Jul 22, 2024 Last Updated 10:55 PM, Jul 21, 2024

Izquierda Socialista

El video de la entrevista a Fausto Melendrez, dirigente social y político de Guayas (provincia con capital en Guayaquil), Ecuador, se puede ver en uit-ci.org. Melendrez es vocero del FRPL (Frente Revolucionario Popular de Liberación) y coordinador del Movimiento Somos Agua en Guayas e impulsa la movilización popular y la formación del Parlamento de los Pueblos. Expresó que si Lasso no acepta demandas populares, tiene que irse y gobernar el pueblo trabajador e indígena.

 

La crisis del gobierno peronista del Frente de Todos sigue agudizándose. Continúa la pelea entre Alberto y Cristina, ahora esta última concentrada en denunciar el “festival de importaciones”, mientras el ministro Martín Guzmán y el presidente del Banco Central Miguel Pesce quieren infructuosamente demostrar lo contrario. Lo concreto, más allá de los argumentos de unos y otros, es que en estas semanas vemos una suba del dólar que, todos sabemos, en el corto plazo terminará repercutiendo sobre la ya alta inflación. Dicho sea de paso la suba de precios en el mes de junio, en particular de productos de la canasta familiar, va camino a ser superior a la de mayo. A todo esto tenemos que sumarle la crisis de la falta de gas oil, que ya prácticamente afecta a la totalidad de las provincias del país. Todo esto no son más que consecuencias del ajuste exigido por el FMI. De un ajuste que, según ha declarado el propio Fondo, deberá profundizarse en el segundo semestre del año.

La crítica de Cristina y el kirchnerismo, por su parte, no ofrece ningún camino alternativo que le sirva al pueblo trabajador. De hecho, no es más que un intento por despegarse de las consecuencias del ajuste. Además el dato de la semana fue la reunión de la propia vicepresidenta con el economista liberal Carlos Melconian.

Los recientes datos del Indec muestran un crecimiento de la informalidad laboral y el drama de millones que no logran, aún teniendo algún tipo de trabajo, alcanzar ni de lejos el mínimo necesario para superar la línea de pobreza. A todo esto hay que sumarle los otros millones que directamente ya han caído por fuera del mercado de trabajo, cercanos o cayendo ya en la indigencia.

La bronca sigue creciendo. No es nuevo. Lo que sí lo es, es el crecimiento de las luchas. En las últimas semanas vimos el conflicto de autoconvocados docentes en San Juan, que terminó en un importante triunfo no solo de los trabajadores de la educación sino del conjunto de los estatales; y la actual rebelión en La Rioja, que todavía continúa. También tuvimos la lucha de los municipales de Posadas y de Córdoba. Además en la provincia de Buenos Aires hubo una rebelión de las auxiliares de escuela de ATE y miles de docentes autoconvocados por fuera de Suteba, que pararon el 27 de junio contra el decreto de Kicillof que quiso quitar el asueto por el día del trabajador estatal. A esto hay que sumarle el paro del Suteba en Lomas de Zamora luego de la represión a una manifestación de docentes y estudiantes contra la inseguridad. Y no tenemos que olvidarnos de la ya larga lucha que siguen llevando adelante por salario los trabajadores del Sutna. Mientras tanto, y a pesar del ataque que recibe tanto de parte del gobierno del Frente de Todos como de la oposición patronal de Juntos por el Cambio y de la ultraderecha de Milei, sigue adelante el plan de lucha de la Unidad Piquetera, reclamando por más planes, la actualización de sus montos y trabajo genuino. Con este crecimiento de las luchas, y con el surgimiento de una nueva camada de activistas, resulta hoy más urgente que nunca apoyarlas y reclamar a las direcciones de la CGT y las CTA que rompan el pacto con el gobierno y llamen a un paro y plan de lucha contra el ajuste de Alberto Fernández y el FMI.

Además es necesario postular una salida política diferente, que dé respuesta de verdad a las más urgentes necesidades del pueblo trabajador. Cada vez son más los que se dan cuenta que ello no vendrá de la mano de Alberto Fernández. Ni del kirchnerismo, que, aunque busque disimularlo, sigue siendo parte del gobierno del Frente de Todos y, por lo tanto, corresponsable del ajuste. Tampoco ofrecen ninguna opción las variantes patronales de Juntos por el Cambio. Ni, mucho menos, los “liber-fachos” de Milei y Espert.

La única opción es la que plantea el Frente de Izquierda Unidad. Comienza por dejar de pagar la deuda externa y romper con el FMI, para, con ese dinero, resolver las más urgentes necesidades de trabajo, salario, educación, salud y vivienda. Para poder hacer realidad este programa, hay que fortalecer una alternativa política distinta, postulando que quienes tienen que gobernar son las y los trabajadores, en la perspectiva de una Argentina socialista. Por eso este 9 de Julio estaremos en Plaza de Mayo y todas las plazas del país, afirmando que este es el camino de nuestra segunda y definitiva independencia.

