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Debates en la izquierda revolucionaria / PTS E IZQUIERDA SOCIALISTA: Dos visiones opuestas desde la caída de la dictadura y de la política para construir una dirección socialista revolucionaria Destacado

Escribe Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT-CI
27 de agosto 2024

En el mes de julio Matías Maiello y Emilio Albamonte, dirigentes del PTS, han publicado un extenso artículo denominado “Las encrucijadas de la historia reciente y las perspectivas estratégicas para la izquierda hoy” (Izquierda Diario, 26/7/2024). Es un artículo de fondo que va desde 1982 con la caída de la dictadura hasta nuestros días, en el que dan sus visiones sobre estos cuarenta y dos años y sus propuestas.

Dentro del marco de unidad que nos da el FIT-U, valoramos los debates que se den entre las distintas corrientes de izquierda trotskista que lo integramos.

La vanguardia sindical y juvenil de Argentina está acostumbrada a seguir estos debates que, por más duros que sean, no ponen en cuestión nuestra sólida unidad en el FIT-U. Desde Izquierda Socialista siempre hacemos el esfuerzo de intervenir en estos debates buscando ser claros en los acuerdos y en las diferencias y polémicas, siempre en el marco de propuestas unitarias. Así claramente lo hicimos, por ejemplo, en la campaña preelectoral del 2023. Buscando evitar una competencia pública en las PASO que no nos fortalecía en la disputa con los partidos patronales, propusimos una fórmula presidencial única y unitaria entre Myriam Bregman (PTS) y Gabriel Solano (PO), cosa que lamentablemente no se logró.

En este caso vemos importante presentar nuestra postura crítica al artículo de Maiello-Albamonte, porque realmente lo vemos como una suma de errores de análisis de la realidad y de política.

En nuestra opinión, las visiones equivocadas el PTS y su autoproclamación, mezcla de sectarismo y oportunismo, ponen obstáculos a la estrategia de construir una nueva dirección socialista revolucionaria. De allí la importancia de este intercambio en las filas del FIT-U.

 

1- El PTS tiene una visión equivocada de la caída de la dictadura en 1982 hasta la actualidad. Para el PTS la “salida” de la dictadura fue una derrota. Lo llaman el ciclo de la “democracia de la derrota”

Los dirigentes del PTS tienen la dificultad de que se construyen con un método de análisis no marxista. Nunca arrancan de los hechos de la realidad tal cual se dieron o se dan y su dinámica, que es el abc del marxismo. Sino que niegan y deforman la realidad para acomodarla a sus propios esquemas y sus tesis políticas. En este caso reiteran también su manía de elaborar política y teóricamente contraponiendo y distorsionando las elaboraciones de Nahuel Moreno, fundador de nuestra corriente.

Según Maiello-Albamonte la “salida” de la dictadura habría sido fruto de una “transición pactada entre los militares y la ‘multipartidaria’ –con la UCR y el PJ a la cabeza. (…) Este fue un elemento central en la configuración de lo que podríamos llamar ‘la democracia de la derrota’.” Incluso afirman que “la extensión de regímenes democrático-burgueses a la periferia capitalista durante aquellos años vino de la mano del neoliberalismo, es decir, de una ofensiva imperialista a escala global. Contrariamente a la teoría de la ‘revolución democrática’ de Moreno.” ¿Hay que darle las gracias por las libertades al “neoliberalismo”, que las trajo “de la mano?

Para Nahuel Moreno y nuestra corriente, por el contrario, la caída de la dictadura genocida fue un triunfo democrático inmenso del movimiento obrero y de las masas. Ignorando los hechos, Maiello y Albamonte critican a Moreno acusándolo de elaborar “una teoría de la revolución democrática” que, según su falsificación, sería opuesta a la teoría de la revolución permanente de Trotsky (ver El debate sobre la Revolución Permanente y Nahuel Moreno). Moreno simplemente, en base a hechos inocultables de la realidad, definió que la dictadura cayó, fue derrotada, como resultado de una tremenda movilización obrera y popular, que logró así un triunfo democrático, recuperando libertades liquidadas por la dictadura genocida. Y que a eso lo llamamos revolución, por el protagonismo de las masas, y democrática, ya que por falta de una dirección revolucionaria no tuvo condiciones de avanzar a una revolución socialista. Fue un cambio revolucionario porque no fue algo pactado por “los de arriba” sino impuesto por “los de abajo”.  Galtieri tuvo que renunciar por el repudio popular y durante 5 días no hubo gobierno. Recién después, los militares, con el aval del PJ, la UCR y los partidos burgueses unidos en la Multipartidaria, decidieron que asuma el general Bignone, tratando de desviar esa movilización revolucionaria hacia el terreno de las elecciones y de esa forma sostener el sistema capitalista. Al día de hoy los militares siguen estando totalmente desprestigiados y por eso Milei hace desfiles el 9 de Julio o saca a pasear a los granaderos por el centro de Buenos Aires, para tratar de levantarlos.

