Escribe Socialist Core (simpatizantes de la UIT-CI en EEUU)
31/10/2024. El 5 de noviembre se realiza la votación para elegir al jefe político de la principal potencia imperialista del mundo, precisamente mientras EEUU perpetra un genocidio contra el pueblo palestino de la mano de su satélite Israel. Nos solidarizamos con los activistas obreros, juveniles y de la comunidad musulmana en EEUU que se han movilizado contra el genocidio en Gaza y han expresado que no votarán por los candidatos del genocidio, Donald Trump y Kamala Harris. El antidemocrático sistema electoral estadounidense encadena las elecciones a un bipartidismo reaccionario y millones de personas intentarán escoger el mal menor optando entre dos candidatos comprometidos con la destrucción ambiental, la dominación imperialista y el genocidio palestino. Por nuestra parte, creemos que es necesario fortalecer el polo activista que usará las elecciones para protestar contra la política imperialista que representan Trump y Harris. Podemos hacerlo con un voto crítico a las candidaturas alternativas, a la izquierda de los demócratas, como es el caso de Jill Stein, Cornel West y otros candidatos independientes, en la perspectiva de construir un partido independiente de izquierda, de la clase trabajadora y la juventud para luchar contra este podrido sistema de explotación y opresión.
Harris y Trump representan la continuidad de una política imperialista y genocida, si bien se diferencian en sus estrategias. Trump es un ultraderechista, racista fanático, xenófobo, misógino condenado por abuso sexual, con ideas abiertamente fascistoides, mientras que Harris es una liberal que viene de hacer carrera en la criminalización de la pobreza de la mano de la industria carcelaria privada, además de ser parte del gobierno genocida de Biden. Ambos expresan un proceso de largo alcance de derechización del régimen político estadounidense, un fenómeno del que participan demócratas y republicanos, si bien los republicanos representan el ala ultraconservadora y con más elementos fascistizantes.
Revertir esa tendencia derechizante en EEUU no se logrará votando por los demócratas cada dos años, sino fortaleciendo las organizaciones obreras, populares y estudiantiles, construyendo su autonomía, hasta lograr la construcción de una organización política de izquierda independiente que canalice los intereses de las mayorías trabajadoras, como contrapeso a los aparatos políticos de la burguesía, que incluyen no solo los partidos demócrata y republicano sino también la burocracia sindical y un archipiélago de ONGs que generalmente tributan al partido demócrata.
En política internacional Trump y Harris responden de formas diferentes a la crisis y debilitamiento relativo del imperialismo estadounidense: Trump apuesta por la unilateralidad y el proteccionismo económico, Harris se inclina más por la concertación con sus socios imperialistas europeos. Para los pueblos que reciben bombas y sanciones económicas o que padecen bajo dictaduras aliadas a EEUU, estas diferencias en la mayoría de los casos no implican cambios significativos. En política ambiental, Trump es descarado en su apuesta por la mayor cuota de destrucción posible, mientras que Harris prefiere una destrucción encubierta por discursos hipócritas y medidas cosméticas que no implican cambios de fondo ni nos desvían del rumbo hacia el colapso climático. Ambos apuestan por la persecución de los inmigrantes, si bien Trump es más agresivo en el discurso e incluso propone la desnacionalización de los estadounidenses descendientes de inmigrantes.
Al igual que otros ultraderechistas como Bolsonaro, Milei o Meloni, Trump quisiera imponer una dictadura pero la correlación de fuerzas no se lo permite. No hay sectores importantes de la burguesía o de las fuerzas armadas que apuesten a la destrucción de la limitada democracia burguesa en EEUU, que tan bien les ha servido para oprimir y explotar durante siglos a la clase trabajadora. Sin embargo, Trump cuenta con el apoyo de grupos paramilitares de ultraderecha. Ante el previsible escenario de una elección decidida por pequeño margen en pocos estados pivote, las acciones legales para desconocer una derrota pueden combinarse con acciones de turbas ultraderechistas, como ocurrió en 2020. La clase trabajadora y la juventud debe prepararse para enfrentar a los fascistas ante cualquier intentona de desconocer las elecciones. Esta movilización antifascista puede desarrollarse en mejores condiciones si no está amarrada al apoyo político o electoral a los demócratas, ya que los demócratas se oponen a la movilización obrera, estudiantil y popular contra los fascistas.
