Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop
Las declaraciones de la economista Diana Mondino mostraron en toda su ferocidad la entraña patronal al servicio de los monopolios del candidato ultraderechista Javier Milei. “¿Qué es el mercado de órganos? Vos necesitás un riñón y no hay nadie … que te lo pueda o quiera donar. Pero a lo mejor hay alguien en la otra punta que es compatible […] Hay un señor que se ha ganado el Premio Nobel por esto, que es Alvin Roth” (La Nación, 1/11/2023), simplificó la libertaria. Le faltó decir dos cosas: una, que eso es habilitar la compra venta de órganos; la segunda, que el proyecto de un mercado legal internacional de órganos elaborado por el nombrado Premio Nobel fue rechazado tajantemente por la Unión Europea.
¿Qué hay detrás de la compra venta de órganos?
La revista médica británica Lancet señalaba ya el 10/5/2003: “En general, el movimiento de los riñones [lo más frecuente] … [va] del Sur al Norte, del Este al Oeste, de cuerpos pobres a otros más adinerados, de cuerpos negros y morenos a blancos, de mujeres a hombres, o de individuos pobres, de baja posición, a individuos más acomodados”. Organs Watch, grupo que investiga el tráfico de órganos, revela que: “el receptor de órganos promedio [tiene] ingresos anuales de 53.000 dólares, mientras que el donante promedio […] ingresos inferiores a 500”. Los receptores pueden pagar entre 50.000 y 100.000 dólares por un riñón, un hígado, un corazón o cualquier otro órgano, según un funcionario del Consejo de Europa; los donantes reciben menos de 5.000.
Se trata de un negocio global de miles de millones de dólares. Como informa Interpol, requiere grandes capitales para una infraestructura importante: laboratorios, quirófanos, conservación y transporte, equipos de profesionales, reclutadores y vendedores.
Una forma cruenta de la superexplotación capitalista
Entre los miembros más pobres y explotados de la clase trabajadora (muy especialmente de los países semicoloniales) se encuentran quienes se ven obligados a vender sus vísceras para poder satisfacer necesidades elementales. No se trata solo de alquilar la fuerza de trabajo del obrero sino de convertir su carne y su sangre en una mercancía. Con brutal cinismo, los defensores de la legalización del comercio de órganos se preguntan ¿por qué si los trabajadores reciben salarios altos por labores riesgosas no pueden cobrar por la venta de sus órganos para salvar la vida de otras personas?
Rechazamos esa aberrante propuesta capitalista que pretende la apropiación de la carne y la sangre de la clase trabajadora. El principio gremial innegociable “no entregar salud a cambio de mayor salario” es parte de la lucha de las y los trabajadores de todo el mundo desde hace más de doscientos años por la seguridad en el trabajo, por la disminución de la jornada laboral y por la defensa de la salud del trabajador y la trabajadora que incluye su integridad física.