Jul 17, 2024 Last Updated 6:38 PM, Jul 16, 2024

Izquierda Socialista

Escribe Martín Fú

A principios de 1982 la dictadura se encontraba en crisis terminal por la debacle económica fruto de las políticas instauradas por Martínez de Hoz a pedido del imperialismo y los organismos financieros internacionales. El 30 de marzo de 1982, con las consignas “paz, pan y trabajo” y “abajo la dictadura”, un paro general con movilización a Plaza de Mayo convocada por la CGT terminó en una brutal represión. Un muerto, 2.500 heridos y 4.000 detenidos no le alcanzaron a la dictadura para desmovilizar y apagar la bronca. Intentando darle un poco más de aire a un régimen agónico, el general Galtieri decide que el 2 de abril tropas argentinas desembarquen en nuestras islas Malvinas, que se encontraban ocupadas desde 1833 por el colonialismo inglés. La junta militar, enfrascada en una campaña militar de ultramar con aroma nacionalista, jamás pensó que la movilización podía despertar en las masas la posibilidad de ir a una guerra contra el imperialismo inglés, como sucedió el 10 de abril en Plaza de Mayo cuando miles cantaron “fuera ingleses y yanquis de Malvinas”, a la vez que silbaban a Galtieri.

Thatcher, la “dama de hierro”, rápidamente envió hacia el Atlántico Sur una fuerza de tareas de una envergadura que no se veía desde la Segunda Guerra Mundial. Más de cien navíos pusieron proa al Sur ante los ojos incrédulos de la junta. Los militares buscaron negociar rápidamente una salida que evitara la confrontación armada, vía la mediación de Estados Unidos, al que consideraban un “aliado”, pero que rápidamente se puso del lado británico, no solo apoyándola públicamente en los organismos internacionales como la ONU y la OTAN, sino también en el plano militar con pertrechos y tecnología de punta.

Finalmente, el 2 de mayo el ARA “General Belgrano” fue torpedeado y hundido cobardemente por el submarino nuclear Conqueror fuera de la zona de exclusión y con proa hacia el continente. Un claro mensaje de Thatcher que cerraba cualquier canal de diálogo a la salida negociada que buscaban los militares. El hundimiento del Belgrano y el asesinato de 323 argentinos marcaron el “punto de no retorno” de la guerra.

Gran parte de Latinoamérica ofreció su ayuda a nuestro país: Colombia, Perú, Brasil, Cuba y Venezuela, entre otros, abrían registros de voluntarios para ir a combatir a Malvinas y hasta pusieron armas a disposición. La junta estaba decidida nuevamente a traicionar y capitular a pesar de que las tropas en las islas ya combatían con unas de las potencias militares mejor equipadas y entrenadas del mundo. Sin organización ni planificación real para sostener un conflicto bélico y con los altos mandos lejos de las líneas de combate, nuestros soldados tuvieron el honor de enfrentar al invasor inglés, logrando asestar duros golpes que pusieron en jaque al enemigo. El 14 de junio el comandante de las tropas argentinas, el general Menéndez firmó la rendición final ante los ingleses.

El PST, nuestro partido antecesor, se colocó desde el primer momento en el campo militar contra el imperialismo inglés, sin dejar de denunciar el carácter represivo y hambreador de la dictadura. Exigimos que se dejara de pagar cualquier deuda con Inglaterra, que se expropiaran sus activos en el país y que se aceptara cualquier ayuda internacional ofrecida para derrotar a los piratas ingleses.

La guerra de Malvinas puso de manifiesto nuevamente la larga tradición de los argentinos en nuestros sentimientos antiimperialistas, que comenzó enfrentando a los ingleses y yanquis, sellando la suerte y el final de la dictadura genocida. Queda pendiente como tarea la recuperación definitiva y absoluta de nuestra soberanía sobre las islas Malvinas.

El sábado 16 de marzo, a menos de un mes de reiniciado el “diálogo” con la oposición patronal, la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo sacó nuevamente los dientes y aplastó con violencia una movilización pacífica que exigía la liberación de los presos políticos que mantiene el régimen. De lo que se trata para quienes detentan el poder es de mantener en pie la proscripción estricta del derecho a la protesta, sostener la regimentación policial de la población. Tal es el nerviosismo del régimen que desde hace más de seis meses se mantienen ocupadas las principales rotondas de Managua con empleados públicos del FSLN para impedir la realización de marchas o manifestaciones, mientras que gran parte de la capital, hacia los alrededores del palacio presidencial, se encuentra militarizada.