Algunos sectores liberales y socialdemócratas que defienden el voto a Harris alegan que por no haber diferencias sustanciales en la política genocida de Harris y Trump, el tema palestino pasa a ser irrelevante a la hora de definir cómo votar. Creemos que este razonamiento es equivocado. Dar por descontado el genocidio en Palestina significa una posición conformista e incluso racista. Debemos profundizar la lucha contra el imperialismo estadounidense y el colonialismo sionista. Un voto de protesta contra Harris y Trump por sus políticas genocidas sirve para fortalecer esa lucha de apoyo al pueblo palestino, aunque no logre impedir que alguno de ellos ocupe la presidencia. Es importante que millones envíen un claro mensaje al mundo: ninguna complicidad con los genocidas. Y después de las elecciones, profundizar las huelgas, las tomas universitarias, los boicots, las movilizaciones, por cualquier medio que sea necesario para apoyar a la heroica resistencia palestina y derrotar al imperialismo y su satélite sionista. Ante el chantaje de los partidarios de Harris, que alegan que votar por candidaturas independientes facilita el triunfo de Trump, les respondemos que los únicos culpables de un eventual triunfo republicano son los genocidas demócratas, no quienes nos rehusamos a ser cómplices suyos.
Así como no tenemos que escoger entre los dos candidatos del imperialismo estadounidense, tampoco tenemos que caer en la trampa del campismo, de tomar partido en las disputas entre potencias imperialistas. Podemos oponernos al mismo tiempo a la agresión genocida de EEUU, Reino Unido, Alemania e Israel contra el pueblo palestino, y también confrontar la invasión imperialista rusa contra Ucrania, la opresión imperialista francesa en Kanaky y Martinica, y la opresión imperialista china contra el pueblo uigur y el pueblo tibetano, o la ocupación militar de Haití bajo las órdenes estadounidenses. Apoyar en cada uno de estos casos a la resistencia al imperialismo y el colonialismo es la única posición consecuentemente internacionalista.
El régimen capitalista e imperialista estadounidense fue diseñado a fines del siglo XVIII por la clase esclavista para garantizar una sobrerrepresentación rural reaccionaria y la supremacía de los grandes propietarios. Se mantiene hasta hoy en sus características fundamentales. Conquistas tan modestas como el principio democrático de una persona-un voto, que requeriría la eliminación del colegio electoral y la eliminación del reaccionario Senado, son imposibles de alcanzar por la vía de las reformas constitucionales, pues se requeriría una mayoría parlamentaria inalcanzable. Como parte de la lucha por la superación de ese sistema antidemocrático, podemos ejercer un voto de protesta contra los candidatos imperialistas y genocidas, otorgando un voto crítico a Jill Stein del centro-izquierdista Partido Verde, o el candidato independiente Cornel West, o cualquiera de las otras candidaturas independientes a la izquierda del partido demócrata. Tenemos diferencias políticas importantes con todas ellas. Por ejemplo la candidata Claudia De la Cruz, del Partido Socialismo y Liberación, con mucha presencia en las redes sociales, critica al imperialismo estadounidense pero al mismo tiempo apoya a dictaduras capitalistas como la de Assad en Siria, e incluso al imperialismo ruso y chino, desde una ideología que embellece la competencia interimperialista a nombre de la “multipolaridad”. En cuanto a Stein y West, no apuestan a construir un partido o movimiento anticapitalista independiente, socialista e internacionalista y basado en la clase trabajadora y la juventud, para luchar en la perspectiva de un gobierno de las y los trabajadores y un socialismo con democracia para el pueblo trabajador. Si bien tenemos esas diferencias de fondo, consideramos que sus candidaturas independientes pueden canalizar ese voto de protesta.
