Aug 02, 2024 Last Updated 3:38 PM, Aug 2, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Gabriel Massa

La CST (Corriente Socialista de los Trabajadores), sección brasileña de la UIT-CI (Unidad Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional) forma parte del PSOL (Partido Socialismo y Libertad). El PSOL presentó en estas elecciones una candidatura presidencial de izquierda independiente encabezada por Guillherme Boulos, que obtuvo, en medio de una gran polarización, 630.000 votos. El PSOL logró pasar de seis diputados nacionales a diez.

El PSOL surgió en 2003, fundado por cuatro parlamentarios que habían sido expulsados del PT (Partido de los Trabajadores) por enfrentarse a las políticas privatizadoras del gobierno de Lula. Entre los parlamentarios fundadores del PSOL estaban la senadora Heloisa Helena, los diputados nacionales Luciana Genro, Joao Fontes y el dirigente de la CST Joao Batista Araujo, “Babá”.

En estas elecciones la CST integró las listas de candidatos del PSOL. Babá, que hoy es concejal de Río de Janeiro, se presentó a diputado federal por Río. En el mismo estado iba de candidato a diputado estadual Bruno da Rosa, que fue dirigente de una importante huelga de recolectores de basura de Río. Y la joven Natalia Granato, candidata a diputada estadual por Minas Gerais. Eduardo Protazio se presentó como diputado estadual de Pará. La CST también presentó candidatos en San Pablo, Río Grande do Sul y otros estados.

En la campaña, la CST levantó consignas contra el pago de la deuda externa, contra la corrupción, por la reposición de las pérdidas salariales, contra el aumento del combustible y las tarifas públicas, contra la intervención militar en Río de Janeiro y también contra la impunidad de los asesinos de Michelle Franco y por una verdadera alternativa de izquierda.

La CST, que fue fundada a principios de la década de 1990, en ese entonces como corriente interna del PT, tiene no sólo presencia electoral, sino que también una importante inserción en la vanguardia de las mujeres, la juventud y la clase obrera brasileña, incluyendo la dirección del Sintuff (sindicato de los trabajadores no docentes de la Universidad de Fluminense), cuyo coordinador general es el compañero Pedro Rosa, y el Sintsep-PA (empleados públicos del estado de Pará) cuyo coordinador general es el compañero Gerson Lima. La compañera Barbara Sinedino es la coordinadora general del Septe-RJ (docentes de Río de Janeiro). También cuenta con importantes dirigentes del correo, bancarios y el subte de San Pablo.

La CST edita el periódico Combate Socialista y su sitio en la red es www.cstpsol.com

Declaración completa de la CST

SÁBADO 24 DE NOVIEMBRE
15 HORAS

ESTADIO CUBIERTO DE LANÚS

Avenida 9 DE JULIO 1680
(A cinco cuadras de la estación Lanús)

 

Izquierda Socialista ha convocado a un gran acto nacional como parte de la pelea contra el ajuste de Macri, el FMI y los gobernadores. Postularemos la salida de fondo que levanta el Frente de Izquierda ante la crisis económica y política nacional. Y un plan económico alternativo para que la crisis la paguen los capitalistas, no los trabajadores.

Invitamos a concurrir a los trabajadores, jóvenes, mujeres, jubilados y activistas sindicales, estudiantiles, populares y feministas con quienes hemos compartido jornadas de lucha y distintas actividades a lo largo del año.

Izquierda Socialista intervino con fuerza en las luchas más importantes de este año, como en el gran paro general del 25 de septiembre. Ese mismo día empezamos a exigir a la CGT y las CTA la continuidad, con un nuevo paro general de 48 horas y un plan de lucha nacional. Las direcciones políticas y sindicales peronistas llaman a esperar a 2019, nosotros queremos derrotar el ajuste ahora. Por eso llamamos a una gran marcha cuando se trate el presupuesto 2019 en el Congreso.

