Escribe Guido Poletti
En estos días se está discutiendo en la comisión de Acuerdos del Senado los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla como candidatos a integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Lo de Lijo es escandaloso. Juntó un récord de 328 impugnaciones de todo tipo y color. Tiene denuncias por mal desempeño en su cargo actual de juez ante el Consejo de la Magistratura, e incluso fue acusado penalmente de asociación ilícita, lavado de dinero, coimas y tráfico de influencias. Milei lo dijo explícitamente: es el juez que necesita en la Corte para garantizar que todas sus medidas de ajuste, aún las más flagrantemente anti constitucionales, pasen sin chistar.
De García Mansilla directamente lo que se puede decir es que es un dinosaurio de ultraderecha, líder de los “pañuelos celestes” y explícitamente en contra de cualquier política de garantía de derechos para mujeres y disidencias sexuales.
Sin embargo, el peronismo mantiene un cuidadoso silencio frente a estas nominaciones. Que responde a algo muy concreto: son quienes ya negociaron con La Libertad Avanza darle los votos para que salgan estas nominaciones.
En el caso de Lijo, el acuerdo ya es explícito. El negociador con el asesor todo-terreno de Milei Santiago Caputo es nada más ni nada menos que el propio Wado de Pedro, con el obvio visto bueno de Cristina Fernández. Una vergüenza absoluta.