May 08, 2024 Last Updated 11:56 PM, May 7, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Silvia Santos, dirigente de la UIT-CI

Como resultado de un combate feroz por su liberación, el 3 de julio de 1962 Argelia conquistó su independencia. Fue una lucha heroica contra el imperialismo francés, cuyos métodos de contrainsurgencia –torturas y ataques a la población civil– hicieron escuela en el mundo. Casi un millón de argelinos dieron sus vidas. Sin embargo, esta revolución que podría haber avanzado con medidas anticapitalistas porque el régimen colonial estaba hecho pedazos, retrocedió por la política de su dirección y recompuso el Estado burgués, transformándose en una semicolonia del imperialismo yanqui y francés. Esta relación de dependencia explica la rebelión popular del 22 de febrero de 2019, proceso que todavía está en curso.

La lucha por la liberación

La invasión francesa de Argelia comenzó en 1830, cuando su ejército derrotó al imperio turco otomano que dominaba esa región. Esa acción fue resistida durante casi una década, hasta que Francia, en 1840, desembarcó 115.000 soldados para asegurar su ocupación. Años más tarde, casi medio millón de colonos franceses se instalaron en Argelia y se apoderaron de las tierras más fértiles. Los colonos europeos, que eran minoría frente a los argelinos, se cerraron en defensa de sus privilegios apoyados por los sectores más plebeyos, que fueron bautizados pieds noirs (pies negros), que colaboraban con los métodos fascistas de los galos y con la explotación colonial.

Fue más de un siglo de ocupación cruzado por interminables luchas de la resistencia nacionalista que, en 1945, tuvo uno de sus principales capítulos. El 1° de mayo, un acto con la presencia de 10.000 musulmanes que conmemoraban la derrota del nazismo se convirtió en una gran rebelión popular que fue ahogada en sangre por las tropas francesas y dejó más de 20.000 argelinos muertos. A pesar de eso, la burguesía francesa se hallaba debilitada luego de la Segunda Guerra Mundial (aunque Francia formó parte de los aliados) frente al nuevo coloso norteamericano y tras su estrepitosa derrota en Indochina (Vietnam, Laos y Camboya) en 1954. En 1956 fue nuevamente derrotada cuando, junto con tropas del Reino Unido, invadió Port Said para impedir la nacionalización del canal de Suez, llevada adelante por el gobierno egipcio de Abdel Nasser. Por tal motivo, decidió pelear con uñas y dientes contra la emancipación de Argelia, pese a que en 1956 había sido obligada a conceder la independencia a Marruecos y Túnez.

Se funda el FLN 

En 1954 se fundó el Frente de Liberación Nacional (FLN) y su brazo armado, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que estaba formado por muchos soldados argelinos que habían luchado en Indochina bajo el mando francés. Francia no tardó en reaccionar y mandó 500.000 soldados a Argelia que destruyeron aldeas y mataron más de un millón de argelinos.

La superioridad en armamentos era notable. Además contaban con el apoyo de la Organización Armada Secreta (OAS), fuerza de la derecha colonialista que actuaba con métodos fascistas en defensa de los privilegios de los colonos franceses. Practicaba torturas masivas, ejecuciones sumarias y desaparición de dirigentes, bombardeaba aldeas, asesinaba civiles y quemaba las cosechas.

La batalla de Argel, desarrollada en el año de 1958, quedó muy bien registrada en la célebre película dirigida por Gillo Pontecorvo donde fue mostrada, en forma casi documental, que la Francia de “la libertad, igualdad y fraternidad” había sido una bella consigna pero nada más que eso. El filme expone la lucha casa por casa en las villas, llamadas casbah, parecidas a las favelas brasileñas, localizadas en los morros de Argel y cruzadas por estrechos corredores y callejuelas. El FLN respondió con atentados contra blancos militares y civiles franceses, pero finalmente fue derrotado por las tropas de ocupación y sus métodos de contrainsurgencia.

Pero la rebelión anticolonial era imparable. La heroica resistencia argelina iba consiguiendo apoyos en el mundo, sobre todo en Francia. Después de una profunda crisis causada por la guerra de Argelia, a fines del año 1958, Charles De Gaulle asumió el gobierno y, consciente de que una nueva derrota como la de Indochina hundiría a Francia, decidió negociar. En un plebiscito realizado en 1961 el 75% de los franceses votaron a favor de la independencia.