Pero dejando de lado, por un momento, el debate teórico si era o no correcto definir lo ocurrido como revolución democrática, vamos a los hechos de la realidad. Y surge la pregunta más interesante. Para el PTS, el fin de la dictadura de los 30 mil desparecidos, ¿fue un triunfo o una derrota para las masas?

Maiello-Albamonte responden categóricamente que fue una derrota. Dicen que con “la salida” de la dictadura se abrió un ciclo: “la democracia de la derrota”, que se mantiene actualmente. Esa “democracia de la derrota” hoy “se encuentra en una profunda crisis, de la cual Milei es solo un emergente.”  

Resulta insólita esta definición. ¿Como pudo ser una derrota terminar con el régimen más criminal de nuestra historia, la dictadura del terrorismo de estado, de los 30 mil desaparecidos, de miles de exilados, de presos políticos, de la prohibición de las libertades democráticas, del derecho de huelga, de los partidos políticos, de los sindicatos o de los centros estudiantiles? Insistimos: ¿Sacarse de encima todo eso y recuperar las mínimas libertades democráticas fue una derrota?

El PTS para ir contra el morenismo y auto justificarse minimiza la potencialidad de las masas para lograr triunfos democráticos pese a no tener una dirección revolucionaria. Niega la realidad. La distorsiona. El PTS afirma que la democracia burguesa se logró por una “transición pactada” entre los militares y el PJ y la UCR. Pero, ¿de dónde salió ese pacto? ¿los genocidas se volvieron menos malos? ¡¡No!! Fue fruto de años de resistencia del movimiento obrero y popular. Cuestión que Maiello-Albamente mencionan al pasar. A lo que se sumaron, y esto fue decisivo, los 74 días de la gran movilización antiimperialista por las Malvinas, contra el imperialismo anglo-sajón, y su culminación el 15 de junio en la Plaza de Mayo. Cosa que, llamativamente, ni mencionan Maiello-Albamonte. La aventura de los genocidas de invadir las Malvinas para tratar de mantenerse 20 años más en el poder, les salió mal. El choque militar contra las fuerzas británicas era una causa justa que fue traicionada por el general Galtieri y la dictadura, lo que llevó a su caída en medio de movilizaciones populares en Plaza de Mayo del 15 de junio de 1982. A eso llamamos revolución democrática triunfante. La caída de la dictadura se logró por la movilización revolucionaria de las masas. No fue una “salida” pactada por militares y políticos patronales.

Esto es básico para entender que ha pasado y sigue pasando en la Argentina durante más de 40 años. El PTS tiene una visión equivocada.

Los logros fueron inmensos. A lo largo de 1982 se fue restableciendo la actividad de los partidos políticos, de los sindicatos, del movimiento estudiantil, etc. Liberaron los presos políticos, volvieron los exilados. En 1983 se hicieron las elecciones generales. Se enjuició a Videla, Massera y a la Junta Militar. La burguesía estuvo obligada a hacer el juicio en forma civil, no con tribunales militares, y dar cadena perpetua a una parte de ellos. Cosa que no se logró en Chile, Uruguay o Brasil ante el fin de sus dictaduras. Se lograron recuperar numerosos hijos y nietos apropiados por los genocidas. PTS: todo esto: ¿fue una derrota para las masas?

Solo una visión sectaria puede decir que fue “derrota” porque siguió el capitalismo, no triunfó el socialismo y vino la democracia burguesa. Sin distinguir tajantemente una dictadura genocida de la democracia burguesa y todas estas conquistas.

Este enfoque equivocado, más allá de la intención de los autores, tendría una conclusión lógica: lavarle la cara o embellecer a radicales y peronistas. Según el PTS: ¿a quién hay que atribuirle que se haya juzgado a los genocidas, por más limitaciones y retrocesos que hubo? ¿Al “pacto” de los genocidas con la UCR y el PJ? ¿O a Alfonsín, como dice la UCR? Para Moreno y para Izquierda Socialista, la respuesta es clara y contundente: se debió a la gran movilización obrera, popular y democrática que tumbó la dictadura. Parte de ese proceso fueron las Madres de Plaza de Mayo, que empezaron sus rondas en 1977. Luego se sumaron las Abuelas e Hijos. ¿A quien hay que atribuirle que la Escuela Mecánica de la Armada (la ESMA), uno de los mayores campos de concentración y centro de la muerte, se haya convertido en un museo de la memoria? ¿A los Kirchner? No, al triunfo democrático de 1982.