Coincidimos con Stein y West en algunas de sus propuestas, como la disolución de la OTAN, detener el apoyo al Estado genocida de Israel, el levantamiento de las sanciones a Cuba y el cierre de Guantánamo, y la cancelación de las deudas de los países semicoloniales. También coincidimos en la necesidad de aumentar el salario mínimo a 25 dólares la hora en base a un impuesto a las grandes fortunas, garantizar la vivienda digna y terminar con la feroz especulación inmobiliaria, eliminar las deudas estudiantiles, la nacionalización de las empresas de la energía, entre otras medidas.
Este voto crítico puede ayudar a fortalecer el polo de las y los luchadores, quienes se expresaron en las crecientes huelgas, en el apoyo a Palestina y la lucha de la comunidad negra contra el racismo y la violencia policial, de cara a los desafíos que enfrentaremos luego de las elecciones. Gane quien gane, la grave crisis socioambiental y la enorme desigualdad, así como el propio desarrollo de las luchas populares, plantean el desafío de la construcción de un partido de izquierda y de la clase trabajadora donde confluya la nueva vanguardia sindical, juvenil, antirracista y antifascista, ambientalista y feminista.
Escribe Movimiento Socialista de Trabajadoras y Trabajadores
La noche del 17 de octubre, una patrulla de la Policía Nacional atacó el barrio Mata Mosquito, en el distrito municipal Verón-Punta Cana, asesinando brutalmente al obrero haitiano Jems Joacin. Testimonios de los trabajadores que residen en el lugar indican que la pandilla policial, aprovechando la persecución racial desatada por el presidente Abinader y la ministra Faride Raful, se dedicaba a extorsionar, realizando detenciones arbitrarias para exigir pagos por las liberaciones, amenazando con entregar a las víctimas a la DGM. Estas operaciones de extorsión se han intensificado sacando provecho del estado de excepción de facto, así como la definición de una cuota de 10 mil personas expulsadas semanalmente, anunciada por el gobierno el 2 de octubre. Al tratarse de la tercera operación extorsiva en apenas una semana, algunos trabajadores intentaron defenderse, y fue en ese marco que los agentes policiales procedieron a ejecutar con disparos en el pecho a Joacin, quien se encontraba totalmente desarmado y ajeno a la confrontación, realizando una compra en un colmado.
De acuerdo con medios locales, la pandilla policial estaba encabezada por el segundo teniente Berto Marcelo Louis. Medios afines al gobierno han descrito la ejecución como resultado de un “enfrentamiento”, sin embargo es obvio que la acción de los trabajadores de defenderse con piedras de la agresión de los agentes extorsionadores no podía habilitar a los esbirros a ejecutar a balazos a un hombre desarmado. Aún en el caso de que los esbirros hubieran disparado hacia personas que se defendían con piedras no se podría describir como un «enfrentamiento», ya que se evidenciaría un uso desproporcionado e ilegal de la fuerza letal. Tal sería el caso de la ejecución el 22 de octubre en el municipio Enriquillo, en Barahona, del trabajador Yoel Charles, a quien esbirros policiales tirotearon mortalmente cuando presuntamente portaba un machete.
Estas ejecuciones ocurren no solo en el marco del fracaso total de la mal llamada “reforma policial”, que supuestamente debía poner fin a esta práctica ilegal pero institucionalizada, sino también en el contexto de una ofensiva racista oficial con el objetivo de lograr la expulsión de más de 500 mil personas de la comunidad inmigrante haitiana en el próximo año. Según los estimados oficiales más recientes publicados por el Instituto Nacional de Migración, la comunidad inmigrante haitiana está conformada por 553 mil personas. Si bien las deportaciones no lograrán su propósito de expulsar a la totalidad de esta comunidad, pues muchas personas expulsadas retornan, el solo hecho de que la meta de expulsiones coincida con el tamaño oficialmente estimado de la comunidad perseguida es un indicador de la intención de perpetrar una limpieza étnica, un crimen de lesa humanidad. Es muy grave que partidos y organizaciones sociales que se autodenominan democráticas no condenen esta política oficial ni se movilicen para derrotarla.