En marzo de 1962 se reunieron el FLN y representantes del gobierno francés en la ciudad de Evian, Francia. El 1° de julio se realizó un plebiscito que culminó con la independencia y el triunfo del pueblo argelino y del FLN. El 3 de julio fue proclamada la independencia de Argelia y el 5 fue formalmente reconocida por el gobierno francés.

La revolución abortada

La guerra de independencia de Argelia se dio en la segunda posguerra, cuando acontecían numerosas luchas por la liberación nacional aprovechando la situación del imperialismo que debía centrar sus fuerzas en las metrópolis. Así, fueron surgiendo naciones libres del yugo colonial, como Marruecos, Túnez, Egipto, Libia, en el norte de África. Procesos encabezados por dirigentes de extracción pequeño burguesa o burguesa y gobiernos nacionalistas burgueses que, a nivel internacional, se organizaron como “no alineados”, que se decían equidistantes tanto de Moscú como de Washington.

Argelia fue uno de los triunfos más espectaculares de la lucha por la liberación nacional contra el colonialismo, sin embargo, por la política de su dirección, el FLN, encabezado por Ben Bella, no avanzó al “socialismo”, como rezaba su nueva constitución. ¿Había posibilidades? Afirmamos que sí, los colonos, burgueses y plebeyos huyeron a Francia abandonando sus propiedades. El FLN quedó solo, sin ningún sector burgués importante con quien montar un gobierno de frente popular. Era el momento de construir el nuevo Estado, pero decidieron reconstruir el Estado burgués.

Como en todo proceso revolucionario, si no se avanza se termina retrocediendo. Lamentablemente fue lo que sucedió. Después de un período de roces con el imperialismo y de mantener cierta independencia política, la dirección del FLN comenzó a pactar con Francia y los Estados Unidos y Argelia se convirtió en una semicolonia.

2019. Estalla un nuevo proceso revolucionario en Argelia

El 22 de febrero de 2019, en un proceso sin precedentes, surge un movimiento popular que invade las calles de todo el país. La gota que rebasó el vaso fue que el presidente Abdelaziz Bouteflika, del FLN, planteó que sería candidato por quinta vez a la presidencia. El pueblo salió en masa a las calles expresando su odio contra el régimen.

Bouteflika, ya viejo, enfermo y en silla de ruedas después de haber sufrido un ACV, debía ser derrotado. Esto era visto principalmente por la juventud, protagonista del movimiento de desempleados y vanguardia en las revueltas de Cabilia. Como resultado de la ira popular expresada en las gigantescas movilizaciones, antiguos dirigentes políticos del FLN o con vínculos con el Frente finalizaron presos, entre ellos el hermano de Bouteflika, acusado de corrupción.

Las masas obtuvieron un triunfo importante, la renuncia de Bouteflika. Pero, a pesar de la espectacular movilización, no se consiguió mudar el régimen, que sigue controlado por los militares y continúan con su política corrupta y proimperialista. Las revueltas se sucedieron con mayor o menor participación todos los viernes hasta que la pandemia de marzo de 2020 abrió un impasse. El régimen intentó acabar con este movimiento a través de la cuarentena, sin embargo no ha conseguido derrotarlo y seguramente volverá a actuar cuando las condiciones lo permitan.

La trayectoria del FLN no nos debe extrañar. Así han finalizado los gobiernos nacionalistas burgueses y de conciliación de clases. Como terminó también el régimen sandinista, con Ortega masacrando la rebelión popular que reclamaba su salida. Desde Izquierda Socialista y la UIT-CI apoyamos la lucha del pueblo argelino por su segunda y definitiva independencia. Para ello, el pueblo argelino se prepara luchando contra el régimen represor, de hambre y desempleo encabezado por los militares y el FLN en el poder, exigiendo justicia social, democracia, libertad e igualdad.

Mientras Alberto Fernández decía “a duras penas, somos dos los que queremos cambiar el mundo, uno está en México, Andrés López Obrador”, el presidente mexicano cruzaba la frontera norte para ir a elogiar a Donald Trump, mostrando la mentira del falso “progresismo”. 