¿Cómo explica el PTS que a más de 40 años todavía siguen en las cárceles los genocidas como Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo o Raúl Guglielminetti, entre otros represores? Algunos de ellos, como Astiz, condenados a prisión perpetua. ¿Cómo explica el PTS que hubo tanto revuelo y repudio masivo a la visita a estos represores en la cárcel de los reaccionarios diputados de La Libertad Avanza (LLA)? ¿Cómo explica el PTS que los gobiernos patronales hayan aceptado que el 24 de marzo sea feriado nacional inamovible y que se repitan, año a año, las multitudinarias movilizaciones a Plaza de Mayo? ¿Cómo explica el PTS que en Chile el 11 de septiembre, fecha del golpe de Pinochet, no solo no es feriado, sino que todos los gobiernos, incluidos los socialdemócratas, reprimen con los carabineros las marchas populares del 11/9? ¿Cómo explica el PTS que en Uruguay se juzgó a muy pocos militares y que en 2009 un plebiscito rechazó anular la ley “de caducidad” que cerraba los casos? ¿Cómo explica el PTS el actual éxito de la película “1985”, en especial en las nuevas generaciones? Para Izquierda Socialista, la única explicación posible es que siguen vigentes los efectos políticos del inmenso triunfo democrático de las masas de 1982, que perduran hasta hoy.

Resulta inexplicable que Maiello-Albamonte y el PTS sostengan que en 1982 se inició el ciclo de “la democracia de la derrota”, cuya primera etapa fue “de retroceso. Salvo por su persistencia equivocada en querer confundir a las nuevas generaciones de luchadoras y luchadores sobre las correctas definiciones de Nahuel Moreno y nuestra corriente socialista. Y su tendencia permanente a disminuir las posibilidades de luchar y conseguir logros por parte de la clase obrera y las masas incluso no teniendo direcciones revolucionarias al frente.

Desde ya que no todo fue ni es lineal. Bajo el régimen de la democracia burguesa que surgió en 1982-83, y, en especial, con el gobierno peronista de Carlos Menem, se dio el indulto en 1990 a los Videla, Massera y Cía. Pero tan fuerte siguió siendo el reclamo popular democrático que Videla y Massera volvieron a la cárcel, por la causa de los bebes secuestrados que motorizaron las Abuelas. Videla falleció en mayo del 2013, en la celda que ocupaba en el pabellón de condenados por delitos de lesa humanidad en el Penal de Marcos Paz. Massera falleció en noviembre de 2010, en prisión domiciliaria.

 

2- Otro disparate del PTS es la definición de que en 1982 se abrió una etapa de “retroceso del movimiento obrero y de masas”

Los autores Maiello-Albamonte afirman que el “ciclo” iniciado en 1982 “tuvo dos etapas. Una primera de ofensiva capitalista y retroceso del movimiento obrero y de masas. Luego las jornadas de diciembre de 2001, con la caída de De la Rúa, serán un punto de inflexión en la relación de fuerzas y el inicio de una segunda etapa de recomposición relativa de la clase obrera.”

Discrepamos completamente con esa visión derrotista y fuera de la realidad de aquellos años. Fue exactamente lo opuesto. Se inició un gran ascenso de las luchas y de reorganización del movimiento obrero. Es insólito que el PTS ignore o distorsione tanto la historia del movimiento obrero y de masas de esos años.

Con la derrota electoral del peronismo y el triunfo de Alfonsín –cuya bandera electoral más importante fue la reivindicación de la democracia-, del 30 de octubre de 1983, hubo unos meses de confusión y expectativas entre las masas.  Pero en 1984, a medida que avanzan los ajustes económicos de Alfonsín, empezó la reacción de la clase obrera. Comienza no un “retroceso” sino un ascenso de luchas obreras. Desde 1984 crecen las luchas y huelgas de la CGT. El primer paro nacional se producirá el 3 de agosto. La CGT, unificada bajo la conducción del dirigente cervecero Saúl Ubaldini, convocaría a un segundo paro nacional el 3 de septiembre, un mes después del primer paro.

Al calor de las luchas y las elecciones sindicales surge una primera oleada de nuevas direcciones sindicales en empresas y algunos sindicatos. Surgen las listas Naranjas de oposición, por ejemplo, en Sanidad, SMATA, UOCRA, Gráficos, entre otras. La Naranja, encabezada por el MAS e independientes triunfa en la seccional Capital de ATSA. Las oposiciones sindicales a la burocracia, encabezadas en algunos casos por el MAS, ganan también secciónales de La Fraternidad y la seccional Neuquén de la UOCRA.

En julio de 1985 el gran impacto lo dan los 4.000 obreros de la Ford, bajo la dirección de una nueva comisión interna combativa y antiburocrática, de la Lista Naranja, compuesta por distintas corrientes de izquierda como el PCR y el MAS. La interna lanza en asamblea una toma de fábrica, contra los despidos, desbordando a la burocracia del SMATA, que durará 19 días. Retomando así la vieja tradición de las tomas de fábrica que venían de los 60-70. Finalmente hubo represión y al quedar aislada la toma, se produjo una derrota. Pero fue un salto en los métodos de lucha y de democracia sindical que impactó en todo el movimiento obrero.