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El próximo sábado 9 de Julio, día de la Independencia,  el Frente de Izquierda Unidad junto a otras organizaciones convocan a marchar a Plaza de Mayo y a las principales ciudades del país. La marcha se hará en unidad con el movimiento de desocupados  combativo y el sindicalismo combativo. Vamos a decirle NO al pacto del gobierno con el FMI y a su plan de ajuste, entrega, saqueo y dependencia.

¿Por qué tenés que venir a la marcha? Si sos un trabajador o trabajadora que sufre los salarios miserables; una jubilada o jubilado con ingresos de indigencia; un joven precarizado o un vecino que tiene que afrontar, además de la inflación, los nuevos tarifazos; tenés que venir a la marcha. Porque a este mayor ajuste y sometimiento lo está protagonizando el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, tras el pacto mafioso con el FMI para reconocer y pagar el endeudamiento que nos dejó Macri.

El gobierno del Frente de Todos es responsable de la inflación, que llegará al 80% anual y se come los salarios, jubilaciones y planes sociales; de la miseria y la pobreza crecientes. Y de que, en estos años, se hayan pagado 12.000 millones de deuda externa, dinero con el cual se podrían haber construido 500.000 viviendas populares y dar trabajo genuino a dos millones de desocupados.

El pacto con el FMI fue votado en el Congreso por el gobierno y los macristas de Juntos, con el apoyo de los gobernadores. Ahora Cristina y La Cámpora acaban de presentar un proyecto de ley para recaudar y pagarle al Fondo Monetario. Y los liberfachos de Milei y Espert piden más ajuste. Solo el Frente de Izquierda Unidad repudia ese pacto desde sus bancas y en las calles. Y lo seguiremos haciendo este 9 de Julio.

Crecen las luchas contra el ajuste y los bajos salarios. Como la de la docencia de San Juan, que logró un gran triunfo, y la rebelión de las y los docentes de La Rioja. Hay paros de los trabajadores del neumático nucleados en el Sutna. Hubo una gran pelea de los municipales de Misiones y de Córdoba, entre otras. Y los movimientos de desocupados combativos están en un duro plan de lucha contra el hambre y la miseria. Reclamos a los que la CGT y las CTA les dan la espalda. Por eso hay que organizarse y exigirles que rompan con el gobierno, y que llamen a un paro y plan de lucha nacional para imponer otro plan económico, obrero y popular, que rompa los lazos con el FMI, deje de pagar la deuda y junto a otras medidas de fondo empiece a combatir los males sociales.

San Martín y los héroes patrios lograron la primera independencia del Imperio Español en 1816. A 206 años de esa gesta, la Argentina ha perdido esa independencia. Los distintos gobiernos nos convirtieron en una semicolonia, primero de los ingleses y luego de Estados Unidos, el FMI y las multinacionales. Hay que pelear por la segunda y definitiva independencia, que vendrá de la mano de un gobierno de las y los trabajadores y una Argentina Socialista. Unidos nuevamente a los pueblos latinoamericanos, como el de Ecuador, que hoy nos vuelve a dar un ejemplo con su heroica lucha.

Para dar esa enorme pelea política hay que seguir fortaleciendo al Frente de Izquierda Unidad. El 9 de julio te convocamos a marchar en todo el país.


Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad
 
Pasaron 206 años de la gesta histórica independentista donde nuestros héroes patrios en el Acta de 1816 declararon “la Independencia del Rey Fernando, sucesores y metrópolis”. Proclama a la que luego se agregó “y de toda dominación extranjera”. ¿En qué punto estamos hoy?
Argentina se liberó del imperio español a través de un movimiento revolucionario y una lucha continental. Pero a lo largo de las décadas perdió su carácter de país independiente, consolidándose como un país capitalista semicolonial, de los ingleses primero y luego de los yanquis.