A continuación reproducimos un extracto de la declaración del MAS (UIT-CI) de México:

Con el objetivo de sellar como uno de sus triunfos la firma del “nuevo” acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, y así presentarlo en medio del proceso electoral en curso en el principal país imperialista, Donald Trump invitó al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a visitarlo en la Casa Blanca y tener una cena de honor con un grupo de connotados empresarios mexicanos y estadounidenses. López Obrador aceptó de muy buen grado.

El encuentro ocurrió apenas unas semanas después de que Estados Unidos fuera sacudido por una revuelta popular que se extendió por todo el país en repudio a la violencia racista […] La respuesta del ultraderechista gobernante a las incesantes movilizaciones fue amenazar con desplegar al ejército […]

La “invitación” de Trump a López Obrador ocurrió poco más de un año después de que el primero amenazara con la imposición de un arancel inicial de 5%, que podría aumentar a 10%, 15% y hasta 20% a todas las mercancías que desde México se vendieran a Estados Unidos, a menos que el gobierno mexicano atendiera sus instrucciones para frenar la migración proveniente de América Central y mantener en México a los miles que solicitan asilo. López Obrador se apresuró a obedecer y cedió a las amenazas presentando, a través de su canciller, Marcelo Ebrard, un plan para convertir a la naciente Guardia Nacional en policía migratoria, desplegando en el sur miles de efectivos para impedir el paso de los migrantes centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos en su huida de la miseria, la inseguridad y la represión de sus gobiernos, títeres del imperialismo norteamericano.

Calificó como “amigo” al presidente xenófobo, el mismo que cotidianamente hace declaraciones y publicaciones en redes sociales evidenciando su discurso de odio contra los migrantes, y en particular los mexicanos; el que subestimó la peligrosidad de la pandemia y con sus acciones contribuyó a que cientos de miles de estadounidenses se expongan al contagio y mueran, sobre todo los afrodescendientes, hispanos y blancos que viven en la pobreza. El mismo que se obstinó por expulsar del país a los jóvenes llamados dreamers, hijos de migrantes mexicanos que han podido estudiar y aspirar a convertirse en universitarios en los Estados Unidos buscando un futuro más promisorio.

López Obrador acudió a la Casa Blanca para emitir un discurso que embellece al gobernante que ha dado continuidad a la política injerencista y golpista […] ha contribuido a la masacre de cientos miles y el destierro de millones en Siria, víctimas de la brutalidad del régimen de Bashar al-Assad. El que ha desdeñado las medidas para enfrentar la crisis climática y ha expresado su abierta simpatía por las corrientes más conservadoras y fascistoides del mundo […]

Para rematar, en su mensaje conjunto en la Casa Blanca […] López Obrador le dijo públicamente a Trump: “Usted no ha pretendido tratarnos como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de nación independiente”. ¡Es una vergüenza decir esto después de la imposición que convirtió a México en su guardia migratorio!

Pero el mismo tratado comercial que fue a firmar significa la profundización de la dependencia económica y política de México ante la voluntad del gobierno de Estados Unidos y los capitalistas de ese país. Un ejemplo dramáticamente elocuente lo hemos tenido con la presión ejercida desde el gobierno y los capitalistas manufactureros gringos que obligaron a México a reabrir las fábricas paralizadas por la pandemia del coronavirus, que son parte de la cadena de suministros de las multinacionales. Así, desde mediados de mayo, mientras se aceleraban sin control los contagios y fallecimientos, el gobierno de López Obrador declaró “esenciales” a las industrias automotriz, minera y siderúrgica para que pudieran reabrir, cediendo una vez más a la voluntad de los imperialistas.

El acuerdo, ahora conocido como TMEC, es la continuidad intensificada de la política que se impuso con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que a lo largo de veintiséis años garantiza a las compañías estadounidenses la posibilidad de instalarse en México pagando salarios de miseria, evadiendo la contratación colectiva y beneficiándose de la complicidad de representantes sindicales corruptos. Por supuesto, también las grandes compañías mexicanas se han beneficiado con la posibilidad de comerciar sus mercancías en Estados Unidos, asegurándose jugosas ganancias que también se generan con la explotación de la fuerza de trabajo mexicana que, una vez más, es la gran oferta de López Obrador para este renovado acuerdo.