Entre 1984 y 1989, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, la CGT, que encabezaba Saúl Ubaldini, se vio obligada a convocar a ¡¡13 paros generales!! Levantando un programa llamado de los 26 puntos, que reclamaba entre ellos la moratoria de los pagos de la deuda externa. En diciembre de 1986 se realizó otro paro general de 48 horas, con movilización a Plaza de Mayo. En el curso de 1987, hubo cuatro paros generales. En la Semana Santa ante la rebelión de los “carapintadas”, miles y miles de personas se movilizaron a Plaza de Mayo creyendo que podía producirse un golpe. El MAS correctamente se movilizó a la Plaza con una importante columna y se retiró denunciando que había un pacto de Alfonsín con los “carapintadas”, el que daría lugar a la impunidad de las leyes de obediencia debida y punto final. Entonces el MAS rompe el acuerdo electoral con el PC (el Frepu) cuando los comunistas firman el “Acta de Compromiso Democrático” con el gobierno y los partidos patronales. En 1988, se producen dos paros nacionales. En marzo de 1988 se inicia el llamado Maestrazo, una huelga de las y los docentes de todo el país, que se extendió por 42 días.

En 1989, en medio de la hiperinflación, en vísperas de las elecciones que ganó Menem, había más de un millón de trabajadores en conflicto. A fines de mayo se dio la semiinsurrección popular en Rosario (Santa Fe). En medio de las movilizaciones hubo saqueos, siete muertos y unos 1.300 detenidos. Fue el pico más alto de las luchas que obligaron a Alfonsín a adelantar la entrega de la presidencia a Carlos Menem.

Lógicamente en todo este proceso de ascenso, el rol del peronismo y de la burocracia sindical, combinado por el desarrollo todavía limitado de una nueva dirección sindical y política, hizo que la lucha del movimiento obrero fuera puesta al servicio de un recambio electoral patronal. En este caso vía la presidencia de Carlos Menem desde 1989.

El ascenso no fue lineal. En los 90 el nuevo gobierno peronista de Menen sufrirá huelgas contra las privatizaciones y marchas masivas de repudio, incluido a su ley de indulto a los genocidas. El 1º de mayo de 1990 se produce la Plaza del No. El MAS, como parte de Izquierda Unida, convocaron a un acto en la Plaza de Mayo con las consignas, entre otras, “No a Menem”, contra las privatizaciones, contra el indulto, contra la entrega de Malvinas, por un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Se logró una movilización multitudinaria. Se desbordó la Plaza de Mayo con cerca de 100 mil personas. Aunque hubo errores políticos del MAS, el hecho fue tremendo, por primera vez la izquierda llenaba la Plaza bajo un gobierno peronista (ver Balance Histórico del MAS periodo 1987-1992). La Plaza del No fue en respuesta a la convocatoria de un popular periodista de la televisión, Bernardo Neustadt e importantes empresarios de los medios y dirigentes políticos, que convocaron a una manifestación el 6 de abril en apoyo al presidente Carlos Menem y su plan de privatizaciones y reformas anti obreras, realizada en Plaza de Mayo y que sería conocida luego como “La Plaza del Sí”.

Es evidente que el período 91-94 fue una coyuntura desfavorable para la clase trabajadora. La ofensiva del imperialismo obtuvo importantes avances de la mano de Menem y de las traiciones de las direcciones sindicales peronistas. La clase obrera sufrió duros reveses. Se perdieron las huelgas, telefónica, ferroviaria y de la acería Somisa (UOM). Menem logró imponer las privatizaciones y quitar conquistas obreras. Pero no fueron derrotas históricas sino coyunturales. En este período se produce un retroceso importante en la izquierda revolucionaria con el estallido del MAS.