La lista de crímenes es interminable. El 9 de octubre, militares atacaron a un trabajador haitiano en la comunidad de Las Palmas, en el municipio Oviedo, disparándole por la espalda con una escopeta y propinándole una brutal golpiza. Fue rescatado por miembros de la comunidad y llevado a una clínica. El director local de la DGM, Nibelin Nova Cuevas, afirmó que los militares no estaban actuando en un operativo formal de la DGM. Sin embargo, lo característico de la actual campaña de persecución es el despliegue descoordinado de hordas policiales y militares por todo el territorio nacional a la caza de personas negras, incluso llevando a cabo allanamientos sin orden judicial. Cuando las personas detenidas presentan sus documentos en regla, son enviadas a cuarteles y destacamentos o al tenebroso «Centro Vacacional de Haina» para la revisión de sus documentos, un protocolo abiertamente inconstitucional y discriminatorio.
Es tal el hacinamiento, el hambre y la insalubridad en ese campo de concentración mal llamado «Centro Vacacional» que el 17 de octubre decenas de personas arbitrariamente detenidas se amotinaron, exigiendo agua, comida y una rápida definición de su situación, ya que sufren detenciones indefinidas sin acceso a asistencia legal. Las autoridades negaron que hubiera ocurrido ningún hecho de violencia, pese a las denuncias de que se reprimió violentamente e imágenes en las que aparentemente militares disparan armas de guerra en el interior del campo de concentración. Otros crímenes recientes que han conmocionado al pueblo dominicano y a la comunidad inmigrante han sido el lanzamiento del obrero haitiano Mikelson Germain el 11 de septiembre desde un techo por parte de un agente migratorio, en Verón-Punta Cana, y la detención arbitraria y las amenazas en contra del dirigente domínico-haitiano Franklin Dinol, del Movimiento Reconocido, el 12 de octubre.
Las movilizaciones neofascistas, estimuladas por el gobierno, también se han incrementado. El 27 de septiembre y el 5 de octubre, ondeando banderas estadounidenses e israelíes, agrupaciones neonazis se movilizaron en Santo Domingo por una aceleración de las deportaciones. Una turba de extrema derecha también sitió la sede de MOSCTHA el 8 de octubre, sin que la Policía Nacional interviniera para garantizar su seguridad. El 10 de septiembre una protesta de trabajadores cañeros retirados exigiendo el pago de sus pensiones y el fin del trabajo forzoso, fue hostigada por el sindicato pro-empresarial de Central Romana, afiliado a la central oficialista CNUS.
Exigimos justicia para Jems Joacin y Yoel Charles, llamamos a todas las organizaciones que se reclamen democráticas o de izquierda, las organizaciones sociales y de derechos humanos, a pronunciarse contra la política del presidente Abinader y la ministra Faride Raful que pretende sembrar el terror entre los trabajadores de origen haitiano para lograr su desplazamiento forzoso. Basta de impunidad brindada por la PGR a agentes represivos y paramilitares neofascistas. Basta de apartheid. Es urgente avanzar hacia la organización de una gran movilización nacional contra la violencia racista del gobierno y la ultraderecha.
La Fundación por la Libertad de Expresión y Democracia (FLED) denunció que la periodista feminista nicaragüense Fabiola Tercero Castro cumple 85 días de «desaparición forzada».
Fabiola Tercero es reconocida por su trabajo en plataformas digitales y por un proyecto literario que incentivaba la lectura. Creó en 2017 ‘El Rincón de Fabi’, una plataforma de promoción de la lectura para atraer nuevos lectores en la era digital en Nicaragua por medio de la dinámica de regalar libros con el trueque o rifa.
Las “desapariciones forzadas” son un mecanismo represivo que utiliza la dictadura de Daniel Ortega para reprimir las voces críticas en Nicaragua.
En todos estos casos, los familiares no han podido ver a sus seres queridos, ni verificar su paradero y estado de salud durante meses. Existen otros casos de personas de “desaparición forzada”, entre ellas el exdiputado indígena Brooklyn Rivera y el opositor Jaime Navarrete Blandón.
