunfo quebró el techo salarial gobierno-patronal
La misma noche que se logró quebrar la intransigencia patronal, la burocracia de la CGT anunció que los Bancarios lograron un 94% de aumento. Luego los Portuarios 75%, Uocra 76%, Seguridad 85%, Seguros 109%. La burocracia quiere mostrar que no es necesario luchar como el Sutna para conseguir aumentos. Cuando en realidad los trabajadores del neumático quebraron el techo salarial de las patronales y el gobierno, y por eso logran estos porcentajes. Así, Pablo Moyano de Camioneros pedirá 130% y, si no lo dan, “podemos hacer mucho más lío que el Sutna”. El quebrar el apriete de las patronales y el gobierno, fue un ejemplo, entusiasma la posibilidad de luchar y ganar. El “hay que hacer como el Sutna” se escucha en las luchas.
Patronales, gobierno, CGT y CTA contra la lucha
El Sutna enfrentó a las multinacionales de Bridgestone y Pirelli y al multimillonario Madanes dueño de FATE (también de Aluar, la única empresa de aluminio de Argentina), quien llevaba la voz cantante de las paritarias. La conducción del Sutna salió al conflicto reclamando recuperar el pago de las horas de fines de semana al 200%. Aunque no lo lograron, es un reclamo muy sentido, en FATE se trabaja en turnos rotativos, siete días seguidos y dos de franco, por lo que se anula la vida social y familiar, trabajando sábados y domingos.
La estrategia conjunta de las empresas con el ministerio de Trabajo fue aprovechar que la lucha del neumático estaba aislada, para desgastarla. Durante cinco meses, en 35 reuniones paritarias, las patronales llevaron la misma propuesta salarial a la baja y el rechazo del 200%. Y el gobierno del Frente de Todos con su ex ministro Moroni las apoyó. En esos meses se hicieron paros alternados por turnos y por empresa, algunos bloqueos y diferentes acciones. Las patronales soportaron estas medidas y se dedicaron a descontar los paros (hubo descuentos de entre 30 a 50 mil pesos por quincena), amenazaron con despidos, cierre de turnos, aprietes dentro de las plantas hasta con policía. La burocracia de la CGT y las CTA no movieron un dedo por la lucha y trataron de quebrarla. La agrupación Violeta de Wasiejko militó contra el paro, como sectores del massismo, de Daer y Acuña de la CGT. Era importante reclamarles un paro general, para desnudar abiertamente su alianza con la patronal y tratar de quebrarla.
Solamente el sindicalismo combativo nucleado en el PSC y los partidos del Frente de Izquierda y la izquierda apoyaron incondicionalmente a los obreros del Sutna y su lucha.
Masivo repudio de los trabajadores a las provocaciones de la patronal
Cuando esta “Santa Alianza” patronal, gobierno y burocracia creía que el conflicto no daba para más, decidieron ir por todo: cerraron la paritaria 2021-22; ofrecieron el 38% para 22-23 y empezar a cambiar los ritmos de producción; negaron el ingreso del Sutna a las plantas para que no haya asambleas democráticas para decidir; amenazaron con un lock out patronal hasta que la directiva aceptara, entre otras cosas. Hasta Massa se metió e informó que daría los dólares a las empresas para importar cubiertas y trató de “grupo minúsculo” al sindicalismo combativo del Sutna. Daer y Acuña de la CGT se reunieron con el gobierno para exigirle que reprima el conflicto, les quite la personería y cierre las paritarias.
Desde la permanencia en el ministerio de Trabajo, Crespo convocó al paro total y bloqueos en las plantas. Se comunicó con nuestro compañero y dirigente del sindicalismo combativo “Pollo” Sobrero para ayudar a presionar la reapertura del diálogo con el ministerio. Convocó a movilizar masivamente al ministerio y llamó al apoyo activo de todo el sindicalismo combativo y los partidos de izquierda. Así se logró reabrir la paritaria. La presencia masiva de trabajadores del Sutna en la puerta del ministerio, que no se irían hasta lograr un acuerdo, la campaña que logró un amplio apoyo social a la lucha y que el paro se hizo sentir fuerte en las automotrices (Ford y Toyota suspendieron turnos por falta de cubiertas, Fiat y GM anunciaron que sólo podían seguir una semana) fue demasiado para el gobierno. Pablo Moyano (CGT) y Yasky (CTA), que en cinco meses no hicieron nada por el conflicto, se pronunciaron a favor. El gobierno usó a Moyano como mediador, para que no quedara claramente que era el sindicalismo combativo y la izquierda quienes estaban torciéndoles el brazo. Finalmente se llegó al triunfo, aprobado en asamblea.
Además, un enorme triunfo político
Esta enorme lucha demostró que con el sindicalismo combativo como la directiva del Sutna, se les puede torcer el brazo a la alianza de patronales, gobierno y burocracia sindical. Ellos quisieron ir contra la conducción del Sutna y su cuerpo de delegados, para frenar la organización y la lucha, quitarles conquistas y avanzar en la rebaja salarial. Y para dar un ejemplo contra el conjunto de los trabajadores. Todo le salió al revés. Se demostró que luchando firme se puede ganar, que es necesario terminar con la burocracia sindical y fortalecer al sindicalismo combativo en todos lados. Hay que seguir el ejemplo del Sutna y avanzar en la coordinación y organización de los que luchan, sumándolos al sindicalismo combativo.