A partir de fines de 1993, se retoman las luchas con el Riojanazo, una semiinsurrección obrera y popular que se produjo el 9 de diciembre, hubo 17 días de huelgas y movilizaciones, se quemó la casa de gobierno, se derrotó el ajuste y se echó al gobernador Arnaudo. El 16 de diciembre se da el Santiagueñazo. Miles de los empleados públicos de la provincia protagonizaron otro de los levantamientos más importantes de la década menemista, en el que incendiaron la casa de gobierno provincial y voltearon al gobernador. En el año 1994 se realizó el primer corte de ruta en Neuquén que comenzó con una asamblea popular de trabajadores de la construcción, que luego derivó en una huelga general de toda la localidad de Senillosa. Era así como comenzaba a vislumbrarse la llegada del llamado «Cultralcazo”, en Neuquén, del 21 de junio del 1996. La clase obrera desocupada se lanzaba a bloquear la ruta nacional 22, pobladores de Cutral Có y Plaza Huincul se manifestaban en la ruta tras años de desamparo. En mayo de 1997 le siguieron las rebeliones populares, con nuevos cortes de rutas, en Tartagal y Mosconi, en el norte de Salta y el Jujeñazo, que arranca con un corte de ruta en Ledesma, Libertador Gral. San Martin. Su ejemplo se extiende, como un reguero de pólvora, a lo largo de la provincia. En total 8 departamentos de la provincia se suman al movimiento. Se calculan unos 22 cortes simultáneos sobre las rutas. Estas rebeliones ponen a Menem contra las cuerdas. Si el gobierno del peronista Menem pudo cumplir su mandato completo fue por el rol traidor de las direcciones de la CGT y CTA.

Estas grandes batallas fueron el anticipo de la movilización revolucionaria de diciembre del 2001 que terminaría volteando dos años antes de terminar su mandato, por primera vez en la historia de Argentina, a un gobierno patronal (del radical Fernando De la Rúa) elegido por el voto. Lo que se llamó el Argentinazo. La movilización de produjo bajo las consignas “Que se vayan todos, que no quede ninguno”, “Sin peronistas, Sin radicales vamos a vivir mejor”. La crisis política de la burguesía y el régimen democrático burgués llevo a que hubiera cinco presidentes en una semana.

Los hechos de los primeros 20 años posteriores a la caída de la dictadura son tan abrumadores y contundentes que dan por tierra con la errónea y distorsionada visión de la realidad del Maiello-Albamonte y del PTS. En 1982 no hubo derrota ni se abrió “una etapa de retroceso del movimiento obrero y de masas”. Hubo un triunfo revolucionario democrático inmenso que es el que explica el Argentinazo del 2001 y todo lo que pasa en Argentina desde hace más de 40 años. Justamente el gobierno de ultraderecha del facho de Javier Milei no puede asumir un cambio de régimen de democrático burgués a contrarrevolucionario porque, por ahora, no le da la relación de fuerzas para aplastar a la clase trabajadora. Busca instalar, sin lograrlo al ciento por ciento hasta ahora, un gobierno más autoritario y represivo para tratar de revertir las conquistas democráticas y sociales logradas desde 1982. Por eso, por ejemplo, son negacionistas del genocidio y tratarán de liberar a los militares presos por sus crímenes durante la dictadura. Además de pretender liquidar las conquistas y avances en derechos para mujeres y disidencias.

El problema de la clase obrera argentina en estos más de cuarenta años no es que no luche ni deje de tener un rol protagónico (hubo 43 paros generales desde 1984 a 2024, cuestión inédita en el mundo), sino que en su atraso en la conciencia no termina de romper con el peronismo y la conciliación de clases. Esto es lo que explica la llegada político-electoral de un gobierno de ultraderecha como el de Milei. El gran problema sigue siendo la falta de una dirección socialista revolucionaria. Esta es uno de los objetivos centrales que estamos encarando desde Izquierda Socialista. Para eso en 2011 tuvimos la iniciativa de proponer la formación del FIT, uniendo a la izquierda trotskista con un programa revolucionario. La equivocada visión de la realidad y la política autoproclamatoria del PTS debilita este gran objetivo.

 

3- El PTS ensalza la unidad de la clase obrera y el “frente único obrero” en lo que escribe, pero actúa con políticas divisionistas

En su artículo Maiello-Albamonte insisten en el rol de la clase obrera en la historia del país y sobre la necesidad de su accionar como clase en el enfrentamiento al plan de Milei.

En ese desarrollo destacan como política del PTS la propuesta del “frente único obrero”. Al respecto Maiello-Albamonte citan a la III° Internacional y a Trotsky. Es su eterna costumbre de recitar citas.

Desde Izquierda Socialista preferimos hablar de llamados a la “unidad de acción y enfrentamiento” o diferenciación con las direcciones. Ya que “frente” es concretar una forma organizativa que difícilmente o excepcionalmente se puede constituir con la burocracia sindical o sectores de ella. Popularmente lo definimos como tácticas de “exigencia y denuncia”. Por ejemplo, “que la CGT rompa la tregua y convoque a un nuevo paro nacional”.

Pero dejando de lado estos matices, vamos a la propuesta de Maiello-Albamonte del “frente único obrero”. Hay una grave contradicción en lo que dicen y lo que hacen. Porque el PTS, en su autoproclamación, no practica el “frente único obrero” sino la división del movimiento obrero y de su vanguardia. Veámoslo en los hechos.