Desde la UIT-CI llamamos a los sectores que, en el mundo, se reclaman democráticos, como intelectuales, periodistas, artistas, personalidades políticas, sindicales, estudiantiles, de la lucha socio-ambiental a reclamar por la aparición y liberación inmediata de la periodista feminista Fabiola Tercero y demás personas en la misma situación en Nicaragua.
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
12 de octubre de 2024
El Estado sionista de Israel ha escalado las agresiones militares genocidas sobre el Líbano. Esta escalada está marcada por las detonaciones masivas de “beepers” y radios entre el 16 y el 17 de septiembre, los bombardeos masivos sobre Beirut y otras ciudades que desde las jornadas del 23 asesinaron a más de mil personas, el desplazamiento masivo de cerca de un millón de habitantes y el asesinato del jefe máximo de Hezbollah, Nassan Nasrallah, y otros dirigentes.
La operación “Flechas del Norte” (como Israel denomina sus acciones militares sobre el Líbano) busca penetrar en el sur del país para extender la frontera norte de Israel, como mínimo, hasta el Río Litani con el objetivo de disponer de un espacio de seguridad entre Israel y el Líbano, zona que esté controlada un 100% por las fuerzas de ocupación sionistas e imperialistas, retrotrayendo la situación a antes del año 2000, cuando Israel tuvo que salir de esa región y devolverle los territorios al Líbano, luego de haberlos ocupado desde el año 1985.
Con ese objetivo, han instado al desalojo de veinte ciudades y aplicado fuego aéreo y de artillería que se ha intensificado durante el martes 1 de octubre. Israel ha notificado a su socio imperialista de los Estados Unidos de su intención de realizar una incursión terrestre disfrazada de “redadas limitadas, localizadas y selectivas” para destruir a Hezbollah. ¡Falso! Nada de localizado ni selectivo, Israel realiza bombardeos sobre áreas densamente pobladas y asesina sistemáticamente a la población civil para amedrantar al conjunto de los pueblos, el palestino y libanés. Israel no quiere proteger a la población del “terrorismo”. Israel es un estado genocida y terrorista que busca el desplazamiento masivo de la población original y la ocupación militar de las tierras en Palestina, y ahora también, nuevamente, en el Líbano.
Para concretar esta agresión militar y la posible invasión terrestre sobre el sur del Líbano, Netanyahu cuenta con el criminal apoyo de los Estados Unidos, quienes (a pesar de pedir junto a Francia un alto el fuego de veintiún días) garantizan la impunidad mundial y el apoyo económico, político y material a Israel. Solo para dar un ejemplo, se estima que gran parte de las bombas de 900 kilogramos utilizadas en los ataques sobre Beirut fueron provistas por los Estados Unidos y lanzadas por sus aviones F-35. En ese sentido, el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin afirmó que “Estuvimos de acuerdo en la necesidad de desmantelar la infraestructura de ataque a lo largo de la frontera para garantizar que Hezbollah no pueda perpetrar ataques similares a los del 7 de octubre”. Además, Estados Unidos planea el refuerzo de soldados y más aviones cazas para fortalecer al portaaviones Abraham Lincoln, instalado en el golfo de Omán. Mientras esto sucede, Joe Biden, en medio de la campaña electoral junto a la demócrata Kamala Harris, busca hacer malabares y despegarse con abstractas propuestas de alto el fuego que cada vez están más lejos de cumplirse.
Las nuevas agresiones militares y la amenaza de una invasión terrestre por parte del ejército israelí sobre el Líbano son una nueva acción criminal de Netanyahu y su régimen nazi-sionista y ultra religioso, para evitar su caída. Netanyahu requiere sostener la guerra para permanecer en el poder mientras fracasa en su objetivo de destruir a Hamas y al conjunto de la resistencia palestina, y ahora, a Hezbollah. Parte de esta política guerrerista son también los bombardeos ejecutados contra los rebeldes hutíes en Yemen.