Desde Izquierda Socialista vamos a seguir impulsando todas las luchas obreras y populares contra el ajuste, rodeándolas de solidaridad, como hicimos con los despedidos del Posadas, Télam, el Astillero Río Santiago, entre tantas otras, desarrollando el sindicalismo combativo y democrático, como lo venimos haciendo desde el plenario reunido en Lanús. Estamos por una nueva dirección sindical combativa para la clase trabajadora, con los ferroviarios de la Bordó del Sarmiento, los trabajadores del neumático del Sutna, los ceramistas neuquinos, los Suteba combativos y los maestros de ATEN Neuquén Capital, que este año lograron romper el techo salarial con una histórica huelga logrando la indexación trimestral salarial de acuerdo a la inflación real, un hecho inédito.

En el acto seguiremos llamando a fortalecer la unidad conquistada en el Frente de Izquierda, postulándolo como alternativa política, llamando a pelear por un gobierno de los trabajadores y la izquierda. Ante Macri no son alternativa los Massa, Pichetto o Schiaretti. Tampoco el kirchnerismo, que si bien es el más crítico a Macri y al ajuste, no propone ninguna salida de fondo. Reafirmaremos en el acto que la salida viene por la izquierda, no por variantes patronales cómplices de Macri.

El acto será una tribuna de apoyo a las luchas del mundo, contra los planes del imperialismo, Donald Trump y el FMI. Apoyando al pueblo brasilero contra el derechista Bolsonaro, a los nicaragüenses y venezolanos contra sus gobiernos que aplican los planes capitalistas y reprimen y encarcelan a los que luchan.
Invitamos a todos los luchadores, trabajadores, jóvenes, estudiantes y vecinos a que nos acompañen. A las compañeras con quienes vinimos compartiendo la ola verde por el aborto legal, contra las violencias machistas y por la separación de las iglesias del Estado junto a Isadora. ¡Todos a Lanús el 24!

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Editorial

Macri tuvo que terminar retrocediendo frente al intento de cobrarle a los usuarios una “compensación” a favor de las empresas gasíferas por la devaluación. Fue un auténtico papelón. Después que el secretario de Energía Javier Iguacel y el propio presidente habían salido públicamente a defender la medida tuvieron que dar marcha atrás ante el repudio creciente. Después todos trataron de despegarse. Dujovne, que estaba en Bali (Indonesia) en la Asamblea Anual del FMI dijo que “él no sabía nada y se enteró al subir al avión”. Los socios radicales de Cambiemos posaron por un segundo de “opositores” y se pronunciaron en contra proponiendo que se haga cargo el Estado. Iguacel, el nuevo secretario de Energía que venía supuestamente a reemplazar al “desgastado” Aranguren con todos los apoyos de parte de los pulpos petroleros y gasíferos, repentinamente quedó sólo y continúa en su cargo debilitado, colgado de un pincel.

Al mismo tiempo asistimos a la idas y venidas de la pelea de Elisa Carrió con el propio Macri, donde primero anunció que iba “a echar” al ministro de Justicia Germán Garavano, acusándolo de mafioso y socio de Daniel Angelici (el dirigente de Boca y operador judicial de Macri), luego pasó a decir que “era un chiste”, después “se durmió” ostentosamente mientras hablaba Macri en un acto, para finalmente terminar presentando el juicio político contra el ministro. Carrió se muestra como “la garantía de la lucha contra la corrupción” en un tiro por elevación directo contra el gobierno. Por supuesto que la dirigente de la Coalición Cívica también es muy selectiva en cuanto a quién acusa de corrupto: a Angelici y a Calcaterra sí, pero en su momento defendió a Macri de los Panama Papers y nunca dijo una palabra sobre los negociados que lleva adelante el Banco Central con los dólares y las tasas astronómicas al servicio de los bancos. Si le agregamos el capítulo en la Corte Suprema de Justicia, con los encontronazos entre el ex presidente Ricardo Lorenzetti y el nuevo presidente Carlos Rosenkrantz, tenemos el mapa completo de la crisis en que está sumido el Poder Judicial macrista. Todo esto no es sino una demostración de que la Justicia sigue siendo la de siempre, al servicio de las patronales y con camarillas, algunas oficialistas y otras opositoras peleándose por los distintos puestos de poder en los juzgados. Carrió refleja a los sectores medios desencantados con este gobierno, por eso critica para retenerlos, reflejando la crisis de Cambiemos y que ningún sector es mejor que el otro, ya que todos son parte del mismo gobierno.