Por ejemplo, ante una de las movilizaciones de masas contra el plan de Milei, la marcha de la CGT del 1º de Mayo, que movilizó a más de 50 mil personas, el PTS se negó a participar. ¿Qué argumentó para estar ausente? Que “no hay que hacerle el juego” a la burocracia traidora y que la CGT está negociando la reforma laboral. Y que iba a levantar (lo que no ocurrió) el paro general ya convocado para el 9 de mayo, al cual el PTS definió como “paro posmorten”, dando ya por perdida la pelea por la huelga general. Ocurrió lo opuesto ya que la burocracia no pudo levantar el paro y fue contundente en todo el país.  O sea, se habría dado en los hechos el “frente único obrero” que en los papeles postulan Maiello-Albamonte y el PTS, pero ellos estuvieron ausentes. Escriben cosas que no llevan a la práctica, tal como lo muestran los hechos.  Quizá lo hagan por su sesgo sectario y su afán de autoproclamarse como algo “distinto” de los demás integrantes del FITU. Lo que sí no hay duda es que caen en un divisionismo que debilita la lucha contra el ultraderechista Milei.

El PTS se contradice paso a paso. En sus textos para el gran público de los medios virtuales y las redes Maiello-Albamonte dan cátedra de “frente único obrero”. En la política y la acción concretas, un día dicen y hacen una cosa, otro día otra. Para la marcha del 1º de Mayo llamaron a “no hacerle el juego a la burocracia” y estuvieron ausentes. Pero era la misma burocracia que llamó a la marcha a Tribunales en diciembre pasado y al paro del 24 de enero con movilización al Congreso. En esas dos oportunidades el PTS sí apoyó el llamado de la burocracia que dirige la CGT. Para PTS, ¿la burocracia sindical fue combativa en diciembre y enero, y dejó de serlo para la marcha del 1 de mayo y el paro del 9 de mayo? Es una contradicción flagrante. Se trata de los mismos dirigentes burocráticos siempre proclives a negociar con las patronales y los gobiernos de turno, los mismos que a veces se ven obligados a convocar a un paro nacional.

El PTS el 1º de Mayo no solo se abstuvo de participar de una importante movilización del movimiento obrero, sino que dividió también al FIT-U. Desde Izquierda Socialista, por el contrario, y junto al Partido Obrero (PO), organizamos una importante columna independiente del sindicalismo combativo encabezada por las y los ferroviarios del Sarmiento, el Sutna, Ademys, AGD y otras organizaciones. Y desde esa columna exigimos a la CGT que garantice el paro del 9 y le dé continuidad con 36 horas y movilización. Izquierda Socialista concurrió con una bandera con esas consignas.

En las semanas previas a los errores del 1º y el 9 de mayo, el PTS tenía políticas equivocadas, autoproclamatorias y divisionistas. En las asambleas preparatorias de la gran marcha educativa del 23 de abril proponía que había que hacer “columnas diferenciadas” de las que encabezaban las conducciones de los centros y federaciones estudiantiles, política que por suerte no prosperó. Recordemos que las marchas del 23 de abril fueron multitudinarias, y abarcaron a más de un millón de personas en todo el país. Fue tal el impacto de la movilización que el gobierno de Milei tuvo que retroceder parcialmente en sus planes.

Sus políticas autoproclamatorias y divisionistas llevan muchas veces al PTS a poner el centro en acciones de vanguardia, minoritarias, que quizá pueden servirles para salir en los medios con declaraciones del compañero Del Caño u otros de sus dirigentes. Pero debilitan las luchas. El centro de la política de los revolucionarios, y más que nunca ante un gobierno de ultraderecha, es apostar a la masificación de las protestas, de las movilizaciones y de las luchas para derrotar el plan reaccionario del Milei.

Izquierda Socialista, en el FIT Unidad, apela a la mayor unidad de acción de todos los sectores para poder derrotar su plan motosierra y al gobierno de Milei. Frente al ultraderechista Milei es necesario tener una amplia política unitaria. Desde una política de independencia de clase, denunciando a la burocracia sindical, al rol del peronismo y exigiendo que rompan las treguas y convoquen a nuevos paros generales y movilizaciones.  Esta política es la que venimos llevando y llevaremos adelante ante el movimiento obrero y los sectores populares. Con esa política de movilización unitaria de masas y su programa alternativo obrero y popular, el FIT-U debe disputar para construir una dirección política alternativa revolucionaria.

 

4- Maiello-Albamonte y el PTS proponen construir una dirección revolucionaria. Pero se autoproclaman y dividen a la vanguardia luchadora y de la izquierda trotskista

El texto de Maiello-Albamonte afirma qué bajo el gobierno de Kirchner, “desde 2004-2005 se desarrolló una vanguardia en el movimiento obrero” y que se la conoció “como el sindicalismo de base” y que se desarrollaría hasta nuestros días, con distintos momentos en 2010, 2014, etc.

