Por aumento de salario y contra el ajuste
Las movilizaciones masivas de la semana pasada ocuparon las calles y plazas de las principales ciudades, repudiando al gobierno de Dilma Rousseff. En San Pablo las evaluaciones periodísticas varían de 250 mil a un millón de participantes en las protestas del 15 de marzo. A continuación reproducimos extractos de una nota publicada por la CST/PSOL, organización de la UIT-CI en Brasil.
Con un programa confuso, fue la expresión, sin duda, de una inmensa insatisfacción sobre todo de la clase media, pero también de grandes sectores de trabajadores, que rompen masivamente con el gobierno y con el PT. Los carteles y banderas a favor de un golpe de estado fueron minoritarios y, en algunos casos, rechazados por los manifestantes.
Manolis Glezos, 91 años y héroe de la resistencia de Grecia contra los nazis, atacó duramente al premier Alexis Tsipras: "pido perdón al pueblo griego porque yo también creí en esta ilusión".
Glezos es muy conocido en su país. En 1941 fue el hombre que retiró la bandera del nazismo del Partenón, dando así comienzo a la revuelta de los griegos contra Adolfo Hitler.
El ex partisano, y hoy eurodiputado del partido de izquierda Syriza, repudió el acuerdo que Tsipras firmó en Bruselas con los otros países miembros del Eurogrupo.
El importante acto del pasado domingo en apoyo a Cristina frente al Congreso con gente venida de todo el país (moviendo un gran aparato nacional K y el de La Cámpora), no implica que el gobierno esté pasando por un buen momento. Todo lo contrario. Una encuesta después del caso Nisman da que Macri estaría arriba con el 27%, después viene Scioli con el 23% y Massa con el 18%. “El candidato de Cristina”, como se autodefine Randazzo, ni figura. Capitanich y el ex ministro Manzur dejaron sus cargos en el gabinete nacional para ir corriendo a sus provincias ante posibles derrotas electorales. Y la asunción de Aníbal Fernández, hoy un “progre K” (quien vino prestando servicios en el menemismo, el duhaldismo y Ruckauf, el mismo que metió preso al “Pollo” Sobrero años atrás acusándolo sin pruebas de “quemar trenes”), muestra que la crisis política invade a la Casa Rosada. Los pétalos de rosa que tiraron al final del discurso de Cristina quedarán como parte de un costoso despliegue en sus últimas palabras en el recinto antes de dejar el poder, más que en darle continuidad a un “modelo” que viene siendo repudiado por amplias franjas de trabajadores y de la clase media.
El importante acto del pasado domingo en apoyo a Cristina frente al Congreso con gente venida de todo el país (moviendo un gran aparato nacional K y el de La Cámpora), no implica que el gobierno esté pasando por un buen momento. Todo lo contrario. Una encuesta después del caso Nisman da que Macri estaría arriba con el 27%, después viene Scioli con el 23% y Massa con el 18%. “El candidato de Cristina”, como se autodefine Randazzo, ni figura. Capitanich y el ex ministro Manzur dejaron sus cargos en el gabinete nacional para ir corriendo a sus provincias ante posibles derrotas electorales. Y la asunción de Aníbal Fernández, hoy un “progre K” (quien vino prestando servicios en el menemismo, el duhaldismo y Ruckauf, el mismo que metió preso al “Pollo” Sobrero años atrás acusándolo sin pruebas de “quemar trenes”), muestra que la crisis política invade a la Casa Rosada. Los pétalos de rosa que tiraron al final del discurso de Cristina quedarán como parte de un costoso despliegue en sus últimas palabras en el recinto antes de dejar el poder, más que en darle continuidad a un “modelo” que viene siendo repudiado por amplias franjas de trabajadores y de la clase media.