No son los únicos conflictos internos que recorren al macrismo: Patricia Bullrich cuestiona a Carolina Stanley, diciendo que con los planes sociales “se financian las marchas y piquetes”. La propia gobernadora Vidal se hace “la comprensiva ante la cuestión social” y busca despegarse mediáticamente de Macri (lo que no le impide cerrar por decreto la paritaria docente). Vidal juega en tándem con la Iglesia Católica, que busca cumplir un rol de “contención social” y llama al diálogo a dirigentes sociales y sindicales. Son todas señales de un gobierno sumido en una crisis política profunda, que se acrecienta al calor de la indignación contra el ajuste y la carestía de la vida y que ya genera bronca y decepción no sólo en los trabajadores (que ya hace rato rompieron con el gobierno) sino en la propia base social de clase media de Cambiemos.

Macri lidera un gobierno cada día más débil, pero con un objetivo clarísimo y que lo trata de cumplir a rajatabla: continuar con el ajuste y cumplir al pie de la letra las exigencias del FMI. Y las consecuencias de esto las sufrimos todos los días. Esta semana acaba de subir nuevamente el pasaje de los colectivos y trenes de Capital y Gran Buenos Aires. Ya cargar 100 pesos en la SUBE no alcanza más que para un par de días. Este miércoles se conoce la inflación oficial de septiembre, que orillará el 7%, la más alta desde la hiperinflación de 1991. Se siguen publicando datos de cómo se derrumba el consumo popular. Y todos los días nos enteramos de nuevos despidos.
Para avanzar con la aplicación del ajuste el gobierno tiene claro cuál es el paso que sigue: la aprobación del presupuesto 2019, donde está “el corazón” de las medidas de recorte contra el pueblo trabajador. El FMI exige la aprobación rápida de esta ley con el apoyo de los gobernadores y legisladores de la oposición peronista.

El retroceso del gobierno con la “compensación” del gas dio un aliento. Fue una demostración de que, si peleamos, se pueden conseguir cosas. Eso fortalece la lucha de los docentes de la provincia de Buenos Aires, de los médicos de la Cicop y de todos los que están saliendo a exigir la reapertura de las paritarias, como sucede ahora con camioneros y metalúrgicos.
El problema, una vez más, son las direcciones burocráticas. El jerarca de la CGT Héctor Daer, ante la presión de abajo, se vio obligado a decir a regañadientes que “probablemente tengamos que llamar a otro paro antes de fin de año”. Por supuesto sin dar ninguna precisión. Moyano, por su parte, llama a ir a “rezarle a la Virgen de Luján”, junto con Sergio Palazzo y el conjunto del sindicalismo alineado con el kirchnerismo. Todo muy alejado de cualquier medida contundente para enfrentar el ajuste.

Lo más importante de los próximos días se producirá el 24 en el Congreso. Ahí se pondrá en juego el circo parlamentario entre los partidos patronales para aprobar el presupuesto. Esa es la exigencia del FMI: llevar adelante un ajuste que no es sólo del gobierno nacional, sino también de todos y cada uno de los gobernadores. Los distintos bloques en que está dividido el peronismo en el Congreso cumplirán su rol, algunos votando a favor y otros absteniéndose haciendo que aparezca “el número” de diputados que necesita el gobierno para aprobar la ley. ¡Será todo un show que tenemos que repudiar!