Efectivamente, en estos últimos más de 20 años fue surgiendo un nuevo sindicalismo combatico y antiburocrático. Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero, para Maiello-Albamonte y el PTS: ¿quiénes integran ese llamado “sindicalismo de base”? Muy sencillo, centralmente los referentes sindicales del PTS y sus aliados.

Es directamente escandaloso que en el largo artículo de Maiello-Albamonte y el PTS ni se mencione el nombre del “Pollo” Sobrero, conocido dirigente sindical y de Izquierda Socialista, ni a la seccional combativa Gran Buenos Aires Oeste-Haedo- de la Unión Ferroviaria. Cuando desde el 2001 se derrotó en la seccional a la burocracia de la lista Verde, del ya fallecido José Pedraza, traidor y asesino de Mariano Ferreira, militante del PO. Maiello-Albamonte falsean la realidad ninguneando a los ferroviarios del Sarmiento que enfrentaron y enfrentan los despidos y el peligro de nueva privatización bajo Milei. ¿A Maiello-Albamonte no les parece que, aunque más no sea que por honestidad intelectual, deberían haber hecho alguna mención del “Pollo” Sobrero? Sobrero, junto con Mónica Schlothauer (hoy diputada nacional del FIT-U) y Edgardo Reynoso, son de los principales referentes del sindicalismo combativo. ¿Nunca se enteraron Maiello-Albamonte que, por ejemplo, en el 2011 el gobierno de Cristina Kirchner con Aníbal Fernández a la cabeza y la justicia patronal lo metieron preso e incomunicado durante 4 días acusándolo con pruebas falsas de “quemar trenes”? Y que fue liberado luego de una fuerte campaña de solidaridad nacional e internacional y una masiva movilización a Plaza de mayo exigiendo su excarcelación. ¿No lo sabían? ¿O simplemente se niegan a nombrar a quienes no son del PTS o cercanos a ellos? Pero Maiello-Albamonte también ignoran a la Multicolor docente, que une a diversos sectores de la izquierda (entre ellos al FIT-U), que en estos 20 años ha llegado a dirigir seccionales del SUTEBA como Matanza, Gral. Sarmiento, Ensenada, La Plata, Escobar, Tigre, Bahía Blanca, Lomas de Zamora, Marcos Paz, entre otras. En su texto tampoco existen ATEN Neuquén-Capital ni una mención a su combativa secretaria general Angelica Lagunas, reconocida dirigente de Izquierda Socialista. Ni a Ademys de CABA y su secretaria general Marina Scayola, también de Izquierda Socialista. Ni a Pablo Almeida, dirigente de Izquierda Socialista y delegado general del ministerio de Economía (ATE). Tampoco se menciona al SUTNA (neumáticos) y a su secretario general Alejandro Crespo, sindicato orientado por el PO, a la AGD-UBA o recientemente UEPC-Córdoba, entre tantos otros. Y menos se menciona al Plenario Sindical Combativo (PSC) constituido en 2018, que agrupa a decenas de sindicatos, comisiones internas y delegados de base. Maiello-Albamonte tienen el honor de batir todos los récords de autoproclamación sectaria y de distorsión de la realidad. Esto tampoco es nuevo.

El PTS llegó al colmo de su divisionismo al negarse a participar del plenario de fundación del Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) en el mini estadio de Lanús el 23 de junio de 2018. Lo hizo con el falso argumento de que en ese evento se iban a mezclar los revolucionarios con sectores que no eran de izquierda, ni clasistas, sino burocráticos. La realidad fue que a ese plenario de Lanús no asistió ningún sector burocrático.

En ese mismo año el PTS reiteró este accionar equivocado que ha llevado, en diversas oportunidades, a dividir en elecciones sindicales a las listas antiburocráticas. Así ocurrió, por ejemplo, en las elecciones del 2018 de ATEN Neuquén Capital donde la directiva era formada por todas las corrientes de izquierda y sectores anti burocracia Celeste. El PTS dividió presentado otra lista (la Bermellón) con sectores que ni se reivindicaban de izquierda como la Rosa y la Ambar. El resultado fue que triunfó la lista de la burocracia que volvió a controlar ATEN Capital. Años después, luego de esa desastrosa experiencia impulsada por el PTS, se logró recuperar el sindicato formando listas unitarias. Hoy ATEN Capital está encabezada por nuestra compañera Angélica Laguna, integrando una directiva combativa unitaria.

Les preguntamos a Maiello y a Albamonte: ¿cómo se conjuga esto con el “frente único” y con la necesidad de una nueva dirección política y sindical que postulan por escrito con bombos y platillos?? ¿Tampoco va con sus compañeros de la izquierda trotskista? ¿O son solo formulaciones en los artículos, para quedar simpáticos con las y los jóvenes lectores que, lógicamente, no conocen todos estos antecedentes? Además, lo hacen cuando sus fuerzas sindicales han venido mermando.

