La más que repudiable violencia de género del ex presidente peronista Alberto Fernández contra Fabiola Yañez sacó de la primera plana de los medios de comunicación la continuidad del feroz ajuste de Javier Milei y su plan motosierra. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, se sinceró: “estos episodios nos dan tiempo”. Para seguir ajustando salvajemente, agregamos nosotros.
Mientras todos los días salen números que reflejan la auténtica hecatombe social que viene provocando la política de La Libertad Avanza (LLA) (70% de niños pobres, 1,5 millones que se saltean una comida al día, medio millón de puestos de trabajo perdidos, caída récord de la economía al nivel de la pandemia, etcétera) también sale a la luz el “para qué” de este ajuste. No es cierto que “ya tocamos fondo” y que ahora “viene la recuperación salarial y el crecimiento”, como nos mienten Milei y su ministro Luis Caputo. El ajuste está al servicio de cumplir con los pagos de deuda, tanto a los acreedores privados como al FMI. Para pagarle a estos buitres usureros vale todo, desde rematar nuestras riquezas vía el RIGI hasta sacar 1.500 millones de dólares de oro físico al exterior, para ofrecerlo como garantía a cambio de un nuevo préstamo (llamado REPO), que se usará para abonar los próximos vencimientos, en la bola de nieve sin fin del endeudamiento.
Esto es llevado adelante por un gobierno ultraderechista que, además, refuerza y pone una millonada para financiar la nueva SIDE, y tiene un grupo de legisladores y funcionarios dedicados a hacer las mil y una maniobras para liberar de la cárcel a los genocidas de la dictadura.
¿Se trata de un gobierno fuerte y sin fisuras, que por eso puede ir haciendo pasar el ajuste? De ninguna manera, crecen la bronca y las luchas y se siguen sumando los arrepentidos de haber votado a Milei. Todo en el marco de un gobierno sumido en sus propias internas, como la que protagonizan el propio presidente contra su vice, Victoria Villarruel.
Pero la fortaleza de LLA se apoya en la debilidad y crisis de quien aparece como la principal oposición patronal: el peronismo.
Es que todo lo que explicamos más arriba sucede mientras, al mismo tiempo, millones contemplan horrorizados la violencia de género ejercida contra Yáñez. Que tiene como uno de sus efectos un peronismo que profundiza su crisis, al no poder dar excusas: fue la propia Cristina la que puso a Alberto como presidente, fueron sus funcionarios y funcionarias las que se callaron ante lo que pasaba. Es el mismo peronismo que tiene a un Axel Kicillof que compartió actos con el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, también acusado, en su caso directamente de abuso sexual y violación. Un peronismo que ya venía con la mochila de haber perdido las elecciones por ser responsable de su propio ajuste, el llevado adelante por Alberto, Cristina y Massa en el gobierno 2019-2023 para cumplir con el FMI. Que este año, mientras denuncia y se opone formalmente a las políticas de Milei, le ha otorgado, por medio de sus dirigentes sindicales, la burocracia de la CGT y las CTA, una auténtica tregua al gobierno, permitiendo que siga avanzando el ajuste. Y que ahora recibe este auténtico mazazo, que demuestra que sus políticas en defensa de las mujeres y disidencias no eran más que doble discurso, de utilidad electoral.
¿Qué hacer? Es la pregunta que escuchamos en los lugares de trabajo, estudio y en los barrios populares. Porque mientras Milei sigue avanzando con su plan motosierra, el peronismo demuestra, hoy más que nunca, que ya no es una alternativa para el pueblo trabajador, para las mujeres, para la juventud y para los que quieren salir a pelear contra el ajuste.
La salida pasa por otro lado. Sin duda, se trata de apostar a una nueva alternativa política. La que hace años venimos construyendo desde el Frente de Izquierda Unidad. Que opone al ajuste un programa económico alternativo, obrero y popular. Pero que, por sobre todo, afirma que la solución es que, de una vez por todas, gobiernen los que nunca lo hicieron, los que no tienen complicidad con el actual estado de cosas: las y los trabajadores y la izquierda. Iniciando el camino hacia una Argentina socialista. Que, para que quede claro, no tiene nada que ver con lo que Milei llama “socialismo” ni con el régimen de hambre y represión del dictador Maduro. Un socialismo en cambio, que será con democracia para las y los trabajadores y pondrá todos los recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.