Algunos de los más poderosos capitalistas mexicanos fueron invitados al viaje y a la cena ofrecida por Trump. Carlos Slim, el multimillonario número uno de México y uno de los más ricos del mundo […] además de otros capitalistas y banqueros mexicanos, se sentaron a la misma mesa que los ejecutivos de General Motors, Ford y Chrysler, entre otros representantes de los capitalistas gringos. Donald Trump lo calificó como el mejor acuerdo comercial jamás suscrito por Estados Unidos; los capitalistas se congratularon, pues en este tratado ellos son protagonistas. Nada bueno puede esperar la clase trabajadora de estas celebraciones […]

Ahora es más claro que, lo mismo en Estados Unidos que en México, la clase trabajadora, los pueblos originarios, las llamadas minorías raciales, las mujeres, la juventud, tenemos que construir nuestra propia alternativa política y luchar contra el racismo, contra los capitalistas y su voracidad, contra el imperialismo persistente y contra los falsos progresistas, contra los políticos que se enmascaran como izquierdistas o populistas, pero no dejan de servir al capital.

 

Serbia. Cuatro días de protestas 

Sin dirección y con demandas diversas, decenas de miles de serbios se volcaron a las calles el 7 de julio, indignados con el gobierno de Aleksandar Vucic por el manejo desastroso de la pandemia. Hubo setenta detenidos y decenas de heridos.

El gobierno declaró oficialmente menos de cuatrocientos muertos por la pandemia. Los serbios cumplieron un estricto confinamiento al que se puso fin con numerosos actos sociales y deportivos en los que se anunció la “victoria sobre el virus”, para poder realizar las elecciones legislativas del 21 de junio, que fueron boicoteadas por la oposición. Después de los comicios comenzaron a aparecer infectados y muertos y se restableció una cuarentena rígida, rechazada ampliamente por la población.

El hombre fuerte de Serbia desde 2012, Aleksandar Vucic, ex ministro del ex presidente Slobodan Milosevic, que tiene el apoyo de la Unión Europea, no ha tomado medidas para proteger la economía de los trabajadores y los sectores populares, duramente golpeada por la cuarentena.


Estado español. Huelgas de médicos residentes

Más de 2.700 médicos residentes de Madrid comenzaron un paro por tiempo indefinido el lunes 13 de julio. De igual forma, y por reclamos similares, harán huelga los médicos residentes de la Comunidad Valenciana. “Con la pandemia nos hemos dado cuenta de que somos una pieza fundamental en los hospitales, que somos necesarios pero nos tratan como mano de obra barata, no como médicos en formación”, explicó a El Mundo el portavoz en la comunidad de la Asociación MIR de España, Enrique Cuñat, y agregó: “Las condiciones precarias son casi las mismas en todas las autonomías”.

Reclaman los descansos obligatorios de treinta y seis horas después de la realización de guardias, un día adicional después de guardias de domingo y días festivos y una jornada laboral semanal máxima de 37,5 horas. También el pago de las horas de guardia, cotización de las horas por guardia médica y que se considere baja laboral por enfermedad profesional la derivada de contagios durante el trabajo.


República Dominicana. Humillante derrota electoral del gobierno

Las elecciones presidenciales y legislativas en la República Dominicana se realizaron el domingo 5 de julio. Ganó en primera vuelta el empresario Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno (PRM), con el 52,5% de los votos válidos, contra 37,4% del oficialista Gonzalo Castillo, del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Además se produjo un récord de 45% de abstención, que supera ampliamente el porcentaje sobre el total de ciudadanos habilitados para votar que obtuvo Abinader, que fue 29 por ciento.

El gobierno del PLD logró el mayor crecimiento económico de la economía burguesa de Latinoamérica. Sin embargo, perdió por paliza por el descontento popular ante la enorme corrupción y la violenta desigualdad económica que castigó a los trabajadores.

La pandemia agravó la situación. El pueblo trabajador fue sometido a una cuarentena con hambre y despidos.

Sin embargo, el candidato ganador no ofrece una opción mejor. Solo ganó porque canalizó el voto castigo contra el oficialismo.

