*Foto de portada: Las y los vecinos se organizaron por sus propios medios
El país volvió a conmocionarse por una nueva catástrofe climática que dejó a miles de familias trabajadoras sin nada. Una vez más, fue la solidaridad del pueblo la que permitió empezar a dar respuesta frente a la emergencia social. Transcribimos el relato de Sergio “Bonu” Bonuccelli, dirigente de Izquierda Socialista y del FITU en Zárate y Campana, quien alertó y denunció desde hace tiempo los riesgos que podían derivar en una tragedia como esta.
El viernes al mediodía fui a buscar a mi nieta a la escuela y de pronto se largó a llover con todo. Enseguida, las principales calles ya estaban inundadas. Tuvimos que dar muchas vueltas por donde todavía se podía circular, lentamente, para poder llegar a casa. En el barrio, el agua entraba en las casas que no están elevadas. En la nuestra, y en la de algunos vecinos que las tenemos un poco más altas, por suerte no se arruinó nada. Igual, la lluvia fue tan fuerte que entraba agua por los techos.
La lluvia no paraba y no podíamos salir. Empezamos a ver por los medios de comunicación lo que había pasado en toda la provincia: Avellaneda, Quilmes, Berisso, La Plata, La Matanza, Moreno. Barrios enteros inundados. En Zárate y Campana, centenares de casas están completamente tapadas. Autos, heladeras, camas, todo arrastrado por el agua. Gente subida a los techos. Fue terrible.
Recién el sábado a la tarde pudimos empezar a salir. Nos organizamos entre vecinos para ver cómo estaban todos, qué necesitaban. En mi barrio y en los que no se habían inundado tanto, empezamos a juntar cosas para ayudar, cocinar, y ver cómo llegar a los barrios más afectados. Ahí vimos que en todos lados las y los trabajadores hacían lo mismo: iban a las sociedades de fomento, a organizaciones sociales, a iglesias o a casas de vecinos, y desde ahí se repartía ropa, comida, lo que hubiera. La gente pedía que la rescataran. Aparecieron botes improvisados que ayudaban a sacar a los vecinos y a las pocas cosas que se podían salvar.
También vimos que el intendente de Zárate, Marcelo Matzkin (hombre de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich), y el de Campana, Sebastián Abella (del PRO y amigo de ex ministro de Economía, Sergio Massa), no aparecían por ningún lado, aunque sí los veíamos en los noticieros. Publicaban comunicados y habilitaron apenas dos o tres centros para recibir donaciones. Hoy debía llegar un tren solidario desde Retiro, con ayuda reunida por vecinos de Buenos Aires. Pero, por la inundación en parte de las vías, no pudo llegar. Lo indignante es que los vecinos ya se habían organizado para recibir las donaciones directamente, porque se enteraron de que primero iban a pasar por el municipio, y temían que no las repartieran. ¡La gente no confía en los intendentes!
Ahora el agua bajó, pero hay decenas de barrios que siguen inundados. Esto no se termina: es una verdadera catástrofe. Los intendentes y el gobernador Axel Kicillof dicen que con 400 milímetros en un día no se podía hacer nada. Javier Milei, que ya aprendió del repudio en Bahía Blanca, no apareció. Festejaba las elecciones en CABA como si nada. Ni una palabra para las miles de familias que perdieron todo. Las únicas que ese día nos mencionaron fueron las candidatas del FITU.
Hace dos meses, con mucha menos lluvia, ya se habían inundado varios barrios de Zárate. Ahora fueron muchos más. Desde que asumieron, los intendentes no hicieron ni una sola obra. Tampoco la provincia. Ni hablar del presidente Milei, que frenó lo poco que había en marcha.
En cambio, sí se construyen barrios privados, levantados sobre antiguas cuencas hídricas que desembocaban en el Paraná. Así, el agua de lluvia, en vez de drenar hacia los brazos del río, queda estancada. Y la que cae sobre los countries también se desborda, agravando las inundaciones en las barriadas populares. Basta con mirar la televisión: al lado de casas bajo el agua, hay countries completamente secos. ¡Y muchos ni siquiera tienen habilitación municipal!
Lo más vergonzoso es que un brazo del Paraná, el arroyo de La Cruz (principal desagüe de la cuenca hídrica) fue directamente taponado por Paolo Rocca, el dueño de Siderca (Grupo Techint). Construyó un lecho de 1.200 metros de largo, 14 de profundidad y 80 de ancho, y rellenó todo el terreno para extender su planta. ¡Por eso ahora, con 400 milímetros de lluvia, se inundó todo!
Tenemos que continuar con la solidaridad, como lo están haciendo tantas organizaciones y compañeras y compañeros de Izquierda Socialista, que colaboran desinteresadamente. Porque esta catástrofe no desaparecerá sola con la bajada del agua. Los intendentes, Kicillof y Milei seguirán mirando para otro lado.
Es fundamental organizar a los vecinos para exigir a los gobiernos que entreguen toda la ayuda necesaria, que se reconstruyan las casas y se recupere lo que el agua se llevó. ¡Hay mucha gente que literalmente perdió todo! Además, deben realizarse las obras necesarias: eliminar los muros de los barrios privados que bloquean el desagüe natural y levantar el terreno que Rocca instaló sobre el río.
Hay que reconocer que el cambio climático existe y que este tipo de eventos serán cada vez más frecuentes. Si no se llevan a cabo las obras correspondientes, tendremos más muertos, víctimas y damnificados. La plata que se le entrega al FMI debe usarse para obras públicas, para atender las necesidades de los trabajadores y el pueblo.










