Escribe Nicolás Núñez, referente de Ambiente en Lucha (Izquierda Socialista e independientes)
Imaginate que mirás el pronóstico antes de salir de tu casa para ir a laburar, y todos los canales dicen que te va a tocar apenas una garúa. Pero a la hora, cuando ya estás por bajar del tren, se transformó en el granizo más potente que viste en tu vida. Bueno, ahora pensá eso, pero con un huracán. Algo así pasó con “Miltón”, que azotó en los últimos días las costas de Estados Unidos provocando todo tipo de destrozos. En unas pocas horas, uno de los servicios meteorológicos mejor pertrechados del mundo pasó de registrar a Miltón como un fenómeno mar adentro de la escala más leve (1), para que en cuestión de minutos los mapas de intensidad se pintaran de rojo, escalando a nivel 5 (el máximo posible).
Múltiples ciudades fueron evacuadas frente a un nuevo fenómeno de una temporada de huracanes (aproximadamente entre junio y noviembre) que fue antecedido por “Helene”, otro huracán que causó más de doscientas muertes y decenas de miles de desplazados. Los científicos señalan que se espera contabilizar este año una cantidad de eventos de este tipo un 60% mayor que el promedio de los últimos treinta años. La World Weather Attribution, organismo dedicado al estudio de la incidencia del calentamiento global sobre los fenómenos extremos señala que se ha multiplicado por 2,5 la posibilidad de que registren huracanes de la violencia registrada por Milton, siendo que uno de sus principales motores es la temperatura de los océanos, que se ubicó en estos meses 2º por encima de la media de las décadas precedentes. La destrucción ambiental del capitalismo está transformando al Atlántico en una máquina de catástrofes constantes.
Mientras todo esto pasaba, se conoció un dato que también es todo un signo de época. Una de las principales petroleras del mundo, “Beyond Petroleum”, la ex “British Petroleum” cuyo nuevo nombre podría traducirse marketineramente como “Más allá del petróleo”, resolvió que en realidad tan lejos no quería ir, y desestimó su compromiso previo de reducir la producción de petróleo para 2030. Anunciaron, en cambio, profundizar su inversión off shore en México, y también en medio oriente. Más particularmente, son parte de quienes están detrás de los combustibles fósiles que se encuentran frente a las plazas de la bombardeada Gaza.
El capitalismo imperialista sólo nos depara más eventos climáticos extremos, guerras y hambre. Otra vez, toca decir frente a los negacionistas, y a quienes quieren hacer plata con la “transición energética”, que la única alternativa es socialismo o catástrofe.