Escribe José Castillo, dirigente de Izquierda Socialista/FIT-Unidad
El ajuste de Milei y el FMI sigue adelante, barriendo salarios, jubilaciones, planes sociales, generando la pérdida de centenares de miles de puestos de trabajo, aumentando la pobreza y la indigencia. En estos días se conocieron datos oficiales del Indec, que afirman que en el primer semestre la recesión fue peor aún a lo que se venía pronosticando, anticipando que se terminará el año con una reducción del PBI del 4%, en niveles de catástrofe.
El último golpe al bolsillo popular fue el tarifazo en el AMBA, que ahora amenaza repetirse luego que el gobierno nacional anunciara el retiro de los subsidios al transporte automotor para septiembre. Mientras tanto, ya no se habla de recuperación en V, ni en U. Sólo globos de ensayo (ahora aparece un supuesto préstamo de Arabia Saudita) de cómo el gobierno conseguiría algunos dólares para seguir cumpliendo con los pagos al FMI y a los acreedores privados. Mientras siguen apostando al saqueo de nuestros recursos y la contaminación del territorio, con los privilegios del RIGI, en particular para Vaca Muerta y el litio.
Las novedades vinieron por el lado político. La semana pasada, el gobierno ultraderechista de Milei sufrió una importante seguidilla de derrotas en el Congreso: no pudo imponer sus nombres en la comisión encargada de controlar a los servicios de inteligencia (que quedó presidida por Lousteau), en Diputados se votó en contra del DNU que le otorgaba 100 mil millones de pesos discrecionalmente para la SIDE, y en Senadores se votó en forma aplastante la modificación a la norma de ajuste jubilatorio. El presidente reaccionó “a lo Milei” insultando a los legisladores opositores y anunciando, en el caso de las jubilaciones, que vetaría la norma aprobada.
¿Qué refleja todo esto? Por un lado la debilidad del gobierno. Cada vez es más claro que la imagen que pretende dar Milei de “todopoderoso” no es tal. Tanto por la crisis que atraviesa en su relación con las fuerzas patronales “amigables” o “colaboracionistas” (que fueron las que le dieron los votos para que lograra aprobar la Ley Ómnibus), como por sus propios escándalos internos. Veamos.
La relación de Milei con el PRO atraviesa su peor momento. Que llegó a su máxima expresión con la votación de los senadores a la ley jubilatoria. No nos confundamos, es parte de los reacomodamientos electorales, y también la forma de resolver su propia interna, que está llevando adelante Macri y sus partidarios. Obviamente, a Macri ya lo conocemos, ya gobernó y lo hizo para el FMI y las multinacionales. Al día siguiente de la aprobación de la ley jubilatoria, apenas Milei anunció el veto a la misma, Macri salió a apoyarlo.
Lo mismo sucede, ciertamente que con más complejidades, en el resto de los bloques patronales "dialoguistas", como el de Pichetto o la UCR: que fueron parte del gobierno macrista y sostienen diferencias para negociar toda la implementación del ajuste desde el Congreso.
El otro tema a sumar es la propia crisis en el bloque de diputados de La Libertad Avanza, que ya alcanzó los ribetes de escándalo, ante la visita a los genocidas y la puesta a la luz de la existencia de todo un plan para liberarlos. Las diputadas que salieron a denunciar todo esto (Lourdes Arrieta y Rocío Bonacci), terminaron amenazadas de expulsión del bloque y de los cargos dirigentes en el partido (cosa que sucedería en cualquier momento).
Del otro lado de este cambalache tenemos al peronismo. Que no logra salir del escándalo en que está sumido por el caso Alberto Fernández-Fabiola Yañez, expresión más escandalosa de violencia de género que también tiene otros ejemplos, como el de Espinoza de La Matanza.
A todo esto se suma dos cuestiones que merecen análisis. Por un lado, que aparezcan sectores del peronismo (como Berni, Guillermo Moreno o el propio Mayans en el Senado), que le hagan guiños o busquen embellecer la figura de Victoria Villarruel, a partir de sus diferencias con Milei. El escándalo llegó a tal nivel que llevó a la propia Cristina Fernández a decir que habría que hacerle “un test psicológico” a estos personajes, que llegaron a decir que Villarruel era “peronista”. Sin embargo, la ex vicepresidenta de Alberto no puede lavarse las manos, ya que fue la que en su momento colocó a esos personajes en puestos estratégicos. Lo más importante, sin duda, es observar lo repudiable de buscar cualquier acercamiento con Villarruel, la funcionaria que, sin duda, es mascarón de proa de toda la política de impunidad y reivindicación del gobierno hacia los genocidas.
El otro tema que merece destacarse es que el mismo peronismo que posa discursivamente de opositor es el principal defensor, en alianza con La Libertad Avanza, de la promoción del juez Lijo a la Corte Suprema de Justicia, a sabiendas que este juez es la pieza clave que necesita Milei para evitar cualquier sorpresa en caso de que sus políticas se judicialicen.
Mientras esta es la realidad que transcurre en el peronismo “institucional”, los dirigentes de la CGT y las CTA, que sin duda responden a este espacio, siguen deshojando la margarita acerca de si “rompen el diálogo” con el gobierno. Lo concreto es que ya hace tres meses que le han construido una tregua, que es justamente lo que permite a Milei seguir avanzando con su política de ajuste a pesar de todos los problemas y debilidades antes expresadas.
Todo esto no hace más que profundizar el interrogante acerca de “qué hacer”, la pregunta que recorre los lugares de trabajo, estudio y los barrios populares, mientras crece la bronca ante el dinero que no alcanza, los nuevos tarifazos, el crecimiento de los despidos y la aceleración de la pobreza y la indigencia. En algunos lugares esta bronca ha logrado traducirse en lucha. El caso más destacado, sin duda, es el de los docentes de Neuquén, aunque hay otros conflictos en curso, como el de los docentes y no docentes universitarios, o el Sutna por Bridgestone. Sin duda hay que rodear de solidaridad, dar a conocer, apoyar y coordinar estas luchas. Pero lo fundamental es exigir a las burocracias de la CGT y las CTA que rompan la tregua y llamen a un Paro Nacional y plan de lucha. Esto es lo que se viene planteando desde la Corriente Sindical Nacional A Luchar, recientemente constituída por el Pollo Sobrero, Angélica Lagunas, Mónica Schlotthauer, Mariana Scayola, Pablo Almeida y otros dirigentes del sindicalismo combativo.
Al mismo tiempo, está planteada la necesidad de discutir cuál es la alternativa política a Milei que realmente le sirve al pueblo trabajador. Por todo lo que hemos expresado más arriba, tenemos que decir con toda seguridad y firmeza: el peronismo no va más. La salida pasa por el Frente de Izquierda Unidad. La única fuerza que, además de apoyar todas las luchas, tanto en el Congreso como en las calles, tiene un auténtico programa alternativo ante la crisis: dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI, ponerle fuertes impuestos a los ricos y las grandes fortunas, reestatizar las privatizadas y nacionalizar la banca y el comercio exterior. Para así, con todos esos resortes en manos de un gobierno de las y los trabajadores y la izquierda, salir a resolver los más urgentes problemas del pueblo trabajador: salarios y jubilaciones dignas, trabajo genuino para todos, salud, educación y vivienda.