La violencia de Ortega y Murillo es proporcional a su temor a la movilización popular. La jornada se saldó con la detención de 164 personas, entre ellas la ex guerrillera y ex funcionaria sandinista Mónica Baltodano; seis heridos, así como varios periodistas golpeados y robados por la policía. Todos habrían sido liberados ocho horas después. No obstante, lo más importante es que el pueblo demostró nuevamente su disposición de lucha para salir de Ortega y Murillo y su desconfianza en los diálogos entre el gobierno y la burguesía opositora reunida en torno de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia (ACJD).

“La Alianza”, como es llamada popularmente, luego de la represión declaró las negociaciones “en alto riesgo” y el lunes 18 de marzo asistió a la sede de la Escuela de Negocios de Managua, únicamente a leer un comunicado repudiando la represión. Sin embargo, no rompió categóricamente su participación en las negociaciones. La Alianza ha sido copada por los empresarios del Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep), mientras que la mayoría de las agrupaciones campesinas, estudiantiles, sindicales y del movimiento de mujeres han desertado de ella al no apoyar los diálogos con el gobierno. La Iglesia Católica se reacomodó ante el repudio popular, retirándose de ellas, pero no para jugar un rol de mayor beligerancia sino, por el contrario, de mayor neutralidad, tal y como se desprende de las actuaciones del nuncio apostólico.

La agrupación opositora disidente Unidad Nacional Azul y Blanco fue la que convocó la movilización, la primera desde octubre y que se llevó a cabo pese a las amenazas del gobierno de reprimir. El 27 de febrero el gobierno había sacado de la cárcel a cien de los 777 presos políticos, aunque sin libertad plena, sino un régimen de casa por cárcel. Una nueva liberación de presos se limitó a solo cincuenta presos más en marzo. Los presos han denunciado torturas y maltratos, muchos de ellos han sido enjuiciados y condenados utilizando la ley “antiterrorista” de Ortega, aprobada en el marco de la rebelión del año pasado. Se han aplicado condenas absurdas como las del 16 de febrero contra tres dirigentes campesinos, de 159 a 216 años de cárcel.

Lo que lleva al autodenominado Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional orteguista a emprender la farsa de la negociación es su preocupación por la crisis económica, por la que se espera una caída del PIB del 11% este año, agravada por sanciones del imperialismo yanqui que limitan el acceso al endeudamiento en el mercado financiero de EE.UU. Los objetivos del régimen con los diálogos son el cese de las sanciones y patear hacia el año 2021 una reforma para regir el proceso electoral presidencial. Para los empresarios opositores el objetivo es el adelanto de las elecciones y la “normalización” del país. Los intereses y las aspiraciones populares realmente no están contenidas en dichos diálogos.

Apoyamos la lucha del pueblo nicaragüense por la libertad de sus presos políticos, por la restitución del derecho a la protesta y por el fin de la dictadura de Ortega y Murillo. Para avanzar en esa dirección es necesario lograr la unidad de los sectores populares, estudiantiles, campesinos y obreros en instancias de coordinación sin la participación de capitalistas, para articular una política unitaria de los de abajo contra la dictadura, sin la injerencia del imperialismo o los empresarios, que por sus propios intereses de clase son siempre los más prestos a conducir el proceso de luchas hacia el pantano de la negociación con tal de obtener concesiones mezquinas por parte del régimen. Desde la Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI) llamamos al conjunto de la izquierda y el movimiento obrero de Latinoamérica a asumir el internacionalismo y denunciar a la dictadura nicaragüense, tal y como en la década del ´70 se hizo ante el somocismo.

Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
20 de marzo de 2019

 

Buenos Aires Acto por la liberacion de los detenidos nicaraguences

El 17 de marzo se realizó la Conferencia de Unificación de ARPT (Alternativa Revolucionaria del Pueblo Trabajador) y FUERSA (Fuerza Revolucionaria Socialista Antiimperialista). Ambas organizaciones se encontraban unidas mediante un comité de enlace en el marco de la UIT-CI desde 2017. La organización unificada se denominará ARPT y su periódico Fuerza. En la conferencia estuvo presente Gabriel Schwerdt, representante del Comité Ejecutivo de la UIT-CI.