Aquel paso progresivo se perdió por ser Argentina parte del sistema capitalista-imperialista. En el periodo posterior a la independencia empieza ese avance capitalista cuando los grandes estancieros (fundamentalmente de la provincia de Buenos Aires) se entronizan como dueños del país. De esa manera se frustró el desarrollo de un mercado interno que hubiera permitido un progreso armónico de las riquezas disponibles, culpa de una oligarquía que fue depositando cada vez más expectativas en sus relaciones con el imperialismo inglés. El punto de partida fue Bernardino Rivadavia, quien en 1824 como ministro acordó un empréstito con la inglesa Baring Brothers, poniendo como garantía las tierras de lo que hoy es la provincia de Buenos Aires. Con esta primera deuda externa que se terminó de pagar en 1904, casi un siglo después, arrancó el sometimiento.
En el siglo XX la moderna clase capitalista parasitaria transformó a la Argentina en una semicolonia directa de Gran Bretaña desde 1930. Luego hubo una relativa independencia bajo el primer gobierno de Perón (1945/1952). Pero desde el golpe gorila del 55´ a esta parte, Argentina pasó a ser directamente una semicolonia capitalista de Estados Unidos y del FMI.

Hoy Argentina no es un país “en vías de desarrollo” como dicen los textos escolares. ¿Qué quiere decir que Argentina es un país capitalista semicolonial? Que si bien el pueblo elige a los gobiernos de turno, seguimos atados mediante tratados económicos y políticos a un nuevo reino, como antes con España, ahora en el Siglo XXI: el imperialismo yanqui, sus multinacionales y bancos. Por eso en Argentina crece el hambre, la pobreza y el saqueo de nuestros recursos naturales.

El peronismo no es “liberación” sino “dependencia”

La frase del general San Martín “seamos libres y lo demás no importa” fue sepultada por los distintos gobiernos patronales de turno. Ya sea con dictaduras o con gobiernos constitucionales mal llamados “democráticos”. Como cuando Mauricio Macri, siendo presidente, invitó al Rey Juan Carlos de España a la Casa de Tucumán para pedirle perdón “por separarnos de España”. Deberíamos detenernos también en el rol del peronismo, que a lo largo de la historia se quiso mostrar como un movimiento nacionalista liberador, bajo la consigna “liberación o dependencia”.

El peronismo en los años ‘70 ya mostró que la vuelta de Perón fue para imponer un plan de ajuste, como lo fue el Rodrigazo, gestando en 1975 la primera huelga general contra un gobierno peronista. Luego el peronismo volvió al poder en los años ‘90. Bajo la presidencia de Carlos Menem se entregó todo el patrimonio nacional con las privatizaciones; la deuda externa creció al doble y se reiniciaron las famosas “relaciones carnales” con Estados Unidos. Incluso en esos años se da el regreso de España como metrópoli imperialista, como parte de otros países saqueadores de la Unión Europea, vaciando Aerolíneas Argentinas e YPF con Iberia y la saqueadora Repsol.

En los 12 años posteriores de gobierno kirchnerista (2003 - 2015) a pesar de que la rebelión popular del Argentinazo impuso el no pago de la deuda, Néstor y Cristina Kirchner reanudaron los pagos y pactaron más sometimiento con la multinacional minera Barrick Gold, la saqueadora petrolera yanqui Chevron (tras un pacto secreto) y nunca se tocó a ningún terrateniente. Y llegamos al Frente de Todos de hoy, con un Alberto Fernández que se atrevió a decir: “Si San Martín viviera estaría de acuerdo en renegociar con el FMI”. Alberto Fernández y Cristina Kirchner evocan a los héroes patrios mientras nos volvieron a atar de pies y manos al FMI.

La clase trabajadora y demás sectores populares siempre han tenido expectativas en que el peronismo produjera cambios favorables. Pero el peronismo no puede encabezar ninguna segunda independencia. Es un movimiento político patronal que fue abandonando incluso sus originarias y limitadas banderas nacionalistas.

¿Quiénes son las y los San Martín del Siglo XXI?

Cuando nos preguntan quiénes son las y los héroes patrios de hoy, los nuevos San Martín, Belgrano y Juana Azurduy que nos van a salvar, decimos que hay que buscarlos entre la clase trabajadora y el pueblo que lucha, las mujeres y la juventud que condenan el hambre y el sometimiento capitalista.

La clase capitalista argentina con sus partidos patronales se ha transformado en socia criolla y correa de transmisión de los intereses imperialistas. La Segunda Independencia solo la puede encabezar la clase trabajadora y los sectores populares.

No hay medias tintas. Hay que volver a romper las cadenas que ahora nos atan al imperialismo y al FMI, unidos a los pueblos latinoamericanos como el ahora sublevado Ecuador, con un Frente de Países Latinoamericanos. Cosa que nunca se propusieron el chavismo, Lula, Evo Morales, Mujica, Correa, ni el peronismo. Para ello hay que terminar con este sistema capitalista e imponer un sistema económico y político socialista.

La segunda y definitiva independencia se va a lograr con un gobierno de las y de los trabajadores y una Argentina y Latinoamérica socialistas. Hace falta para ello una nueva conducción política que con un programa obrero lleve esta pelea hasta el final. De eso se trata. Es por lo que luchamos desde Izquierda Socialista en el FIT Unidad y nuestra organización internacional, la UIT-CI.

