Diciembre del 2017 cerró con una rebelión popular donde miles se movilizaron en unidad contra la reforma previsional, mediante marchas masivas y cacerolazos en distintas ciudades del país. En las calles se vio el repudio a este ataque del gobierno a los más necesitados, y la respuesta fue la represión brutal, con balas de goma, gas pimienta y razzias, por parte de las fuerzas de seguridad. La reforma previsional pasó con la complicidad de todos los bloques patronales, pero la demostración de fuerza de los trabajadores obligó al gobierno a posponer el debate de la reforma laboral para marzo de este año.
El gobierno nacional, en complicidad con los partidos patronales, los gobernadores provinciales y la burocracia sindical, busca avanzar sobre las conquistas de la clase trabajadora: las reformas previsional y laboral profundizan el ajuste, agravando la flexibilización; el recorte de las jubilaciones y salarios, los despidos y suspensiones, sumados a los tarifazos y el encarecimiento de productos de necesidad básica hunden en el hambre a los trabajadores.
Esto trae gravísimas consecuencias para las mujeres, quienes ganamos un 27% menos que los varones, y somos el 19,7% de las jóvenes desempleadas. Las trabajadoras ocupamos la mayoría de los puestos en negro, y somos las primeras despedidas. La reforma laboral, acordada con la burocracia sindical, no menciona a las trabajadoras domésticas (un 20% del total) cuya ocupación pese a estar regulada por ley, sigue teniendo los peores salarios, sin vacaciones, aguinaldo, ni licencias por enfermedad o maternidad.
A este nefasto panorama de precarización, se le suma otro dato: las mujeres constituimos el 62% del total de los jubilados y cobramos un 24% menos que los jubilados varones. La reforma previsional no sólo obliga al 85% de jubiladas que entró en la última moratoria a cobrar una miseria, sino que además atenta también contra la Asignación Universal por Hijo, que ayuda en su mayoría a mujeres a cargo de los hogares humildes y con menos recursos.
El movimiento de mujeres debe ser parte activa de esta lucha, rechazando de conjunto en las calles este ataque a la clase trabajadora, sumando a los reclamos el repudio a la reforma con la Cobertura Única de Salud, que vaciará la salud pública y restrigirá aún más el acceso a anticonceptivos, tratamientos y atención, vulnerando nuestros derechos a la salud sexual y reproductiva. Macri no tiene preparado más que endeudamiento, entrega y miseria para las trabajadoras y los sectores populares. Y las mujeres, las más pobres entre las pobres, debemos enfrentar con la movilización unitaria cada una de las reformas. Por eso, debemos estar presentes en las marchas del 15 y del 21 de febrero contra el ajuste y le exigimos a las centrales obreras que ¡convoquen a un plan de lucha nacional para torcerle el brazo a Macri y frenar el ajuste!