Escribe Mariano Barba
Bajo el título de “Milei pará la mano” la CGT, con el apoyo de las CTA, convocó al último paro del 9. Lo hicieron “en defensa de la democracia, los derechos laborales y el salario digno” y contra “un gobierno nacional que […] implementa un ajuste brutal […]”, y reafirmando el derecho a “participar en el diseño de la sociedad a la que aspiramos” destacando “la defensa del mercado interno”. Más allá de la importancia del paro que todos protagonizamos, es evidente que en su programa, la propuesta de la CGT no va a resolver los problemas de fondo. Se parece al discurso de los últimos gobiernos peronistas que nos llevaron a una miseria cercana al 50 % y una inflación galopante al final del gobierno de Alberto, Cristina y Massa al que apoyaron durante toda su gestión.
Terminado el paro, la cúpula de la CGT salió presurosa a negociar, con los diputados de los bloque patronales modificaciones parciales a la Ley Bases, pero dejan correr las reformas estructurales del gobierno. No hay salida sin derrotar el plan motosierra de Milei y el FMI en su conjunto, para lo cual tendrían que estar convocando a la continuidad del plan de lucha con 36 horas como se lo estamos exigiendo desde Izquierda Socialista/FIT Unidad y el sindicalismo combativo.
Junto con esto, para superar la pobreza, recuperar el salario y las jubilaciones y defender las conquistas sociales es necesario proponer un plan económico alternativo, obrero y popular, que plantee:
Aumento inmediato de salarios, igual a la canasta familiar. Homologación de todas las paritarias, sin techo. Aumento de jubilaciones, llevando la mínima al valor de la canasta de la Tercera Edad.
Reincorporación inmediata de las y los despedidos. Pase a planta permanente de los contratados. Prohibición por ley de suspensiones y despidos.
Ruptura con el FMI. Suspensión inmediata de todo pago de la deuda externa.
Impuesto extraordinario a las grandes empresas y fortunas para financiar un plan de construcción de viviendas populares.
Nacionalización de la banca y el comercio exterior, para terminar con la especulación, la fuga de capitales y el contrabando.
Restitución, indexadas por inflación, de todas las partidas presupuestarias sociales, de salud y educación.
Reestatización de las empresas públicas privatizadas para ponerlas a funcionar bajo gestión de sus propios trabajadores y usuarios.
Nacionalización de los yacimientos de petróleo, gas y litio, para avanzar en un plan de desarrollo respetando al ambiente y las comunidades locales, y terminar con el saqueo y la depredación.