Mientras buscan extender las agresiones al Líbano, continúa el genocidio sobre Gaza y Cisjordania. A poco de cumplirse un año de la nueva fase del genocidio comenzado en 1948, más de 40.000 personas fueron asesinadas, entre ellos miles de mujeres y niños. Israel busca la limpieza étnica en Gaza y Cisjordania, busca ocupar todo el territorio histórico, con su política de echar a los palestinos y palestinas e instalar el “Gran Israel”. Israel desconoce todos los acuerdos diplomáticos y Netanyahu se paseó por la ONU afirmando que “no hay rincón de Medio Oriente al que Israel no pueda llegar”, ante la mirada cómplice de las autoridades y fracasados expertos diplomáticos y la pasividad de los países árabes. Israel busca la guerra permanente y el exterminio, demostrando una vez más, sobre miles de muertos, desplazados y refugiados, el fracaso histórico de la falsa política de los “Dos Estados” sostenido por el imperialismo.
A un año de la invasión a Gaza, las movilizaciones y acciones de solidaridad con la resistencia y el pueblo palestino han comenzado a recuperar iniciativa. El pasado 27 de septiembre se realizó una huelga general y grandes movilizaciones en el Estado Español y se preparan importantes acciones de solidaridad en diversas ciudades del mundo. Desde la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores - Cuarta Internacional (UIT-CI) llamamos a sostener la movilización mundial en solidaridad con el pueblo palestino y exigimos a los gobiernos del mundo que rompan relaciones diplomáticas, políticas, económicas, militares y culturales con Israel ¡Basta de enviar armas! ¡Basta de financiar el genocidio! ¡Basta de muertos por hambre y enfermedades! ¡Apertura ya de las fronteras para el ingreso de la ayuda humanitaria! ¡Fuera Israel de Gaza, Cisjordania, de toda Palestina y del Líbano! ¡Por una Palestina única, laica, democrática y no racista! ¡Viva Palestina libre del río al mar!
Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores
Cuarta Internacional (UIT-CI)
1 de octubre de 2024
Escribe Miguel Lamas, dirigente de la UIT-CI
Las enormes protestas estudiantiles en Bangladesh, ferozmente reprimidas, con más de 650 muertos, culminaron triunfando el 5 de agosto con la renuncia y huida en helicóptero hacia la vecina India, de la hasta ayer primera ministra, Sheikh Hasina. El desenlace final ocurrió luego de que miles de manifestantes asaltaran su despacho en la Casa de Gobierno, y quemaran centenares de comisarías policiales.
La primera ministra concentraba el poder desde el 2009 y había sido reelecta a comienzos de este año con la oposición prohibida, configurando un tremendo fraude. Por gobernar con métodos dictatoriales Hasina había sido apodada “la Dama de Hierro” de Asia.
La rebelión estudiantil, con gran simpatía popular, con apoyo directo de sindicatos de médicos y de trabajadores textiles, incluyó a estudiantes universitarios y secundarios, y comenzó por el repudio a una “Ley de Cupos” que permitía al gobierno un manejo discrecional y corrupto de la plantilla de trabajadores del Estado. En una economía marcada por condiciones de ultraexplotación laboral y desempleo estructural, el trabajo estatal es la única salida posible para miles de estudiantes universitarios. Cada año 400.000 graduados compiten por solo 3.000 puestos de trabajo en los exámenes de admisión. En ese contexto, Sheikh Hasina buscaba controlar estos nombramientos y designaciones a dedo, anulando la pequeña posibilidad que el examen de admisión ofrecía al conjunto de los estudiantes.
Esta verdadera insurrección estudiantil con apoyo popular no pudo ser detenida con el asesinato de centenas manifestantes y el toque de queda. “La gente no retrocede ni siquiera cuando les disparan”, dijo un corresponsal de la DW. Esa fuerza incontenible llevó a que la policía también se declare en huelga, diciendo que “el gobierno los había obligado a disparar sobre los manifestantes”.
Rebelión contra la explotación y miseria
Tanto los estudiantes como el pueblo trabajador de la ciudad y el campo tiene por supuesto muchas más razones de fondo para su rebelión, que son la miseria y la desocupación generalizadas, y la superexplotación laboral.
