Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y la UIT-CI
Las encuestas preveían un empate técnico y que podía tardar días en conocerse el resultado, pero la victoria de Donald Trump terminó siendo más rápida y contundente. Ganó en Carolina del Norte y dio vuelta a Georgia, Pensilvania y Wisconsin, estados en los que había perdido ante Biden en 2020. Ganó con el voto popular y se llevaría la mayoría del Senado y la Cámara de Representantes.
Ha vuelto a ganar la presidencia de los Estados Unidos. Trump es un ultraderechista, racista fanático, xenófobo, misógino condenado por abuso sexual, con ideas abiertamente fascistoides. Este triunfo lo están festejando los y las ultraderechistas del mundo como Meloni, Le Pen, Bolsonaro o Milei.
La pregunta de millones es: ¿cómo pudo volver a ganar semejante personaje ultraderechista fascistoide? Por la misma razón que ganaron en otras latitudes Meloni, Bolsonaro o Milei. Y por causas semejantes por las cuales había ganado en el 2016. Por el hartazgo de millones de personas del pueblo trabajador y de la juventud que equivocadamente dan un voto castigo a los gobiernos capitalistas de sus países que bajan el nivel de vida de las masas para beneficiar a las grandes multinacionales y oligarcas del mundo.
En el caso de Estados Unidos expresa el odio de millones al gobierno capitalista-imperialista de Biden-Harris, quienes perdieron 15 millones de votos en comparación con las elecciones del 2020. Más que ganar Trump perdió Kamala Harris y el partido Demócrata gobernante. Harris no pudo superar la debacle del partido Demócrata que tuvo que reemplazar de apuro la candidatura de Biden por Harris. Harris no pudo nunca disimular o esconder que su gobierno siguió bajando el nivel de vida de la clase trabajadora y de los sectores populares. No pudo esconder que ella misma persiguió a los migrantes. No pudo esconder que ella y Biden encabezan un gobierno que apoyan el genocidio en Gaza. Que apoyan financiera y militarmente a Israel y su masacre criminal sobre el pueblo palestino y del Líbano.
Por eso miles de simpatizantes de la causa palestina iban a sus actos a repudiarla. Por todo eso no tuvo el apoyo de amplios sectores progresistas ni de la juventud por su repugnante posición en favor del genocidio en Gaza. Ni la comunidad negra, ni los latinos han respaldado masivamente su liderazgo. Hasta Roger Waters y la luchadora ambientalista Greta Tumberg rechazaron el apoyo tanto a Harris como a Trump.
Trump tuvo el voto tradicional ultra conservador, racista y de derecha estadounidense, de las comunidades evangélicas, de las y los anti derecho al aborto y a las mujeres y disidencias. También tuvo el voto castigo equivocado de miembros de la clase trabajadora, fundamentalmente blanca, afectados por la crisis social como quedó demostrado en el abandonado “cinturón del óxido” enclavado en Michigan, Pensilvania y Wisconsin. Pero también logró sumar una franja de votos de la comunidad negra, musulmana y latina por el odio al gobierno de Biden-Harris, y por las mentiras de Trump de “que vamos a cambiar todo” o “vamos a terminar con las guerras”. Cuando es un agente de las multinacionales y también apoya a Israel y al genocidio en Gaza, Palestina y en Medio Oriente y en su primer mandato trasladó la embajada norteamericana a Jerusalén.
El regreso de Trump a la presidencia es una nueva expresión de la crisis y de la decadencia social y política que vive desde hace tiempo el sistema capitalista- imperialista y que tiene su propia expresión en los Estados Unidos. El viejo “sueño americano” estalló hace tiempo y se profundizó desde la crisis económica del 2008. “A julio del 2023, más de 37 millones de personas, el 11,5% de la población, viven en la pobreza y 6,6 millones (el 4%) viven sin empleo. […]. La desigualdad crece y el 10 % de los que más ganan acapara casi la mitad de todos los ingresos y el 50 por ciento inferior obtiene solo el 13 por ciento. El sueño americano de la abundancia y prosperidad, como sostén ideológico del imperialismo yanqui, solo es recuerdo de un pasado incierto, dando lugar a una creciente apatía y descontento con los dos partidos burgueses tradicionales, el Demócrata y el Republicano, de los Estados Unidos. El 48% de los estadounidenses califican como mala a la situación económica que viven y siete de cada diez estadounidenses (69 %) creen que la economía está ‘empeorando’ y el 77% está insatisfecho, frustrado o enfadado” (nota “Estados Unidos: entre la crisis política y las urnas”, Ezequiel Peressini, revista Correspondencia Internacional N° 53, agosto 2024).
La perspectiva del nuevo gobierno del ultraderechista Donald Trump no traerá mejoras para el pueblo trabajador y la juventud estadounidense ni para los inmigrantes. Menos que menos tendrá nada a favor de los pueblos palestino y de Medio Oriente, ucraniano o los pueblos explotados del mundo. Trump seguirá la política de explotación y de gendarme mundial y genocida del imperialismo yanky. Lógicamente agravadas por sus facetas fascistizantes y represivas, que no podemos minimizar y debemos enfrentar.
Desde la UIT-CI seguiremos llamando a la clase trabajadora, a la juventud, a las mujeres, a las disidencias y a los sectores populares de los Estados Unidos ha seguir luchando por sus reivindicaciones, como sucedió con las huelgas triunfantes de los portuarios y de la Boeing, y a enfrentar desde el 20 de enero de 2025, cuando asuma, al gobierno del ultraderechista de Trump.
La crisis social y política seguirá abierta en los Estados Unidos. Desde Socialist Core, organización simpatizante de la UIT-CI en Estados Unidos llamamos al voto crítico a las candidaturas alternativas, como el caso de Jill Stein, Cornel West y otros candidatos independientes como Claudia De la Cruz, del Partido Socialismo y Liberación. Señalando que “ese voto crítico puede ayudar a fortalecer el polo de las y los luchadores, quienes se expresaron en las crecientes huelgas, en el apoyo a Palestina y la lucha de la comunidad negra contra el racismo y la violencia policial, de cara a los desafíos que enfrentaremos luego de las elecciones. Gane quien gane, la grave crisis socioambiental y la enorme desigualdad, así como el propio desarrollo de las luchas populares, plantean el desafío de la construcción de un partido de izquierda y de la clase trabajadora donde confluya la nueva vanguardia sindical, juvenil, antirracista y antifascista, ambientalista y feminista” (ver Declaración “Estados Unidos: Por un voto de protesta contra los genocidas del partido republicano y el partido demócrata”)
Desde la UIT-CI ratificamos y apoyamos todos los pasos que se puedan dar en ese camino de construcción de una alternativa política unitaria de la izquierda y las y los luchadores de los Estados Unidos por fuera del partido Demócrata que no es más que un vehículo para las derrotas de los trabajadores y los pueblos.
6/11/2024