Ana María Martínez fue militante del PST (Partido Socialista de los Trabajadores, antecesor de Izquierda Socialista), asesinada por la dictadura militar en febrero de 1982. Al momento de su cobarde asesinato tenía 31 años y estaba embarazada.
El pasado 30 de agosto, la Comisión Familiares, Amigos y ex compañeros de Ana María Martínez nos movilizamos al Juzgado Federal Nº 2 de San Martín, en el marco de una serie de acciones tendientes a visibilizar la lentitud de los juicios de lesa humanidad que no sólo padece la causa Ana María, sino que es un fenómeno general que se da con la mayoría de las causas.
Durante la campaña al desierto un oficial declaró: “Los indígenas han demostrado ser susceptibles de docilidad y disciplina. En lugar de masacrarlos para castigarlos sería mejor aprovechar esta cualidad actualmente enojosa. Se llegará a ello sin dificultad cuando se haga desaparecer ese ser moral que se llama tribu. Es un haz bien ligado y poco manejable. Rompiendo violentamente los lazos que estrechan los miembros unos con otros, separándolos de sus jefes, solo se tendrá que tratar con individuos aislados, disgregados sobre los cuales se podrá concretar la acción”.
Las masas de obreros, campesinos y soldados rusos organizados en los soviets bajo la dirección de los bolcheviques derrotaron el golpe de Estado planeado por las fuerzas contrarrevolucionarias contra el gobierno provisional, un triunfo que les abriría el camino hacia la toma definitiva del poder en octubre.
Escribe Claudio Funes
El primer ferrocarril argentino fue construido por el Estado, no por los ingleses, a quienes se les entregó a fines del siglo XIX. Luego se nacionalizó con el gobierno de Perón, donde se desarrolló una importante industria ferroviaria. La destrucción de los ferrocarriles comienza con el Plan Larkin en 1959. Menem impuso la privatización y el kirchnerismo la mantuvo. Hoy su desguace continúa de la mano de Macri. Seguimos luchando por su reestatización.
Escribe Simón Rodríguez
El gobierno provisional ruso, autodenominado “revolucionario”, de Lvov y Kerensky pudo aplastar la desorganizada y prematura rebelión de los soldados y trabajadores, inclinando la balanza a favor de la contrarrevolución. Pero este revés tuvo un profundo impacto y fue decisivo para que miles se convencieran de que la política bolchevique era la correcta y que la única salida era la revolución obrera.