Ese día habrá paro de Ctera y tanto las CTA como el sector de Moyano y Palazzo anuncian que se movilizarán. El sindicalismo combativo y la izquierda llaman a marchar masivamente y transformar esa jornada en un auténtico hito en la movilización contra el ajuste y de repudio al FMI. Al mismo tiempo que planteamos que tenemos que oponerle un plan económico alternativo, obrero y popular, que comience por romper con el Fondo, dejar de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares. En el marco de que la salida de fondo pasa por pelear por otro gobierno, de los trabajadores y la izquierda.
El 24 tenemos que ser decenas de miles y desbordar la plaza del Congreso. El Frente de Izquierda llama a marchar masivamente. De ahí tiene que salir con mucha fuerza la exigencia de un paro general de la CGT y las CTA por 48 horas, con movilización a Plaza de Mayo y el lanzamiento de un plan de lucha nacional contra el ajuste. Organicémonos desde fábricas, oficinas, colegios y facultades para concurrir masivamente. Es la tarea de la hora.

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Escribe José Castillo

El gobierno de Macri dio a conocer que, en la mañana del martes, el candidato ultraderechista brasileño Jair Bolsonaro conversó telefónicamente con el presidente argentino. El comunicado oficial se deshace en elogios con el neofascista brasileño: “Mantuvieron una cordial conversación, en el marco del actual proceso electoral y la relación estratégica entre ambos países”.

No es el primer contacto entre el gobierno argentino y Bolsonaro. El embajador argentino en Brasil, Carlos Magariños, viene llevando discretamente la relación, y el propio ministro de Relaciones Exteriores Faurie afirmó al conocerse los resultados de la primera vuelta electoral que “Brasil votó hacia el futuro, no hacia el pasado”. Bolsonaro en ese momento le retribuyó el elogio mandando “un abrazo a Macri”.
Los elogios cruzados entre Macri y el neofascista, prodictadura, misógino, racista y homofóbico candidato brasileño sólo merecen un adjetivo: vergonzoso.

 

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Escribe José Castillo

El gobierno de Macri quiso acompañar el nuevo tarifazo a los usuarios del gas con otro pago adicional en favor de las empresas por la devaluación. La bronca lo obligó a tener que dar marcha atrás. Pero igual le garantiza a las empresas ese dinero, sólo que saldrá de subsidios estatales.

El mes de octubre ya venía con el nuevo tarifazo: un aumento formalmente de 35%, pero que para los sectores de menores recursos llega a 50%. Ello es así porque se recortó la tarifa social y se eliminó el 10% de descuento para los usuarios que lograron reducir su consumo. Las tarifas del gas llevan acumulado, desde comienzos de 2016, un incremento de 1.500%.
Pero la indignación mayor estalló cuando se supo que los usuarios tendrían que sumarle otro aumento, ¡pagando de nuevo lo que habían abonado entre septiembre y abril!, para “compensar” supuestas pérdidas de las empresas gasíferas por la devaluación. Se iba a efectivizar en 24 cuotas, ajustadas por interés, que estaban listas para empezar a llegar a los hogares a partir de enero de 2019.
La bronca fue enorme y el escándalo mayúsculo. Finalmente el gobierno, presionado, resolvió que los usuarios no pagarán esa “compensación”, pero que las empresas igualmente la cobrarán. ¿Cómo? La pagará el propio Estado con mayores subsidios.

¿Compensar a las empresas?