Escribe Fede Novo Foti
 
A comienzos del siglo XIX la dominación española en América se hacía cada vez más insoportable. España saqueaba los recursos naturales de las colonias, imponía tributos y ejercía el monopolio comercial. Pero, entre tanto, en 1808 el imperio francés de Napoleón Bonaparte invadió España, obligó al rey Fernando VII a renunciar y lo mantuvo en cautiverio.

El descontento creciente en las colonias provocó entonces las revoluciones en los virreinatos del Río de La Plata (Buenos Aires), Nueva España (Dolores, México), Nueva Granada (Bogotá), y en las capitanías generales de Chile (Santiago) y Venezuela (Caracas), que derribaron a virreyes, gobernadores y demás funcionarios coloniales. La reacción de las tropas españolas no se hizo esperar.

En Buenos Aires, la “Revolución de Mayo” de 1810 provocó la caída del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. El enfrentamiento militar con las fuerzas realistas, que buscaban retomar el control del virreinato, no evitó que se desataran agudos enfrentamientos entre los distintos sectores revolucionarios. Algunos pretendían evitar o retrasar la declaración de la independencia. Había, incluso, quienes buscaban mantener la sumisión a España o la creación de un “protectorado” británico.

El proyecto de una nación independiente fue defendido desde un comienzo por Mariano Moreno, Juan José Castelli y Manuel Belgrano. Ellos se inspiraban en los pensadores más avanzados de las revoluciones burguesas de Inglaterra en el siglo XVII y de Francia en el XVIII, y en la independencia de Estados Unidos. Unían la lucha por la independencia a un proyecto de igualdad para la población. Castelli afirmaba que “nuestro destino es ser libres o no existir, y mi invariable resolución es sacrificar la vida por nuestra independencia”.

Pero el camino hacia la independencia no fue fácil. En 1814 regresó al trono Fernando VII y las revoluciones estaban siendo derrotadas por las fuerzas realistas en casi toda América. Gran Bretaña, imperio capitalista en ascenso, buscaba profundizar sus negocios en la región, aunque no tenía especial interés en la independencia de las colonias españolas.

Tal era el escenario cuando comenzó a sesionar el Congreso de Tucumán en 1815. José de San Martín, entonces gobernador intendente de Cuyo, insistió tenazmente por la declaración de la independencia. En una carta de mayo de 1816 a Tomás Godoy Cruz expresaba: “¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia! ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula, acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien se dice dependemos y no decirlo?”.  

La independencia fue finalmente declarada el 9 de julio de 1816. Todos los diputados aprobaron por aclamación que “es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli”. Aún existían sectores que entendían el futuro del país bajo la dependencia de alguna otra potencia europea. De modo que diez días después se completó el Acta de la Independencia con el agregado “y de toda dominación extranjera”.

La declaración de la independencia significó una guerra a muerte con la monarquía española. Llevados por la necesidad de la guerra, sus dirigentes más consecuentes apoyaron a los sectores más explotados y oprimidos. En Salta, Juana Azurduy se destacó en los combates. Güemes liberó a peones de arriendos y tributos. En la Banda Oriental, Artigas impulsó el reparto de las tierras de los reaccionarios. San Martín liberó a los esclavos para incorporarlos al ejército.

San Martín y Simón Bolívar fueron quienes mejor expresaron la necesidad de la unidad americana. En diciembre de 1824, dos días antes de la batalla de Ayacucho, Bolívar envió por circular a los nuevos gobiernos americanos “para que formásemos una confederación”. Pero en pocos años se frustró la oportunidad de lograr la ansiada unidad. Fueron primando los intereses de las oligarquías regionales que buscaron consolidar su dominación sobre la porción de territorio que habían comenzado a gobernar. El virreinato del Río de la Plata se fragmentó en cuatro países: Argentina, Paraguay, Bolivia y Uruguay.

La Argentina fue conducida desde entonces por la oligarquía de comerciantes porteños y estancieros bonaerenses, cuyos negocios estaban íntimamente ligados al capitalismo inglés, y frustraron la posibilidad del desarrollo autónomo. Sometieron al país al saqueo británico por medio de mecanismos comerciales y financieros, transformando a la naciente argentina en una semicolonia inglesa.

La declaración de independencia liberó al país de las cadenas coloniales españolas. Pero el sometimiento económico al imperialismo británico, primero, y estadounidense, desde mediados del siglo XX, aún deja pendiente la tarea de lograr la segunda y definitiva independencia. Para ello hay que terminar con este sistema capitalista e imponer un sistema económico y político socialista.

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