El MST, sección de la UIT-CI, que llamó a la abstención electoral por no haber una opción de los trabajadores, convoca a prepararse para seguir la lucha contra la corrupción, por el derecho a la salud, por los derechos de las mujeres, la vivienda, la seguridad social, contra los despidos […] y a construir una alternativa de independencia de clase para romper con el ciclo perverso de estar amarrados eternamente al “mal menor”.

www.lavozdelostrabajadores.art.blog


Grecia. Reprimen protestas

El gobierno del primer ministro Kyriakos Mitsotakis, del Partido Conservador Nueva Democracia, está promulgando leyes que criminalizan las protestas callejeras. Contra la aprobación de esas normas hubo manifestaciones que fueron reprimidas con gases lacrimógenos.

Entre los críticos figuran el Colegio de Abogados de Atenas y la Comisión de Revisión legislativa del Parlamento. Argumentan que son legalmente cuestionables las normas de procesar a participantes de protestas no autorizadas y de considerar legalmente responsables a los organizadores en caso de que una protesta se torne violenta.


Se extiende la lucha contra el racismo

El impacto de las movilizaciones antirracistas después de la muerte de George Floyd continúa repercutiendo. Las manifestaciones de apoyo a esta importante lucha se metieron en la elitista Fórmula 1. El 12 de julio, tras vencer el GP en Estiria, Austria, Lewis Hamilton alzó su puño en el podio en un claro gesto antirracista. La imagen del único piloto negro de esa categoría fue vista por 1.400 millones de televidentes. El británico viene desarrollando una campaña contra el racismo y pidió que otros equipos se comprometan con esa lucha. A Mercedes-Benz le solicitó cambiar el color plata de su auto por el negro. Y en las dos primeras pruebas, antes del inicio, se arrodilló con el puño erguido, acompañado por once de los veintidós pilotos de la categoría. En el millonario mundo de la Fórmula 1 existe mucha discriminación y hay actos de racismo, pero el simple gesto de Hamilton consiguió llamar la atención del planeta a favor de esta lucha.

 

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Ver video https://www.youtube.com/watch?v=mgnOyxQKSow

 

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Editorial

El coronavirus se sigue expandiendo. Este martes se acaba de registrar el récord de contagios, con 2.979 casos y 62 muertes. Con el aumento de los contagios crece la amenaza de que colapsen en el AMBA las camas de terapia intensiva. Pasamos de un gobierno que dijo que “los hospitales están preparados” a estas cifras. A más de cien días de cuarentena, los faltantes de recursos en salud siguen siendo moneda corriente. Los trabajadores de la salud, que están en la primera línea, son los más afectados.

También sigue creciendo la pandemia social. El Ministerio de Trabajo registró 228.000 trabajadores menos que en marzo, en abril hubo 715.000 suspensiones con rebaja salarial y una pérdida del poder adquisitivo promedio de 9,2%, y millones de trabajadores tuvieron una rebaja mayor, de 25 por ciento. Al mismo tiempo, el Indec confirmó que la desigualdad crece, es decir que los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres.

Todo esto ante un gobierno peronista que llegó prometiendo gobernar para los que menos tienen, pero que en la práctica sigue beneficiando a grandes empresarios, bancos y multinacionales. Como Panamerican Energy, de la familia Bulgheroni, beneficiada con millones en subsidios para saquear nuestras riquezas de gas y petróleo. Es a esta patronal a quien el gobierno se niega, junto a tantas otras, a imponer un impuesto a sus riquezas dejándolas que sigan haciendo fortunas en plena pandemia.

También impactan otras noticias, como la muerte del ex secretario privado de Cristina Kirchner, que nos lleva a la postal de los casos de corrupción del gobierno peronista kirchnerista de entonces y las mafias que rodean a cada uno de sus personajes. Así como los espionajes ilegales por los que hay funcionarios de Macri procesados, presos y después liberados, según los vaivenes de la Justicia.

Si hay algo por lo que volvemos a elevar nuestro repudio es por la deuda externa. Después de que Alberto Fernández y el peronismo  ganaron las elecciones, el gobierno dijo que “la deuda es con el pueblo”. Y ahora acaba de mejorar en un 37% la oferta de pago a los bonistas, reconociendo 15.000 millones de dólares más que en la propuesta de hace dos meses, además de tantos otros beneficios, plus y enormes concesiones para los amigos de Donald Trump. A tal punto que la mejora fue elogiada por el ex ministro de Macri, responsable del endeudamiento sideral con el FMI, Luis Caputo, y por Domingo Cavallo, que tiene en su currículum el antecedente de haber sido el funcionario de la dictadura militar que estatizó la deuda privada (incluida la de Sevel-Macri), luego fue ministro del gobierno peronista de Menem, que en los ’90 entregó el país y, finalmente, ministro de De la Rúa, cuando nos terminó llevando a la crisis histórica de 2001.

