Escribe Adolfo Santos
Este 24 de Marzo estaremos en las calles de todo el país. Vamos a repudiar el golpe, exigir juicio y castigo de todos los responsables y recordar los 30.000 detenidos desaparecidos por la dictadura genocida. De nuestra parte lo haremos especialmente por los más de cien del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), antecesor de Izquierda Socialista. Fundado en 1972 por la corriente encabezada por Nahuel Moreno. En los siguientes diez años, ese partido dejaría una marca indeleble al ser uno de los protagonistas de las luchas del movimiento obrero y la juventud surgidas después del Cordobazo.
La audacia de la militancia del PST interviniendo en las luchas de fábricas, sindicatos y universidades, fue ganando la simpatía de activistas obreros y juveniles. Esas acciones en asambleas, ocupaciones y huelgas, incomodaban a la burocracia sindical, los empresarios y el propio gobierno peronista que, en 1973, en acuerdo con los partidos patronales pretendía tomar las riendas para, con la vuelta del General Perón, aplicar un “pacto social” que controle el movimiento de masas y permita recomponer el capitalismo en crisis.
En ese escenario, el PST era un baluarte en la organización y lucha antiburocrática y anti patronal. La zona norte del Gran Buenos Aires, se convirtió en un bastión de nuestro partido donde comenzamos a intervenir en metalúrgicos, textiles, gráficos, la industria plástica y de la alimentación, entre otras. Formamos una lista de oposición en la seccional Vicente López de metalúrgicos y estábamos a la cabeza de varias comisiones internas y cuerpos de delegados. No lo podían tolerar. La burocracia sindical y las patronales con la anuencia del gobierno peronista, dieron luz verde para que nos ataquen.
En 1974, pleno gobierno del General Perón, mataron a nuestro primer compañero, Inocencio “Indio” Fernández, obrero antiburocrático de Cormasa, en Tigre. Fue secuestrado camino al trabajo y luego asesinado, tal era el odio de la burocracia contra nuestros compañeros. Ese mismo año se produciría la Masacre de Pacheco, cuando una banda parapolicial invadió nuestro local, donde se organizaba el activismo de la zona, secuestró compañeras y compañeros y fusiló a tres de ellos. En noviembre del 74, otros tres compañeros serían asesinados a sangre fría, entre ellos nuestro dirigente nacional César Robles. En 1975, aún antes del golpe sufrimos la Masacre de La Plata donde ocho militantes del PST fueron torturados y asesinados cuando organizaban la solidaridad a los obreros en lucha de Petroquímica Sudamericana. En todos los casos, los autores se identificaban como la Triple A, una banda de ultraderecha integrada por agentes de los servicios del gobierno y matones de la burocracia sindical.
Con el advenimiento de la dictadura en marzo de 1976, las condiciones empeoraron terriblemente. La eliminación del estado de derecho y una brutal represión inició uno de los períodos más violentos de nuestra historia. En la clandestinidad más absoluta, nuestro partido, al que le quitaron la legalidad, no dejó de militar ni un solo día. En condiciones adversas, continuamos participando de las luchas, ayudando a organizar, de diferentes formas, el movimiento obrero y estudiantil, integrándonos a los organismos de derechos humanos e incluso editando nuestro periódico que distribuíamos con muchas dificultades.
Los años de la dictadura, multiplicaron nuestros detenidos desaparecidos, torturados o enviados al exilio. Organizados, continuamos resistiendo con determinación estos años, al punto que, en 1981 y 1982, en las postrimerías de la dictadura, sufrimos dos atentados más. Alberto Castro fue asesinado en la provincia de San Juan y Ana María Martínez, metalúrgica, embarazada de pocos meses, fue secuestrada y muerta en la zona norte del Gran Buenos Aires. Por eso en cada 24 de marzo no podemos dejar de recordar a los 30.000 detenidos desaparecidos, especialmente a nuestros compañeros del glorioso PST.