Como sucede hoy en gran parte del mundo, no hay empleos regulares para los jóvenes, ni siquiera para jóvenes graduados en carreras universitarias profesionales, y la mayor parte de su población vive en la miseria.
Bangladesh, donde viven 170 millones de habitantes, fue parte de la colonización británica -como lo fue la India, su vecina hacia el oeste hasta el año 1947-. Posteriormente logró su independencia siendo parte de Pakistán, país del que finalmente se independizó en 1971. Y hoy, como muchos países asiáticos, es una semicolonia sometida a multinacionales imperialistas que explotan su mano de obra barata.
Gran parte de la población vive de la producción agraria (arroz, trigo, maíz, legumbres, hortalizas, frutas, carne, y lácteos) y productos del mar. La principal fuente de exportación es de textiles, ropa que se consume principalmente en Europa y que genera ingresos anuales por 45.000 millones de dólares.
Estas empresas que producen ropa emplean a 4 millones de trabajadoras y trabajadores (la gran mayoría mujeres) que, tras cuatro meses de huelga el año pasado, lograron aumentar sus salarios mínimos a 90 dólares al mes, aunque el ingreso mínimo para llevar una vida decente en Bangladesh es de entre 250 y 280 dólares. Las empresas textiles son nacionales, pero asociadas a transnacionales (como Zara, Gap, Levi’s, Adidas, H&M, Benetton, Inditex, Wal-Mart o Marks & Spencer) que se llevan la ropa a Europa y Estados Unidos. Bangladesh es el segundo exportador mundial de ropa, después de China. Esto significa grandes ganancias para esas multinacionales y para la burguesía de Bangladesh. Pero muy poco queda para su pueblo trabajador y sectores populares que viven en la miseria.
El nuevo gobierno
Después de la caída de la dictadura y la huida de la primera ministra Sheikh Hasina, se formó un gobierno interino encabezado por el premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, un catedrático economista de 85 años, muy popular, propuesto por los estudiantes. La decisión se tomó por acuerdo en una reunión entre el presidente del país, Mohammed Shahabuddin, líderes militares y los jefes del grupo Estudiantes contra la Discriminación, que lideraron la rebelión. Así se formó el gobierno provisional encabezado por Yunus, y que incluye a dos ministros dirigentes estudiantiles y también a representantes burgueses. Además, y por exigencia de los estudiantes también se disolvió el Parlamento.
Es decir que, para terminar con la gigantesca insurrección, el presidente y los militares debieron ceder a las exigencias estudiantiles, aunque el nuevo gobierno continúa manteniendo las estructuras capitalistas de poder. El gobierno provisional anunció una convocatoria a elecciones nacionales que, según informó Yunus, será después de recuperar las instituciones como el poder electoral y el poder judicial, que eran instrumentos de la dictadura. Sin embargo, no se ha fijado ningún plazo para llevar a cabo esas transformaciones.
Por el poder para el pueblo trabajador
Desde la UIT-CI saludamos esta lucha heroica y este primer triunfo de los jóvenes y el pueblo trabajador de Bangladesh, que son hoy un gran ejemplo para los explotados y oprimidos de Asia y del mundo.
Este gran triunfo de la movilización estudiantil y popular muestra el enorme poder que pueden tener la juventud y el pueblo trabajador si se unen para conquistar soluciones de fondo para el país, para terminar con la precariedad y la miseria, para que haya salarios dignos y trabajo para todos.
Pero para avanzar hacia esos objetivos en un país tan pobre y sometido al poder de las multinacionales se requiere un cambio económico radical que termine con el sometimiento al imperialismo y a la burguesía que se lleva las ganancias del trabajo de millones.
Esto no será posible con un gobierno de conciliación de clases, de alianza con sectores capitalistas, como el que surgió actualmente. Es necesario luchar por un nuevo gobierno de las y los trabajadores, la juventud y los sectores populares y sus organizaciones, como la de los textiles, que con la gran huelga de hace pocos meses demostraron un gran poder y contribuyeron a provocar la insurrección que derrocó al gobierno semidictatorial de Sheikh Hasina.