La nueva oferta del gobierno peronista, la cuarta, fue saludada por la Bolsa y “el mercado” con subas de 40% en un día. No cabe duda, si ganan ellos pierden el país y el pueblo trabajador. ¿Cómo puede ser que se beneficie a los bonistas en medio del aumento de las muertes por coronavirus, que requiere que esos fondos vayan a los hospitales públicos? ¿Cómo puede ser que en medio de la pandemia de las rebajas salariales y jubilatorias, los despidos y las suspensiones, cierres de comercios y el crecimiento de la pobreza el gobierno destine 15.000 millones de dólares más para los mercenarios y buitres internacionales?

Que Alberto Fernández, como contrapartida, realice una conferencia para anunciar obras por solo 2.200 millones de pesos casi suena a burla.

Algunos trabajadores pueden creer lo que dicen el presidente y los dirigentes peronistas, que no hay otra y que es bueno negociar y lograr una reducción de la deuda. Porque si no no vendrán las inversiones, no habrá trabajo, etcétera. Comprendemos las dudas.  Pero no es cierto que si el gobierno arregla con los bonistas se despeja el panorama económico y la Argentina va a crecer. Por el contrario, lo que va a haber es un mayor ajuste y más reformas estructurales al compás de las exigencias del Fondo Monetario y los usureros. No se trata de ninguna exageración, no hay ningún ejemplo en el país ni en el mundo donde, de la mano del FMI y pagando la deuda, se haya salido adelante en beneficio del pueblo trabajador.

Ya este gobierno pagó 4.500 millones de dólares de deuda desde que asumió. Con ese dinero se podrían haber nombrado miles de enfermeros y médicos con un salario acorde a la canasta familiar y asistir con 30.000 pesos de salario social de emergencia en la cuarentena  a los sectores más vulnerables para que puedan cumplir el aislamiento. Sin embargo, el gobierno prefirió dárselos a los usureros y ahora suma una nueva vuelta de tuerca a su política de entrega y sometimiento. Al cumplirse este 9 de julio otro aniversario de la independencia nacional, lo “festejaremos” gracias a Alberto Fernández con más sometimiento a los usureros, el FMI y el imperialismo.

Precisamente, porque el gobierno peronista no da respuestas, se niega a imponer el impuesto a las grandes riquezas y beneficia a los usureros de la deuda, los trabajadores siguen luchando. Los de Austral volvieron a hacer una ruidosa caravana contra el cierre de la empresa que quiere llevar adelante el directorio impuesto por Alberto Fernández donde, a pesar del silencio cómplice del sindicato oficialista, contaron con la solidaridad de delegaciones de apoyo de trabajadores de Latam y Aerolíneas. Los choferes de UTA paran en varias provincias por la falta de pago de salarios. Los docentes de Ademys, junto con estatales de CABA, marcharon contra el pago del aguinaldo en cuotas. Los repartidores vuelven a movilizarse. Siguen en las calles los municipales de Córdoba contra el ajuste del intendente y el gobernador peronista Schiaretti. En muchas provincias vemos trabajadores que luchan y se movilizan por el pago de sus salarios o contra el cierre de sus fábricas. Los pequeños comerciantes, peluqueros o talleristas también se suman porque no tienen ayuda estatal o acceso a créditos a tasa cero para subsistir. Y la lista sigue.

Desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda Unidad, junto al sindicalismo combativo, vamos a seguir impulsando los reclamos obreros y populares, denunciando el rol traidor y cómplice con el ajuste de la CGT y las CTA. Exigiendo que rompan su complicidad con el gobierno y las patronales y apoyen los reclamos. Vamos a seguir impulsando medidas de fondo, como el necesario impuesto a las grandes riquezas de los grupos económicos, para que sea volcado de inmediato a la emergencia. Repudiamos la renegociación de una deuda que fue a financiar la fuga de capitales y reiteramos que hay que romper los lazos que nos someten al FMI y usar esa plata para resolver las urgentes necesidades del pueblo trabajador.

Para pelear por esta salida te convocamos a fortalecer a Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda Unidad como alternativa política de los trabajadores.










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