En Bolivia hay elecciones en octubre próximo. Evo Morales forzó ilegalmente su “cuarta” reelección y solo permite legalidad electoral para el MAS y nueve partidos de derecha tradicional. Evo pierde popularidad por su pacto con los terratenientes del agronegocio, las multinacionales petroleras y mineras, y como consecuencia de las medidas de ajuste económico antipopular. Aunque hay luchas populares de resistencia, no se unen por la total entrega de la conducción de la Central Obrera Boliviana (COB) al gobierno.

La conferencia ARPT FUERSA resolvió seguir impulsando la reconstrucción del Partido de los Trabajadores (fundado por congreso de la COB en 2013), la lucha por recuperar la COB para las bases y el movimiento hacia una cumbre del Pueblo que agrupe a las organizaciones de los trabajadores e indígenas independientes sobre la base de a sus demandas y defensa de recursos naturales contra las multinacionales.

El FIT realizó el lanzamiento de su campaña en Córdoba, presentando a Liliana Olivero de Izquierda Socialista, como candidata a gobernadora. Tres mujeres encabezan las listas del Frente de Izquierda: a Liliana la acompañarán en la lista de legisladores provinciales Soledad Díaz García (PO) y como candidata a intendenta de la capital, Laura Vilches (PTS).

La lista de legisladores incluye también a nuestros compañeros de Izquierda Socialista Ezequiel Peressini y Noelia Agüero, Mauro Jorge (PTS) y Jorge Navarro (PO), entre otros.

En el acto estuvieron presentes los dirigentes nacionales del FIT que viajaron para acompañar la apertura de la campaña: Juan Carlos Giordano, de Izquierda Socialista, Nicolás Del Caño (PTS) y Romina Del Plá (PO).

Como sostuvo Liliana Olivero en su discurso: “Frente a la crisis por la que atraviesa el pueblo trabajador, producto del  ajuste que lleva  Macri en complicidad con el peronismo bajo las exigencias del FMI, la única alternativa es el

Frente de Izquierda. Seguimos acompañando activa y consecuentemente las luchas de los trabajadores, las mujeres y la juventud. La salida de la crisis no está en Macri ni en Schiaretti, solo el Frente de Izquierda plantea las medidas de fondo que necesitamos para salir de esta situación”.

Editorial

“No sé si voy a poder reelegir”, dijo el fin de semana pasado el presidente Mauricio Macri en la reunión ampliada que realizó María Eugenia Vidal con su equipo en Chapadmalal. Es el primer reconocimiento público de un secreto a voces: la bronca creciente ante el aumento de la pobreza, los precios por las nubes, los despidos y las suspensiones ya han generado una fuerte crisis en el propio seno del gobierno. Por eso se escuchan todo tipo de rumores (como el llamado “plan V”, con Vidal como candidata presidencial), o desmentidas (“confirmando” que el candidato será Macri). El radicalismo, a la vez, está cada día más dividido, con sectores importantes que plantean irse de Cambiemos.

La sensación creciente en las fábricas, oficinas, escuelas y barrios populares es que esto no se aguanta más. Frente a esta realidad, esta semana se agiganta la traición de las cúpulas de la CGT y las CTA. La primera, después de levantar en noviembre pasado cualquier posibilidad de paro, se tomó cuatro meses de vacaciones para terminar convocando a una marcha este jueves, sin paro y sin que siquiera se acerque a ningún lugar simbólico del poder. Los sectores de la CTA Yasky y Micheli, que también participarán de la convocatoria, reclaman “una mesa de diálogo social ante la crisis con empresarios, centrales sindicales, partidos políticos, movimientos sociales e Iglesia a fin de acordar un programa de salida a la crisis” (Página 12, 1°/4). Lo mismo vienen proponiendo la Corriente Federal y la Iglesia. ¡Cualquier cosa con tal de no plantear el paro general y un plan de lucha para derrotar el ajuste!

