Vergüenza ajena. Es lo que produjo la “performance” presidencial en el Movistar Arena. Haciendo el ridículo, desafinando temas, con Lilia Lemoine como corista y dos de los Benegas Lynch en su “banda”, un Javier Milei desaforado intentó levantar lo ilevantable: la campaña electoral del oficialismo. Todo esto sucedió apenas un día después que el gobierno de La Libertad Avanza (LLA) sufriera una fuerte derrota teniendo que retirar de la lista de candidatos a José Luis Espert, que también debió dar un paso al costado en la Comisión de Presupuesto y está incluso bajo el riesgo de que termine expulsado de la Cámara de Diputados, como lo exige un proyecto del Frente de Izquierda Unidad.
Asistimos a un gobierno en crisis total, que fue repudiado en las urnas el 7 de septiembre pasado y que no puede hacer un acto en ninguna ciudad del país sin que automáticamente no se produzca una manifestación en su contra, que en la mayoría de los casos supera numéricamente a los escasos seguidores que logra juntar la ultraderecha. Rodeado de enormes movilizaciones, recibe cachetazo tras cachetazo, mientras pierde votaciones por números escandalosos en el Congreso.
Todo esto no es más que la consecuencia de la bronca creciente del pueblo trabajador, el mismo que no llega a fin de mes, que ve cómo crece la desocupación, se ajusta la salud, la educación, se paralizan las obras públicas y se descarga el ajuste sobre los más necesitados, como se vio en el Hospital Garrahan o con las personas con discapacidad.
¿Qué ofrece Milei y su gobierno de acá en adelante? Más ajuste, más motosierra o, como dice el propio presidente, “ir más a fondo y acelerar en las curvas”.
Ante la crisis económica, la recesión y la incertidumbre que se refleja en la suba del dólar, el encarecimiento y virtual desaparición del crédito, la salida que nos promete viene de la mano de un supuesto “salvataje” de Donald Trump y el FMI, que hasta ahora es sólo una promesa hecha en un posteo en la red X.
El gobierno profundiza la entrega y el virtual servilismo ante el imperialismo yanqui al extremo. Todo el equipo económico, con el ministro Luis Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, a la cabeza, hace días que está instalado en los Estados Unidos, rogándole al secretario del Tesoro, Scott Bessent, y a la titular del FMI, Kristalina Georgieva, que le adelanten algo del prometido salvataje. El propio Milei afirma orgullosamente que “lo más importante” que tiene de acá a las elecciones es la recepción con Trump el 14 de octubre, visita oficial lograda después de innumerables intentos en los que el gobierno argentino virtualmente se “arrodilló” y le rogó a la administración yanqui para hacerla posible.
La “ayuda” de Trump no incluye un sólo dólar para resolver las urgentes necesidades del pueblo trabajador. Pero es peor aún: está lleno de exigencias, que profundizan la entrega y el saqueo de nuestros recursos. Ahí aparecen las famosas “reformas estructurales”, como la reforma laboral (flexibilización), jubilatoria (privatización y virtual liquidación del sistema) y fiscal (ajuste a las provincias). Pero también la exigencia yanqui de tener prioridad para sus empresas en el saqueo del gas, el petróleo y el litio o en la autorización para construir una base militar yanqui en Tierra del Fuego.
Ante la realidad del super-ajuste y la motosierra, y las perspectivas de mayor entrega y sometimiento, el peronismo, la principal fuerza patronal opositora, no es solución. Ni para enfrentar consecuentemente a Milei ni, mucho menos, en su propuesta alternativa, ya que no plantea romper con el FMI ni dejar de pagar la deuda externa. Buscan hacerle creer al pueblo trabajador, una vez más, que existe una salida “negociada”, un supuesto “ajuste progresista”, negociando “de otra manera” con el FMI y aún así redistribuyendo la riqueza. Una política que fue la misma que llevó adelante el gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa, y ya sabemos cómo terminó. Recordemos que justamente ese ajuste al pueblo fue el que generó que un sector, equivocadamente, los castigara votando al ultraderechista que hoy tenemos de presidente.
Por todo esto, la única alternativa para el pueblo trabajador, la juventud, el movimiento de mujeres y disidencias, las y los jubilados y el conjunto de los sectores populares es el Frente de Izquierda Unidad.
Estamos en el tramo final antes de las elecciones del 26 de octubre. Por eso, mientras seguimos apoyando todas las luchas que se siguen dando día a día, tenemos un gran desafío: fortalecer la bancada y que haya más diputadas y diputados del Frente de Izquierda en el Congreso. Porque son los únicos que garantizarán ser opositores consecuentes ante las políticas de Milei. Porque seguirán estando en las calles apoyando cada pelea contra el ajuste. Porque el FIT Unidad es el único que tiene un auténtico programa alternativo, que arranca por dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI y poner todos los recursos para salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino, salud, educación y vivienda. Pero, además, porque el Frente de Izquierda es la única fuerza que denuncia con firmeza el genocidio del Estado sionista de Israel contra el pueblo palestino y el vergonzoso alineamiento del gobierno de Milei con el carnicero Benjamín Netanyahu. Que, y lo decimos orgullosamente, incluyó la participación en la Flotilla Global Sumud, donde estuvieron nuestros compañeros de Izquierda Socialista Juan Carlos Giordano y Ezequiel Peressini, junto a Celeste Fierro del MST y Carlos “Cascote” Bértola. Los últimos tres, junto con otros cientos de participantes, fueron interceptados en aguas internacionales y llevados secuestrados a Israel, de dónde, afortunadamente, ya han sido liberados.
Sobran las razones para votar y pelear el voto para el FIT Unidad. Ayudanos en la campaña, anotate para fiscalizar, difundí nuestras propuestas entre tus compañeras y compañeros de trabajo, estudio, vecinos, familiares y amigos. Vení a Izquierda Socialista, para así fortalecer al Frente de Izquierda Unidad.