Es muy malo querer presentarse ante la nueva vanguardia luchadora como si el PTS y sus pocos referentes sindicales fuesen los únicos que existen o que merecen ser mencionados como representantes del “sindicalismo de base”.  Ninguna corriente del FIT-U debe atribuirse ser la “única” y “hegemónica” del sindicalismo combativo antiburocrático. Sin unidad de todos los sectores, incluso más allá del FIT-U, no podemos tener futuro para barrer a la burocracia de los sindicatos y de la CGT-CTA.

Desde Izquierda Socialista rechazamos ese tipo de visiones y políticas sectarias que obstaculizan y retrasan la pelea por una nueva dirección sindical antiburocrática, democrática y combativa. Desde Izquierda Socialista tenemos una política opuesta a semejante aberración autoproclamatoria.  Desde siempre venimos postulando la unidad y coordinación permanente de todos los sectores sindicales combativos para apoyar las luchas y para impulsar en cada empresa y sindicato el surgimiento de nuevas direcciones.  Por eso fuimos entusiastas fundadores del PSC en 2018. El 17 de agosto fundamos la agrupación A Luchar, pero no para autoproclamarnos sino para nuclear activistas con la convicción unitaria de reactivar el PSC y de seguir ampliando el espacio de los sectores antiburocráticos en el país.

El artículo de Maiello-Albamonte se desbarranca tanto que llegan a afirmar que en este proceso de desarrollo de un “sindicalismo de base”, “a partir de 2013 cientos de trabajadores de la vanguardia poblaron las listas del PTS/FIT”. Es el colmo auto atribuirse que solo las listas del PTS se “poblaron” de trabajadores. Dos aclaraciones para los lectores de esta polémica, 1) las listas son comunes en el FIT, no son del “PTS/FIT” y 2) los candidatos del Izquierda Socialista y del PO, eran también trabajadoras y trabajadores de ese “sindicalismo de base”.

Es un poco cansador y triste tener que estar haciendo estas aclaraciones. Pero, aunque pueda resultar engorroso leer este tipo de polémicas que nos instala el PTS, es bueno que las nuevas camadas de luchadores y luchadoras puedan tener elementos para sacar sus propias conclusiones sobre quién es quién en la izquierda trotskista.

La política autoproclamatoria del PTS no contribuye a la tarea prioritaria que es construir la nueva dirección socialista revolucionaria. Ojalá que nuestras opiniones contribuyan a un cambio positivo

Como ya dijimos, Izquierda Socialista impulsó la fundación del Frente de Izquierda en el 2011, consciente de la necesidad de la unidad de la izquierda para actuar no solo en las elecciones sino en las luchas obreras y populares. Conscientes también de que la unidad es un continuo y justo reclamo de las y los luchadores. Para Izquierda Socialista, que como organización internacionalista integra la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI), la constitución de la unidad de la izquierda trotskista va más allá de las elecciones. Nuestra alianza tiene un programa socialista revolucionario que fija el objetivo último de luchar por un gobierno de las y los trabajadores, que a nuestro entender inicie el camino de un socialismo con democracia para el pueblo trabajador. Por eso es tan importante preservar esta unidad, más allá de las diferencias y los debates que tengamos nacional e internacionalmente.

Desde Izquierda Socialista siempre hemos reconocido y respetado el lugar de los demás integrantes del FIT-U. Por ejemplo, no desconocemos el lugar de la compañera Myriam Bregman, dirigente del PTS, y por eso la hemos postulado para candidata a presidenta en la última elección del 2023. Aunque no logramos que se aceptara nuestra propuesta de llegar a una formula única del FIT-U para las PASO.  Porque no estamos a favor de desgastarnos en peleas electorales internas para disputar por lugares. Seguimos sosteniendo que en lo electoral simplemente se debe respetar los acuerdos prexistentes desde hace muchos años. Por eso reiteramos que rechazamos todo tipo de autoproclamación.

El FIT-U debe ser consolidado como una herramienta para impulsar las luchas hacia los cambios de fondo que indican nuestro programa. En ese camino debemos contribuir a que nuestra clase obrera rompa con el peronismo y cualquier variante patronal. Son tareas revolucionarias que tiene por delante la izquierda trotskista.

Nuestros debates, por más dificultosos que sean, no dejan de estar al servicio de esas tareas de fondo.

 

Bibliografía de www.nahuelmoreno.org

Carta desde lejos. Nahuel Moreno 1982.

Argentina una revolución democrática triunfante. Nahuel Moreno 1983

1982, Comienza la revolución. Nahuel Moreno 1983

Escuela de Cuadros Argentina 1984. Nahuel Moreno 1984

 

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