Empecemos por la primera mentira: que a las empresas hay que “compensarlas porque perdieron”. Ninguna perdió nada, al contrario. Todos los pulpos del complejo gasífero están teniendo superganancias. Veamos. El negocio del gas se subdivide en tres etapas. Primero están las productoras, que son las firmas que extraen el gas. En nuestro país ese proceso está concentrado en seis empresas monopólicas: cuatro de ellas cotizan en Bolsa (YPF, Panamerican Energy –de Bulgheroni, Tecpetrol –propiedad de Techint– y Pampa Energía –de Marcelo Mindlin). De sus balances públicos se desprende que ganaron 21.462 millones de pesos en 2017. Las otras dos que no cotizan en la Bolsa local también hicieron ganancias multimillonarias (la multinacional francesa Total Austral y la alemana Wintershall).
Después vienen las transportistas, que son sólo dos: Transportadora de Gas del Norte (TGN, propiedad de Techint) y Transportadora de Gas del Sur (TGS, de Marcelo Mindlin), que en conjunto ganaron 3.635 millones de pesos.
Y finalmente, están las distribuidoras (las empresas que en cada región del país hacen llegar el gas a las casas y que son las que envían las boletas a los usuarios): nueve en total. De seis de ellas conocemos sus ganancias por cotizar en Bolsa: Metrogas (controlada por YPF, pero en venta en una operación manejada por el Citibank, donde sus posibles compradores son Corporación América de Eurnekian, Macfarlane y la española Fenosa), Camuzzi Pampeana y Camuzzi Sur (ambas propiedad de Alejandro Mcfarlane, ex directivo del grupo de Mindlin) , Distribuidora Cuyana y Distribuidora de Gas del Centro (del “amigo del alma” de Macri Nicolás Caputo), Distribuidora del Litoral (de Techint) y Gas Natural Ban (de la multinacional española Fenosa). En conjunto estas empresas tuvieron ganancias en 2017 por 4.379 millones de pesos.
Como vemos, los grandes ganadores son los pulpos que extraen el gas, pero todas las otras empresas también reciben su tajada producto de que el gobierno les autoriza un precio a boca de pozo astronómicamente superior a sus costos e incluso al valor internacional (ver nota en esta misma página) y luego “pasa” ese costo a los usuarios, de tal forma que también ganen su parte las transportistas y distribuidoras.
El subsidio a estos pulpos no es nuevo: viene de la época kirchnerista, cuando a través de los llamados Plan Gas I y Gas II, con la excusa de “promover” el negocio, se les autorizaba a los productores esos precios por el gas fuera de cualquier lógica. Por eso el discurso “indignado” de Cristina el miércoles pasado en el Senado no es más que otra de sus operaciones de doble discurso. Macri, por su parte, siguió sosteniendo este subsidio, por lo que entre esto y lo que se le regala en subsidios a las transnacionales que operan en Vaca Muerta, las empresas se llevarán de arriba nada menos que 2.865 millones de dólares.

Frente al saqueo, ¿cuál es la salida?

Todo es un gran robo: precios por encima de cualquier valorización y regalos en subsidios. Juan José Aranguren, el anterior secretario de Energía y ex CEO de Shell, vino a garantizar la continuidad y ampliación de estas ganancias de sus amigos haciendo, tarifazo tras tarifazo, que la cuenta cada vez más la pague directamente el usuario. Antes de retirarse se aseguró de que quedara establecido que las tarifas estaban dolarizadas y que cualquier modificación del tipo de cambio sería pagada por el usuario. Exactamente por eso Javier Iguacel, el nuevo secretario de Energía y ex vicepresidente de Pluspetrol, trató de imponer la famosa “compensación” a costa de los usuarios.
El gobierno tuvo que dar marcha atrás, pero las empresas no perdieron un peso: cobrarán lo que reclaman por la devaluación. Son 10.000 millones de pesos que engrosarán sus ganancias.
La conclusión es obvia. Con la complicidad absoluta del gobierno, todas estas empresas nos siguen robando. Esto no va más: hay que retrotraer todos los tarifazos y no pagarles un peso más de subsidios, quitándoles todas las concesiones y recreando una gran empresa integrada estatal, tal como fue en su época Gas del Estado.

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