Las palmas de las declaraciones entreguistas esta vez se las llevó uno de los jefes de la CGT, Héctor Daer, quien afirmó que “uno de los motivos por los que no hay huelga es que no existe consenso en el movimiento obrero para un paro” (Clarín, 2/4). ¿A quién consultó Daer para afirmar eso? ¿Acaso lo preguntó en alguna asamblea de trabajadores o reunión de cuerpo de delegados? Por supuesto que no nos extraña, nada podemos esperar de estos burócratas traidores que estuvieron con todos los gobiernos. Fueron “oficialistas” de Menem, de De la Rúa, de Duhalde, del kirchnerismo. Ahora, ya hace tres años, le vienen garantizando la tregua social al gobierno permitiendo así que pase este brutal ajuste. Por eso es que el plenario del sindicalismo combativo se posicionó frente a la convocatoria de este jueves 4 llamando a marchar en forma independiente, del Obelisco a Plaza de Mayo, exigiendo paro y plan de lucha (ver declaración en esta página).

La CGT, las CTA y la Corriente Federal son todos agrupamientos burocráticos que coinciden esencialmente en dos cosas. Una ya la desarrollamos en los párrafos precedentes: no parar ni salir a dar ninguna pelea contra el ajuste. La otra es “unir al peronismo”, o más en general “unir a todos en un gran frente anti-Macri”. Todo esto no es más que una expresión de la propia crisis que recorre a un peronismo dividido y que no termina de resolver cómo va a ir a las elecciones, más allá de que, obviamente, se prepara para ser el gran receptor del “voto castigo” contra el macrismo. Hoy, a dos meses de los cierres de listas, no se sabe cómo terminará (¿habrá una sola lista peronista?, ¿dos?), ni quiénes serán los candidatos (¿Cristina, otro kirchnerista? ¿Lavagna? ¿Massa? ¿Urtubey?). Lo concreto es que, por el lado del kirchnerismo, la orden de Cristina fue bajar su propia lista para apoyar a otros sectores del peronismo (como Schiaretti en Córdoba, el mejor alumno de Macri en su provincia), dando así una señal a su propia militancia de que deberán estar dispuestos a tragarse cualquier sapo en aras de su conveniencia. Lavagna, por su parte, sigue también con su propio planteo de “unidad”, rodeado por Luis Barrionuevo y otros burócratas sindicales, y con figuras como Sergio Uñac, que viene de ganar las PASO en San Juan y se autopostula como vicepresidente (a la vez que insiste en incluir en ese espacio al propio kirchnerismo). Y apuesta también a que lo apoye un sector del radicalismo y la centroizquierda (en la figura de Margarita Stolbizer y el socialismo de Santa Fe).

Nada bueno puede salir de cualquiera de estos alineamientos electorales patronales para la clase trabajadora. Unidos o divididos en diversas candidaturas, ya gobernaron contra el pueblo trabajador. Como Cristina que, tenemos que recordarlo, no fue “nacional y popular” como nos quieren hacer creer ahora, sino que lo hizo con la Barrick, Chevron y pagó en efectivo casi 200.000 millones de deuda externa. Otros ahora están gobernando sus provincias (y aplicando allí el mismo ajuste que el gobierno nacional). Y todos ellos sin excepción se comprometieron, y lo dicen en declaraciones y reuniones, a no romper el acuerdo con el FMI y seguir pagando la deuda externa, que tiene vencimientos inminentes de 150.000 millones de dólares los próximos tres años. Endulzan estas declaraciones con planteos de “renegociar” con el Fondo como si alguna vez en la historia hubiera autorizado otra cosa que programas de ajuste.

Frente al ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI, el peronismo (Cristina, Lavagna o cualquier otra variante) no es salida. La única alternativa a todo esto es la izquierda, la única que dice que hay que romper con el FMI y dejar de pagar la deuda, que hay que reestatizar las privatizadas, que hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior para así tener recursos que permitan resolver las más urgentes necesidades populares de salario, trabajo, educación, salud y vivienda.

El Frente de Izquierda viene fortaleciéndose. Ya pasamos la prueba en Neuquén, donde no solo reelegimos a nuestros legisladores, sino que incrementamos nuestra votación en diputados respecto de elecciones anteriores, a pesar de la fuerte polarización. En las próximas semanas tendremos un gran desafío en Córdoba y en otras provincias. Mientras tanto, nuestros diputados y dirigentes siguen diciendo presente y apoyando todas las luchas. Así vamos por la gran tarea: fortalecer una nueva alternativa política. Porque somos los que planteamos que frente a todas las variantes patronales que ya nos ajustaron, tienen que gobernar los que nunca lo hicieron, los trabajadores y la izquierda.

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