El gobierno de Tsipras inició la negociación con la "Troika" (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) rechazando la prórroga del actual "programa" que había aprobado el gobierno anterior. Solicitó un "programa puente" transitorio de 4 meses suspendiendo pagos de deuda y sin medidas de austeridad, también reclamó que los prestamistas reconocieran la "inviabilidad" de la deuda y nueva negociación.
Pero terminó firmando un acuerdo que niega estas demandas. El texto señala que “las autoridades griegas reiteran su compromiso inequívoco de cumplir plena y puntualmente sus obligaciones financieras con todos sus acreedores”. En otras palabras, no hay ninguna “quita de la deuda”, menos la “cancelación de la mayor parte de la deuda”, que es el compromiso programático de Syriza. Lo esencial del “memorando” firmado por el gobierno anterior: la obtención de escandalosos superávit primarios con ajustes contra el pueblo y la venta de bienes públicos con el fin exclusivo de llenar los bolsillos de los prestamistas, se mantiene intacto.
La reacción de sectores de izquierda, incluso de importantes sectores del propio partido Syriza gobernante, fue de rechazo. “Ese acuerdo es una vergüenza. Habíamos hecho una serie de promesas y no las hemos mantenido”, declaró Manolis Glezos.
“Pido perdón al pueblo griego porque yo también participé en esta ilusión. Ahora, antes que sea demasiado tarde, debemos reaccionar”, dijo, dirigiéndose a “los militantes y simpatizantes de Syriza”. “A todo nivel organizativo debemos movilizarnos para decidir si aceptamos lo que está ocurriendo”, afirmó el combativo ex partisano.