Escribe Guillermo Sánchez Porta

En medio del brutal ataque del gobierno de Milei contra la docencia y la escuela pública, contra el derecho de huelga con la esencialidad, el recorte presupuestario y salarial, el dirigente peronista “progresista” Juan Grabois se sumó al coro de los que lo justifican. No es nuevo que dirigentes del peronismo tengan a la docencia y sus derechos laborales como centro de sus políticas de ajuste. Recordemos los discursos de Cristina Kirchner en la apertura del Congreso tratándonos de “vagos” e “ignorantes” o la aplicación de los recortes en educación de todos los gobernadores peronistas actuales, como el riojano Ricardo Quintela que le gritó a una maestra “andá a laburar, vaga de mierda”.

Pero el repudiable sincericidio de Grabois fue contundente. “No estoy en desacuerdo que declaren la esencialidad y pongan guardias en las escuelas”. “No todos los docentes ganan miseria”. “El docente debe tener un nivel de persona y de vocación, responsabilidad, no ser un sorete que maltrate a los chicos (hay muchos), no ser un abusador serial del estatuto docente, no tomarte el palo cuando se te antojen las pelotas”. “Mi piba estuvo dos meses sin clases porque faltó el docente”, fueron algunos de sus dichos.

Toda la docencia, que trabaja todos los días dos o tres turnos para poder sobrevivir con salarios miserables, lo repudió. El 50% de la docencia cobra menos de la canasta de pobreza. Es la docente quien cuida a las y los niños como “una segunda madre” y quienes sí los maltratan son los gobernantes que hacen que un millón de niñas y niños vayan a dormir sin comer nada. Grabois, como Milei, quiere que las escuelas sean “guarderías” de niñas y niños, no escuelas para educarse. Si fuera cierto que la hija de Grabois estuvo dos meses sin docente, la responsabilidad es del gobierno (o del director de su escuela privada) que no nombra al suplente para ahorrar plata. Y miente cuando dice que una docente puede “tomarse el palo” cuando quiere. Como toda trabajadora, la docencia firma cuando entra y no puede salir.

No es casual que Grabois no haya hablado de la gran cantidad de días de clases que se pierden por problemas de infraestructura escolar (¿o Grabois querrá que hagamos de albañiles, carpinteros o electricistas también?) y que muchísimas escuelas están meses sin clases y muchas las y los estudiantes se turnan los cursos y van sólo dos o tres veces por semana. Y que en Buenos Aires, Neuquén y varias provincias, los desastres edilicios llevaron a muertes y heridas de docentes, auxiliares y estudiantes. Lo que la educación pública necesita es mayor presupuesto para un salario digno, para infraestructura escolar, sin liquidar los derechos laborales. Y la plata debe salir de suspender los pagos al FMI y los subsidios a la educación privada.